Con una decisión improvisada del Gobierno nacional, los aterrizajes diarios desde el exterior se redujeron de 155 (el promedio prepandemia) a 3. Las respuestas oficiales vuelven a mostrar la improvisación, la búsqueda de culpables en cualquier parte, (pero fuera del Gobierno), y el desinterés por las 40 mil personas a las que les complica la vida.
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Con una decisión improvisada del Gobierno nacional, los aterrizajes diarios desde el exterior se redujeron de 155 (el promedio prepandemia) a 3. Las respuestas oficiales vuelven a mostrar la improvisación, la búsqueda de culpables en cualquier parte, (pero fuera del Gobierno), y el desinterés por las 40 mil personas a las que les complica la vida.
La responsable de Migraciones, Florencia Carignano, consideró que "no es un problema -para ella- que alguien vuelva más tarde de sus vacaciones" y dijo que "si no cerrábamos, en dos semanas teníamos un colapso sanitario". Curiosamente, añadió que para revisar la medida "todo va a depender del avance de la vacunación". O sea, que no hay vacunas.
A coro con la otra funcionaria, la ministra Carla Vizzotti culpó a la gente porque "no respeta la cuarentena cuando vuelve de viaje".
Más allá del enorme perjuicio que supone para un ciudadano no poder volver en el tiempo programado, perdiendo días de trabajo y pagando hoteles, simplemente porque viajó cuando no estaba prohibido ni advertido y ahora se le impide volver, los daños pueden ser irreparables: la pérdida de cinco córneas que venían de Estados Unidos para trasplantes, denunciada por un prestigioso oftalmólogo, no tuvo una explicación oficial, salvo un trascendido difundido por Télam que minimizaba el daño. Para las empresas "este cierre de fronteras es una locura y genera caos". El aumento de contagios y la aparición de nuevas cepas no es una sorpresa, porque así lo preveía la campaña epidemiológica hace un año. La improvisación sanitaria y el desorden, tampoco, porque es lo que impera desde el 11 de marzo de 2020 en el país.