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Terrible relato de una exmonja: "era común que haya juegos sexuales"

Una de las dos víctimas declaró en la cuarta audiencia del juicio contra el sacerdote Agustín Rosa Torino. Detalló situaciones graves vividas en el convento.
Jueves, 01 de julio de 2021 02:08

Otra declaración complicó al sacerdote Agustín Rosa Torino, quien afronta un juicio por abusos sexuales. La exmonja Valeria Zarsa expuso abusos y hostigamientos dentro de la congregación Hermanos Discípulos de Jesús San Juan Bautista. Esa comunidad conducida estuvo 20 años.

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Otra declaración complicó al sacerdote Agustín Rosa Torino, quien afronta un juicio por abusos sexuales. La exmonja Valeria Zarsa expuso abusos y hostigamientos dentro de la congregación Hermanos Discípulos de Jesús San Juan Bautista. Esa comunidad conducida estuvo 20 años.

Zarsa contó que los tocamientos denunciados eran al principio disimulados. "Yo estaba lavando los platos y él pasaba por detrás y me rozaba. Yo pensaba que era mi imaginación, luego comencé a sentir vergüenza y culpa", contó ante la Sala IV del Tribunal de Juicio.

La exmonja agregó que también eran constantes las bromas sexuales. "Decía que las mujeres no servían y yo intentaba demostrarle que no. Para mí todo lo que decía él era palabra santa", describió.

Zarsa se quebró cuando contó que también se sentía humillada con bromas sobre su cuerpo que le hacían Rosa Torino y Josué Salas, la mano derecha del cura. "Al punto que buscaba ponerme a planchar para esconderme detrás de la tabla".

Mientras vivía esas situaciones en el ámbito más privado del entonces reconocido sacerdote, indicó que comenzó a escuchar sobre "abusos en la comunidad". Habló de "jóvenes que eran encontrados en la cama con Rosa".

Zarsa se lo comentó al cura que "se enojó muchísimo, me pidió que dijera nombres". "Cuando él me gritaba yo solía quedarme tranquila, pero esa vez exploté en llanto. Ahí me dijo que me calmara, él decía que era muy común que en los conventos haya juegos sexuales, que si sabía de algo que los mande a hablar con él", narró.

Ese episodio, aseveró, fue terminante para que comenzaran los sucesivos traslados. Primero fue a México, donde indicó otro hecho. "Rosa quiso probarme un cinto del hábito y apoyó su cabeza en mis pechos, yo lo saqué de mala manera y me fui", afirmó.

Por ese hecho los jueces indicaron en la primera audiencia que se correría vista a la Justicia mexicana. Los estrados judiciales no son nuevos para Zarsa, quien fue denunciada y juzgada incluso antes que el propio cura Rosa Torino. Su juicio quedó desestimado por inconsistente y ella aseguró que se trataba de una represalia del sacerdote.

En el desarrollo de su declaración indicó que a partir de los diferentes hechos comenzó a tomar distancia de Rosa y buscó refugio en su superiora, la hermana María Luz, que "solo guardó silencio". Ante ello, aseguró que comenzaron a aislarla de todas sus actividades y de los otros miembros a quienes les prohibieron hablarle para finalmente quitarle el apostolado.

"A partir de ahí comienzo a tener ataques de llanto y me dolía tanto el cuerpo que no soportaba la tela del hábito. Me llevaron a tratarme con la doctora Eleonora Naranjo, que cuando le cuento lo que estaba pasando, no le dio importancia. A partir de ahí ella me sugiere que comience a tomar pastillas", manifestó. Ante sus dichos, la fiscal Verónica Simesen de Bielke ahondó en Naranjo y en quién le recetó las pastillas: "Naranjo tenía su cuñado, el doctor Fernando Núñez, que me recetó clonazepam y senitranina", detalló. No es la primera testigo que asegura que al mostrar padecimiento en la comunidad era derivada a Naranjo.

Medicada y "atontada", continuó, fue hasta España a ver a su hermana que iba a dar a luz. Allí, contó que al verla "mal" y saber que estaba empastillada "para limpiar su espíritu", su familia la convenció para dejar de tomar las medicaciones.

Finalmente Zarsa volvió a la comunidad y relató haber hablado con Rosa para decirle que "con estas irregularidades no nos iban a aceptar en el Vaticano".

Otro relato crudo

Ángel Jonatan Alustiza fue otro denunciante que declaró en la cuarta audiencia del juicio contra el sacerdote Agustín Rosa Torino por abuso sexual. Recién bajado del avión, dio un testimonio breve pero contundente.
Al igual que Yair, Jonatan también denunció a Nicolás Parma por abusos que habrían ocurrido en la sede que tenía la Congregación en Puerto Santa Cruz.
Sin Rosa Torino en la sala, al ser consultado el exnovicio indicó que su interés en la causa radicaba en “que se haga justicia para sanar y por aquellos que fueron abusados por esta persona que no se animaron a denunciar”.
El joven indicó que ingresó a la Congregación cuando tenía 14 años y fue enviado directamente al sur donde habría sufrido abusos de Parma. “Hasta el 2012 me abusó Parma, en el 2013, Rosa Torino”, indicó sin vueltas. El joven contó que al volver a Salta le comentó al cura lo que sucedió en el sur: “Le conté lo que pasábamos, la violencia, el estar incomunicados y los abusos. Rosa me pidió que guardara silencio y que lo perdonara porque era una debilidad del hermano y que si en algún momento me iba de la Congregación no difamara el nombre del sacerdote ni la comunidad”.
La varicoceles
 El abuso denunciado por Alustiza coincide con el testimonio de otros testigos: “Me salieron hongos en la entrepierna y le pedí ir al médico. No podíamos hablar con nadie, solo con él, así que se lo pedí y me dijo que podía ser varicoceles; que si confiaba en él me iba a revisar como un padre a un hijo, que me iba a cuidar y me hizo bajar los pantalones”, contó sobre cómo sucedieron los tocamientos denunciados. “No me dijo nada de los hongos y me dijo que no contara nada”, agregó.
En la audiencia anterior, un sacerdote J.E.J., al igual que Yair y Alustiza también indicó haber sido abusado por Rosa en ese contexto. “Nos salían hongos por lo hacinados que estábamos y la condición de los baños”, advirtió.
 

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