La comunidad de La Isla celebró la fiesta patronal de la Virgen del Perpetuo Socorro con profunda devoción ayer. Los vecinos adornaron sus viviendas con coloridos globos, guirnaldas, banderas y se congregaron en el playón deportivo de la zona. En principio, se ofició una misa, luego un ballet folclórico danzó al compás de zambas y seguidamente se llevó adelante una rifa y entrega de premios.
“Hace muchos años que vivo aquí y todos los vecinos somos muy unidos en todo sentido y nos apreciamos. Siempre colaboramos con la iglesia”, contó Mercedes Aramayo, de 50 años, una vecina.
Alrededor de las 11 una de las avenidas centrales se transformó en escenario del tradicional desfile gaucho que tuvo como protagonistas a los fortines Dr. Ernesto Sola, “Poncho” Marrupe, Virgen de La Candelaria y Patria y Tradición. Participaron unos 150 gauchos.
Desde adultos mayores y jóvenes hasta adolescentes y niños se dieron cita y contemplaron atentamente y con alegría el desfile.
Mario Leiva, presidente del fortín Dr. Ernesto Sola de La Isla, expresó que en este tiempo de pandemia se les hizo muy difícil desfilar. “Sin embargo, es un honor estar acá y rendirle homenaje a la Virgen del Perpetuo Socorro, madre de todos los gauchos. Nosotros somos los caballeros de la Virgen. Es un orgullo grande estar con nuestras familias aquí”.
Durante el desfile se rindió homenaje a Lorenzo Francisco Navarro, uno de los integrantes del fortín que falleció hace unos días a causa de la COVID-19. Su caballo desfiló con su montura, en su memoria.
“Es muy fuerte todo esto. Me hubiese gustado ensillar su caballo para que él desfilara hoy (por ayer), tal como me enseñó a mí. Quisiera poder devolverle un poquito de todo lo que me dio. Él se crió en esta tierra y aprendió de los viejos gauchos a andar en caballo. Toda su vida fue chofer de camiones”, contó visiblemente conmocionado Rodrigo Navarro, hijo de Francisco.
Y agregó: “Siempre me va a doler la muerte de mi papá. Es algo que no tiene explicación, pero vivirá en nuestros recuerdos. La luchó, pero lamentablemente el virus le ganó. Estaba por cumplir 65 años”.
Omar Panelo, uno de los gauchos del fortín expresó que participar fue algo muy emotivo. “Rendirle honores a la virgen gaucha es hermoso. También recordamos a Francisco con gran dolor”, dijo.
Por su parte, Leiva expresó que “temprano lloviznaba y pensamos que era Francisco despidiéndose. Ahora salió el sol”.
Silvia Méndez de Leyton, una vecina, observaba muy atenta el desfile con banderines en la mano. “Esto es algo muy grande, lindo. Vine con mi esposo. Aquí nos conocemos casi todos. Le pido a la virgencita que pase esta pandemia que tantas personas se está llevando, entre esas a mi concuñado. Esta es una prueba de Dios para ver hasta dónde podemos llegar, pero pronto pasará y podremos estar más unidos”.
Cerca del mediodía, los vecinos llevaron adelante una caravana vehicular y llevaron la imagen de la Virgen del Perpetuo Socorro por distintos barrios de la zona.
También hubo venta de comidas regionales para recaudar fondos para continuar la construcción de una casa parroquial.
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La comunidad de La Isla celebró la fiesta patronal de la Virgen del Perpetuo Socorro con profunda devoción ayer. Los vecinos adornaron sus viviendas con coloridos globos, guirnaldas, banderas y se congregaron en el playón deportivo de la zona. En principio, se ofició una misa, luego un ballet folclórico danzó al compás de zambas y seguidamente se llevó adelante una rifa y entrega de premios.
“Hace muchos años que vivo aquí y todos los vecinos somos muy unidos en todo sentido y nos apreciamos. Siempre colaboramos con la iglesia”, contó Mercedes Aramayo, de 50 años, una vecina.
Alrededor de las 11 una de las avenidas centrales se transformó en escenario del tradicional desfile gaucho que tuvo como protagonistas a los fortines Dr. Ernesto Sola, “Poncho” Marrupe, Virgen de La Candelaria y Patria y Tradición. Participaron unos 150 gauchos.
Desde adultos mayores y jóvenes hasta adolescentes y niños se dieron cita y contemplaron atentamente y con alegría el desfile.
Mario Leiva, presidente del fortín Dr. Ernesto Sola de La Isla, expresó que en este tiempo de pandemia se les hizo muy difícil desfilar. “Sin embargo, es un honor estar acá y rendirle homenaje a la Virgen del Perpetuo Socorro, madre de todos los gauchos. Nosotros somos los caballeros de la Virgen. Es un orgullo grande estar con nuestras familias aquí”.
Durante el desfile se rindió homenaje a Lorenzo Francisco Navarro, uno de los integrantes del fortín que falleció hace unos días a causa de la COVID-19. Su caballo desfiló con su montura, en su memoria.
“Es muy fuerte todo esto. Me hubiese gustado ensillar su caballo para que él desfilara hoy (por ayer), tal como me enseñó a mí. Quisiera poder devolverle un poquito de todo lo que me dio. Él se crió en esta tierra y aprendió de los viejos gauchos a andar en caballo. Toda su vida fue chofer de camiones”, contó visiblemente conmocionado Rodrigo Navarro, hijo de Francisco.
Y agregó: “Siempre me va a doler la muerte de mi papá. Es algo que no tiene explicación, pero vivirá en nuestros recuerdos. La luchó, pero lamentablemente el virus le ganó. Estaba por cumplir 65 años”.
Omar Panelo, uno de los gauchos del fortín expresó que participar fue algo muy emotivo. “Rendirle honores a la virgen gaucha es hermoso. También recordamos a Francisco con gran dolor”, dijo.
Por su parte, Leiva expresó que “temprano lloviznaba y pensamos que era Francisco despidiéndose. Ahora salió el sol”.
Silvia Méndez de Leyton, una vecina, observaba muy atenta el desfile con banderines en la mano. “Esto es algo muy grande, lindo. Vine con mi esposo. Aquí nos conocemos casi todos. Le pido a la virgencita que pase esta pandemia que tantas personas se está llevando, entre esas a mi concuñado. Esta es una prueba de Dios para ver hasta dónde podemos llegar, pero pronto pasará y podremos estar más unidos”.
Cerca del mediodía, los vecinos llevaron adelante una caravana vehicular y llevaron la imagen de la Virgen del Perpetuo Socorro por distintos barrios de la zona.
También hubo venta de comidas regionales para recaudar fondos para continuar la construcción de una casa parroquial.