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La amistad de dos patriotas ejemplares

Viernes, 16 de julio de 2021 02:06

El acceso de Manuel Belgrano al mando del Ejército Auxiliar el 27 de marzo de 1812 motivó la concentración de tropas en Campo Santo, luego en mayo el Ejército se trasladó a Jujuy para celebrar el segundo aniversario de la Revolución. Desde esta ciudad Belgrano dispuso que Güemes con un grupo de oficiales pasara a Santiago del Estero a los fines de reclutar paisanos para el ejército y bastimentos, y para preparar la resistencia al avance de las tropas realistas de Pío Tristán. El Ejército Auxiliar retrocedió desde Jujuy el 23 de agosto, pasó por Río Piedras, sitio en el que el 3 de setiembre obtuvo una victoria sobre el enemigo, al que luego enfrentó con notable éxito el 24 de septiembre en Tucumán. Güemes no intervino en Tucumán ni en la batalla de Salta.

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El acceso de Manuel Belgrano al mando del Ejército Auxiliar el 27 de marzo de 1812 motivó la concentración de tropas en Campo Santo, luego en mayo el Ejército se trasladó a Jujuy para celebrar el segundo aniversario de la Revolución. Desde esta ciudad Belgrano dispuso que Güemes con un grupo de oficiales pasara a Santiago del Estero a los fines de reclutar paisanos para el ejército y bastimentos, y para preparar la resistencia al avance de las tropas realistas de Pío Tristán. El Ejército Auxiliar retrocedió desde Jujuy el 23 de agosto, pasó por Río Piedras, sitio en el que el 3 de setiembre obtuvo una victoria sobre el enemigo, al que luego enfrentó con notable éxito el 24 de septiembre en Tucumán. Güemes no intervino en Tucumán ni en la batalla de Salta.

Tiempo de intrigas

Las intrigas fueron una constante en los tiempos en que se enfrentaban facciones en pugna.

En Santiago del Estero existían dos facciones políticas opuestas: una bajo el mando del teniente coronel Juan Francisco Borges, patriota prestigioso, y la acaudillada por José Antonio de Aranda, alcalde provincial y opositor al gobierno patrio, quien ante la batalla de Tucumán desertó y comulgó con las tropas realistas. En el curso de la acción cayó prisionero de los patriotas y murió ante un pelotón.

De este último bando surgió la acusación sobre Güemes de llevar una vida licenciosa, mediante información enviada por correo a Belgrano por el regidor Germán Lugones. Belgrano ordenó su partida inmediata a Buenos Aires con cargo de presentarse ante el Superior Gobierno. En oficio al Gobierno central, en fecha 10 de noviembre de 1812, Belgrano daba cuenta de esta diligencia.

En su derrotero hacia Buenos Aires, pasó por Córdoba, sitio en el que el gobernador Santiago Carreras le encomendó llevar ocho prisioneros. Güemes cumplió esta comisión acompañado por el doctor Pedro Ustaris, reanudando su viaje el 8 de enero de 1813 y arribando a Buenos Aires el 20 de enero de 1813. De inmediato solicitó conocer las causas de lo que él llamó "especie de confinación que degrada su honor y servicios". Eran aquellos tiempos complejos, de vacilaciones, de intrigas, de mudanzas de opinión y de siembra de dudas y de desconfianzas. Es en el contexto de este clima adverso que el general Manuel Belgrano aplicó la medida disciplinaria que creyó era pertinente. Por otra parte, mantener el orden era su función. Belgrano, en un oficio del 15 de abril de 1813 a Chiclana expresa este clima controversial y falsas delaciones: "Si usted no presta oídos más que a los patriotas, le llenarán la cabeza de especies, y le acalorarán como me sucede muchas veces a mí mismo".

La amistad con San Martín

Casi todo el año 1813 Güemes residió en Buenos Aires, donde conoció y trató a José de San Martín, forjándose entre ellos una amistad constante e inmutable, nacida en una tertulia en la casa de los Escalada. Nuevamente, y merced al complejo entramado de vínculos y relaciones, Güemes pudo regresar a Salta en 1814. San Martín, quien reivindica a Güemes, lo saca del castigo impuesto por Belgrano y se dedica a trazar su plan continental, manteniendo a Güemes como único comandante en Salta.

En mayo de 1816 Belgrano recibió el oficio del Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón, por el que se le asigna la conducción del Ejército Auxiliar del Perú. A partir de esta designación, en la que habría de reemplazar a José Rondeau, se dedicó nuevamente a la tarea de reorganizar el ejército estacionado en Tucumán. Recibe un ejército de unos dos mil hombres, sobre el cual observa: "El ejército no paga, no tiene qué comer, no se viste, no hay dinero, gente no se recluta, todo está parado, nadie activa, todo en desorden, ¿y así queremos ser libres? Sucumbiremos, y entonces las cadenas, grillos, horcas, potros y ruedas de tormento serán el premio de los fatuos americanos". En Salta, Martín Güemes quedaba en aquellos críticos momentos en una situación realmente embarazosa, proveyendo el apoyo a las fuerzas con el concurso de sus milicias gauchas atendiendo a la división política de la Provincia, y estableciendo gauchos en cada departamento.

La conciliación

El transcurrir de la acción bélica, la amenaza continua de la presencia enemiga en la gobernación que mandaba Güemes, la escasez de recursos, y la férrea decisión de trabajar por la derrota definitiva de las tropas realistas unió a Belgrano y Güemes en una verdadera mancomunión de intereses, que devino en una amistad duradera y sincera.

En la obra de Luis Güemes, "Güemes documentado", se recopila una densa documentación que incursiona en la vida cotidiana y en temas familiares, cartas que reflejan el grado de intimidad que unió a los hombres más comprometidos con la causa de la libertad de los pueblos en horas aciagas y de extraordinaria miseria. Así, y a modo de ejemplo, desde Tucumán el 18 de septiembre de 1817 le escribía al gaucho salteño: Sea mil veces enhorabuena, mi amigo y compañero querido: felicito a Ud., a la señora doña Carmencita y a ambas familias por el nuevo Martincito; celebraré que siga bueno, como igualmente su mamá, a quien tendrá Ud. la bondad de hacerle presente mi complacencia por el feliz éxito, y por haber dado un hombrecito a la patria que herede las virtudes de su padre y el amor a tan digna madre. En otra epístola comparten una receta casera para aliviar dolencias: "Compañero y amigo muy querido: por aquello de poeta, médico y loco, todos tenemos un poco, vaya mi receta para el cólico bilioso; lo padecí un verano entero desde las 10 de la mañana hasta las 5 de la tarde y no tomaba más alimentos que agua de agraz helada y helados de agraz".

El reconocimiento y la importancia que tenía el trabajo de ambos en aras de conseguir el triunfo definitivo sobre las fuerzas de la corona española los lleva a reunirse. 
Belgrano anuncia a Güemes que saldrá de Tucumán el día lunes 16 (junio de 1817) para entrevistarse con él, “en cualquier parte del camino”, entrevista a la que el general concede trascendental importancia. El 30 de mayo, en una carta le había expresado: “No puedo fiar a la pluma alguna cosa que tengo que decir a Ud. sobre operaciones militares; pero sea nuestro objeto, por ahora, no dejar al enemigo que se rehaga para que no nos cueste después su total destrucción, o no tengamos otro contraste. ....... Yo creo que perderemos una oportunidad excelente para acabar con los enemigos sin efusión de sangre, y sin tantos gastos como los que después serán necesarios; hábleme Ud. con toda franqueza y dígame su opinión; pues mi deseo es el acierto”. El histórico encuentro tuvo lugar en el Pasaje cuyo testimonio es una carta del 10 de septiembre de 1817 en la que rememora esa reunión en que se acordaron las acciones bélicas. 
 
Libertadores a la espera

 Las cartas de los meses siguientes develan el contenido de la conferencia y de los acuerdos en los que se comprometieron. La misiva de 29 de junio da cuenta de los aprestos que habría de hacer Belgrano reuniendo cabalgaduras, empero la tarea se dilató: “En más de un mes no se han traído las mulas chúcaras para repartir a los arrieros”. La misiva del 7 de julio muestra que uno de los temas de los interlocutores fue la eventual combinación de ambos con el movimiento del Ejército de los Andes: “Es preciso esperar a que el gran Ejército de los Andes haga su movimiento, como ya hablamos”.
 En la nutrida correspondencia que Belgrano remite a Güemes revela la aspiración de ambos de “pasar a la ofensiva contra los realistas por el norte, no bien estuviera asegurada la libertad de Chile y fuera posible atacar al enemigo desde el Pacífico”, labor que cupo al ejército de San Martín. El post scriptum de esta nos muestra que la mencionada aspiración estaba a punto de convertirse en realidad, cooperando uno y otro jefe simultáneamente con el vencedor de Chacabuco, al que alude la correspondencia fechada en Tucumán el 3 de setiembre de 1817, en el sentido que no importaba que tomara a pecho este negocio, poniendo manos a la obra; porque de otro modo se expondrían a no poder operar simultáneamente, y que todo los llevaría a una trampa. 
A su regreso a Tucumán, en fecha 3 de julio de 1817, le manifiesta su regocijo por su reciente encuentro. La misiva expresa: “Señor Martín Güemes, Salta o donde se halle”, y sigue:
“Compañero y amigo muy querido. Ya escribí a Ud. de mi viaje que fue feliz, aun viniendo con el coche en pedazos: todo lo componía la satisfacción que me asistía y asiste de haber hablado y tratado con Ud., afirmándome en el concepto que ya tenía de que sus miras por el bien general son conforme a las mías. “He dado principio a mi prédica para que todos los salteños se vayan a su provincia; es preciso que hagamos introducir los capitales a ella y que todos sus hijos trabajen para fomentarla en los ramos de que es capaz. Disponga Ud. como quiera de su invariable amigo. Manuel Belgrano”. 
 Una misiva que expone con claridad de conceptos que existía ánimo de concordia, compromiso de mutua ayuda en favor de la causa, una mancomunidad de trabajo fecundo, y se evidencia el deseo manifiesto de colaboración en favor de la causa emancipadora. Son palabras sinceras, profundas, es la expresión de compromiso real con el gobernador gaucho Martín Güemes. Son los términos de un hombre que ofrenda su amistad y es generoso en sus aspiraciones para que el amigo salga con “honor y brillo”. Es contundente la prueba de amistad: “Acuérdese Ud. de lo que le dije en el balcón del cuarto de Gurruchaga, de lo que se decía de nuestras conferencias que todos ignoraban, y, a decir verdad, las ignoran, menos el Supremo Director que es amigo nuestro”. 

La grandeza

 En el devenir de la campaña emancipadora se produjo el encuentro de los dos grandes hombres de la Patria, que supieron limar asperezas. He ahí la muestra más cabal de generosidad, de calidad humana, de hombría de bien: la capacidad de revisar ideas, de establecer acuerdos a través del diálogo y confluir en la construcción de consensos. En un primer momento la actitud de Belgrano fue firme frente a situaciones que se ofrecían como anómalas, y con pruebas hasta ese momento irrefutables. Los hechos posteriores modificaron la relación. Un rasgo de grandeza es la capacidad de autocrítica y conciliación. Es el camino para construir acciones concretas y políticas públicas que devienen en crecimiento de la sociedad. En este caso la convergencia del curso que habrían de tomar las acciones bélicas a implementarse en apoyo del plan sanmartiniano fue el resultado de esa conciliación. 
Un ejemplo para la sociedad actual y su dirigencia, atenazada por divisiones y grietas que imposibilitan el crecimiento real de la República.
 

 

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