La quinta jornada del juicio contra el sacerdote Agustín Rosa Torino por tres denuncias de abuso sexual también dejó mal parado al sacerdote, que hasta ahora no logró ni un testimonio a su favor. Juan Manuel Bo fue un nombre que se repitió en los diferentes testimonios. El exmiembro del instituto religioso Discípulos de Jesús de San Juan Bautista es señalado por la defensa del sacerdote como "instigador de las falsas denuncias". Mientras que del lado de los denunciantes es señalado como alguien a quien contactaron tras abandonar la orden y quien los contuvo.
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La quinta jornada del juicio contra el sacerdote Agustín Rosa Torino por tres denuncias de abuso sexual también dejó mal parado al sacerdote, que hasta ahora no logró ni un testimonio a su favor. Juan Manuel Bo fue un nombre que se repitió en los diferentes testimonios. El exmiembro del instituto religioso Discípulos de Jesús de San Juan Bautista es señalado por la defensa del sacerdote como "instigador de las falsas denuncias". Mientras que del lado de los denunciantes es señalado como alguien a quien contactaron tras abandonar la orden y quien los contuvo.
Bo dejó el instituto luego de 6 años, llegó a Salta desde Buenos Aires, donde Rosa tenía delegaciones. "Agustín iba a comer con mis padres", contó sobre la cercanía que tenían. Durante su testimonio, el ahora psicólogo evitó llamar "padre o cura" al religioso. Una vez en Salta, contó, comenzó a observar situaciones que calificó como "delitos canónicos". El exmiembro fue parte de la denuncia canónica que culminó con el cierre del instituto en 2019. El exmiembro observó que el sacerdote tenía un circulo íntimo al que era difícil llegar. "El estaba visto como un santo, allá lejos, al que era difícil llegar. Eso hacía que se vea como poderoso. Llegar ahí a su círculo era como de privilegio y yo podía acceder. Nosotros vivíamos de una forma, él de otra. Había un clima de tensión siempre en el círculo intimo, porque un hermano se había escapado, o porque otro no cumplía con las cosas", contó ante la Sala IV del Tribunal de Juicio, integrada por Maximiliano Troyano, Norma Vera y Roberto Lezcano. Consultado por la jueza Vera sobre las huidas de "los hermanos", advirtió que él mismo se escapó y contó una insólita escena. "Yo me escapé en el 2009, en un momento de angustia y tristeza. Porque antes tuvimos un accidente de destrucción total, un choque en cadena en el auto en el que íbamos con Agustín. Hubo un herido y otra persona que quedó internada. En ese momento Agustín me dijo: "No vas a entender, son cosas de Dios, poné que manejabas vos, que tengo que ir al aeropuerto'; y yo lo hice. Recién había entrado a la comunidad", justificó. "Cuando él volvió de Tierra Santa le dije que ni me había llamado en 20 días y comenzó a gritarme, y entré en crisis. Después de eso ya no tuve los mismos privilegios y el 15 de agosto del 2009 me escapé de la comunidad", recordó. Luego de eso contó que Rosa Torino le dijo: "Sos Pedro o Judas", y le pidió que "en media hora estuviera de vuelta". Hasta que en el 2015 dejó del todo el instituto. "Ya estaba más grande y dije me voy, pero no era fácil, te tenían que devolver los documentos, y ahí comenzaban las vueltas, que la llave del cajón, que la voluntad de Dios, que la condena, no era fácil, y si sos débil eso era peor", contextualizó.
Sobre los abusos denunciados indicó haber sido contactado por Yair, uno de los exnovicios denunciantes, que llegó a visitarlo hasta Buenos Aires luego dejar la Congregación. "Ahí, cuando lo voy a dejar, antes de bajarse del auto me contó de los abusos", declaró, y recordó que como él estaba "muy metido en las denuncias eclesiales de delitos económicos con el padre Dot". Le dijo que denunciara para que "le cierren la comunidad". Aunque aclaró que pensó en una denuncia eclesiástica, y al volver de viaje Yair le comentó que "quería hacer una denuncia de verdad".
“Volvieron loco a mi hijo”
Cristian Ygurkovitz, papá de Yair, uno de los denunciantes contra el sacerdote Agustín Rosa Torino contó el pesar familiar que atraviesan. Ya declaró parte de la familia artesana de Cafayate y en la audiencia de ayer declaró también Nazareno, que junto a sus dos hermanos fue parte del Instituto.
Nervioso, el artesano contó que estaba contento al ver que tres de sus once hijos querían ser sacerdotes.
“Los íbamos a visitar todos en combi, los veía bien”, señaló sobre la ignorancia que tuvo de la situación. Indiferencia que duró hasta que leyó el diario de su hijo.
“Yair llegó a casa un día, él era un chico alegre y feliz pero se lo veía como seco. Dejó un cuaderno en mi taller. Yo creo que el quería que lo leyera. Cuando me puse a ver encontré todo, él contaba como si hubiera sido una novela de terror, sin nombres. Y leí que se quiso matar tres veces”, relató desbordado sobre la culpa que sintió en el momento.
En ese sentido indicó que él los hablaba a sus hijos constantemente para saber cómo estaban.
“Cuando yo lo hablaba a Yair para saber cómo andaba, él me decía que bien, que estaba estudiando. Pero ahora me entero que no me contaba porque había gente escuchándolo detrás a ver qué contaba”. El hombre destacó, además, la manipulación y el hostigamiento, “volvieron loco a mi hijo, a todos los chicos”.
Ygurkovitz, que más de una vez recibió la atención del Tribunal para que “se ciña sobre los hechos juzgados”, insistió sobre su calidad de creyente. “Yo hice cursillos, hasta me quería ir a vivir con mis hijos al Instituto”. Situación por la cual, afirmó, se sintió traicionado por Rosa. “Me dijo una vez que yo estaba contento con él, pero que luego iba a estar enojado. Él sabía que iba a pasar esto. Que nos pida perdón mirándonos a los ojos. Él es una persona muy inteligente, debe tener algún problema para actuar así”, indico ante la mirada quieta de Rosa Torino, que en todas las audiencias se limita a mantener la mirada fija hacia el Tribunal de juicio.