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Caso Gine: declaró Agustín Morales y dijo no recordar lo sucedido el día del hecho

Hoy se desarrolló la octava jornada del juicio seguido contra Agustín Morales (21), Federico Leonardo Detzel (30) y Tania Rocío Aguirre (30) por el homicidio de María Leonor Gine (70), ocurrido el 28 de marzo de 2020.
Miércoles, 28 de julio de 2021 16:29

Declararon los últimos testigos y, al término de la audiencia, solicitó hablar nieto de la víctima. Morales brindó su relato y respondió a preguntas formuladas por las partes.

Mañana se incorporarán las pruebas reunidas y el lunes 2 de agosto, a partir de las 13, comenzará la audiencia de alegatos.

Sentado frente a los jueces, Morales sostuvo que no recuerda lo sucedido el 27 de marzo del año pasado. Dijo que esa semana “ni comía” y salía a comprar pasta base por la mañana. Sabe que ese día fumó algunas pipas pero no recuerda si mezcló la pasta con alguna otra sustancia como psicofármacos o alcohol.

Refirió que de esas horas solo tiene “pantallazos” de cuando lo trasladaban en una camioneta de la policía hasta el centro de Contraventores. Pero no recuerda en qué momento lo detuvieron. Sabe que fue en Campo Caseros porque ese dato fue mencionado en el marco del proceso.

Acerca de los coimputados en la causa, Morales afirmó que a Tania Aguirre no la conoce y no recuerda haberla visto antes. Admitió que, a veces, cuando fumaba pasta base “se enroscaba” y terminaba con alguna mujer o persona trans.

Y sobre Detzel contó que se conocieron en un centro de rehabilitación para adictos. Después se distanciaron un tiempo y volvió contactarlo cuando iba a su barrio a comprar drogas. Dijo que Detzel no lo visitaba en el departamento de su abuela y que los únicos que lo hacían eran dos amigos de la infancia. Sobre la presencia de Detzel el día del hecho, sostuvo que solo recuerda haberlo visto cuando ambos estaban detenidos en sus pabellones.

Morales aseguró que él no incriminó a ninguno de los dos coimputados y que están presos “porque aparecen en las cámaras”.

El acusado aseguró que en otras ocasiones ya había perdido la noción de lo que hacía cuando mezclaba pastillas con alcohol.

Sobre su problema de adicciones contó que comenzó a fumar marihuana y a tomar alcohol a los 13 años, como pasatiempo recreativo. Después probó la cocaína pero “era llevadero”. El descontrol comenzó cuando empezó a relacionarse con personas que vendían estupefacientes, quienes le daban la sustancia a cambio de que él realizara algunas entregas. Luego, a los 15 años, empezó a consumir pasta base y “se enganchó del todo” a partir de los 17. Y esto fue “lo peor que le pasó en la vida”. Dijo que a partir de ese momento se olvidó del mundo y terminó solo, porque es “una droga que te margina”. Precisó que, para “bajar” el efecto de esta sustancia tomaba pastillas (psicofármacos), porque llega un momento en que “te falta el aire”.

Morales manifestó que el tema económico, por lo general, no era problema para él y que conseguía las pastillas con recetas falsas que le compraba a personas que se dedican a eso.

Aseguró que nunca robó y que al dinero se lo daban familiares o vendía sus cosas (ropa y celulares) para conseguirlo. Consultado por la fiscal sobre datos puntuales surgidos de declaraciones de testigos, admitió haberle sustraído una hidrolavadora a su padrastro y dos baterías a su abuelo, pero negó haberle robado el celular a su abuela para venderlo.

Acerca de este episodio, desconoció a la testigo que declaró haberle comprado un teléfono, aunque dijo que posiblemente conoce a su pareja porque él frecuentaba mucho el barrio donde vivían ambos, Calixto Gauna, adonde iba a comprar estupefacientes.

Sostuvo que fue a vivir al departamento de su abuela Leonor a fines de febrero del año pasado porque, por su problema de adicciones, “venía rebotando” y en ningún lado estaba bien. Y ella fue la única “que le hizo el aguante” porque no lo quería ver “tirado”. Admitió que a la plata que Gine le daba la usaba para comprar drogas, pero trataba de convivir de la mejor manera posible. “Cocinaba con ella, salíamos a tomar un café, jugábamos al Buraco... Y mientras hacíamos todo eso yo tenía una pipa en el bolsillo y cada tanto me iba a fumarla al baño o a la pieza”, relató.

Sobre sus salidas durante ese periodo de convivencia, sostuvo que antes de la cuarentena se iba de noche y volvía a las 2 o 3 de la mañana, pero cuando se declaró la cuarentena regresaba antes, cerca de la medianoche. Afirmó que él manejaba una llave eléctrica de la puerta de ingreso al edificio, pero no tenía la llave del departamento, por lo que Gine le abría y cerraba cada vez que él salía. Dijo que a veces su abuela le daba permiso para usar la camioneta y que sabía que ella tenía una caja fuerte con una llave, pero que él nunca la abrió ni le prestó atención.

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Declararon los últimos testigos y, al término de la audiencia, solicitó hablar nieto de la víctima. Morales brindó su relato y respondió a preguntas formuladas por las partes.

Mañana se incorporarán las pruebas reunidas y el lunes 2 de agosto, a partir de las 13, comenzará la audiencia de alegatos.

Sentado frente a los jueces, Morales sostuvo que no recuerda lo sucedido el 27 de marzo del año pasado. Dijo que esa semana “ni comía” y salía a comprar pasta base por la mañana. Sabe que ese día fumó algunas pipas pero no recuerda si mezcló la pasta con alguna otra sustancia como psicofármacos o alcohol.

Refirió que de esas horas solo tiene “pantallazos” de cuando lo trasladaban en una camioneta de la policía hasta el centro de Contraventores. Pero no recuerda en qué momento lo detuvieron. Sabe que fue en Campo Caseros porque ese dato fue mencionado en el marco del proceso.

Acerca de los coimputados en la causa, Morales afirmó que a Tania Aguirre no la conoce y no recuerda haberla visto antes. Admitió que, a veces, cuando fumaba pasta base “se enroscaba” y terminaba con alguna mujer o persona trans.

Y sobre Detzel contó que se conocieron en un centro de rehabilitación para adictos. Después se distanciaron un tiempo y volvió contactarlo cuando iba a su barrio a comprar drogas. Dijo que Detzel no lo visitaba en el departamento de su abuela y que los únicos que lo hacían eran dos amigos de la infancia. Sobre la presencia de Detzel el día del hecho, sostuvo que solo recuerda haberlo visto cuando ambos estaban detenidos en sus pabellones.

Morales aseguró que él no incriminó a ninguno de los dos coimputados y que están presos “porque aparecen en las cámaras”.

El acusado aseguró que en otras ocasiones ya había perdido la noción de lo que hacía cuando mezclaba pastillas con alcohol.

Sobre su problema de adicciones contó que comenzó a fumar marihuana y a tomar alcohol a los 13 años, como pasatiempo recreativo. Después probó la cocaína pero “era llevadero”. El descontrol comenzó cuando empezó a relacionarse con personas que vendían estupefacientes, quienes le daban la sustancia a cambio de que él realizara algunas entregas. Luego, a los 15 años, empezó a consumir pasta base y “se enganchó del todo” a partir de los 17. Y esto fue “lo peor que le pasó en la vida”. Dijo que a partir de ese momento se olvidó del mundo y terminó solo, porque es “una droga que te margina”. Precisó que, para “bajar” el efecto de esta sustancia tomaba pastillas (psicofármacos), porque llega un momento en que “te falta el aire”.

Morales manifestó que el tema económico, por lo general, no era problema para él y que conseguía las pastillas con recetas falsas que le compraba a personas que se dedican a eso.

Aseguró que nunca robó y que al dinero se lo daban familiares o vendía sus cosas (ropa y celulares) para conseguirlo. Consultado por la fiscal sobre datos puntuales surgidos de declaraciones de testigos, admitió haberle sustraído una hidrolavadora a su padrastro y dos baterías a su abuelo, pero negó haberle robado el celular a su abuela para venderlo.

Acerca de este episodio, desconoció a la testigo que declaró haberle comprado un teléfono, aunque dijo que posiblemente conoce a su pareja porque él frecuentaba mucho el barrio donde vivían ambos, Calixto Gauna, adonde iba a comprar estupefacientes.

Sostuvo que fue a vivir al departamento de su abuela Leonor a fines de febrero del año pasado porque, por su problema de adicciones, “venía rebotando” y en ningún lado estaba bien. Y ella fue la única “que le hizo el aguante” porque no lo quería ver “tirado”. Admitió que a la plata que Gine le daba la usaba para comprar drogas, pero trataba de convivir de la mejor manera posible. “Cocinaba con ella, salíamos a tomar un café, jugábamos al Buraco... Y mientras hacíamos todo eso yo tenía una pipa en el bolsillo y cada tanto me iba a fumarla al baño o a la pieza”, relató.

Sobre sus salidas durante ese periodo de convivencia, sostuvo que antes de la cuarentena se iba de noche y volvía a las 2 o 3 de la mañana, pero cuando se declaró la cuarentena regresaba antes, cerca de la medianoche. Afirmó que él manejaba una llave eléctrica de la puerta de ingreso al edificio, pero no tenía la llave del departamento, por lo que Gine le abría y cerraba cada vez que él salía. Dijo que a veces su abuela le daba permiso para usar la camioneta y que sabía que ella tenía una caja fuerte con una llave, pero que él nunca la abrió ni le prestó atención.



Acerca de lo referido por un testigo, inquilino de su abuela, acerca de que él una vez le pidió dinero y no se lo devolvió, Morales admitió haberlo hecho. Agregó que, cuando fumaba, le pedía prestado a cualquier conocido.
 
El imputado afirmó haber amado a su abuela. Expresó que era todo para él y que se sabía uno de sus nietos favoritos. “Del hecho no me acuerdo nada. No puedo creer que yo esté involucrado en esto, que haya pruebas en mi contra. Cuando caés detenido, desde el primer momento te aconsejan `hacete cargo´, así te dan menos años. Pero yo no tengo la imagen de mi abuela muerta”, manifestó el acusado.
Antes de la declaración de Agustín Morales comparecieron una psiquiatra ofrecida por la defensa del joven nieto de Gine y dos peritos en psicología del CIF. Con ellas finalizó la ronda de testimoniales.

La perito de parte señaló que entrevistó a Morales en dos ocasiones, en junio del año pasado, en forma conjunta con una profesional del CIF, y luego este año. Dijo el acusado no registraba en su mente el delito que se le imputa. Sostuvo que los dos relatos que brindó Morales acerca de sus recuerdos sobre lo sucedido el 28 de marzo de 2020 fueron coincidentes, aunque en la primera sesión todavía estaba con síntomas de abstinencia.

La testigo refirió que el nieto de la víctima contó que la noche anterior al hecho y días previos había estado consumiendo alcohol, sustancias psicoactivas y psicofármacos de manera ininterrumpida. Ese día, específicamente, había ingerido Clonazepam, pasta base y alcohol. Dijo que Morales comprendía lo que había pasado pero no podía ubicarse dentro de lo sucedido.

La profesional sostuvo que este cóctel de sustancias puede provocar trastorno mental transitorio. Se trata de un momento de alteración u obnubilación de la conciencia, con predominio del descontrol impulsivo. En el caso de Morales, sostuvo que durante las dos entrevistas, se observaron lagunas mentales en su relato. Dijo que él recordaba que había ido al departamento de su abuela con dos amigos y luego aparecía en Campo Caseros, donde fue detenido.

Para la perito, Morales pudo haber estado bajo los efectos de una emoción violenta, que implica un descontrol de los impulsos. Esto, sumado al trastorno mental transitorio. Dijo que durante una de las entrevistas el acusado habló sobre una discusión que tuvo con su abuela. Le contó que Gine estaba enojada con él porque le había vendido el celular y le exigió que le entregara las llaves del departamento.     

Con respecto a los hábitos de consumo del imputado, la testigo refirió que el joven le dijo que consumía pasta base desde los 15 años. Antes se vinculó con otras sustancias como la cocaína y la marihuana y había inhalado pegamento.

Señaló que en tres meses previos al hecho había agregado Clonazepán para autorregular el efecto de las otras sustancias.

Seguidamente declararon dos peritos del CIF que también realizaron un informe psicológico de Morales. Ambas concluyeron que no existía estado de obnubilación de conciencia en el acusado y que su estado de intoxicación debió ser leve, de lo contrario no hubiera sido capaz de ejecutar las acciones registradas por las cámaras de seguridad, como conducir un vehículo.

Agustín Morales está acusado por homicidio agravado por el vínculo, ensañamiento, alevosía, criminis causa y por haber mediado violencia de género, en perjuicio de María Leonor Gine, en concurso real con violación de medidas dispuestas por la autoridad competente para impedir la propagación de una pandemia.


Federico Leonardo Detzel (30) y Tania Rocío Aguirre (30), en tanto, están imputados por homicidio agravado por ensañamiento, alevosía, criminis causa en perjuicio de María Leonor Gine, en concurso real con violación de las medidas dispuestas por la autoridad competente para impedir la propagación de una pandemia.

El tribunal colegiado está integrado por los jueces María Gabriela González (presidenta), Carolina Sanguedolce y Pablo Farah (vocales), vocales de la Sala III.

El 28 de marzo de 2020, alrededor de las 10.30, una hija y un nieto de María Leonor Gine se acercaron al edificio donde residía la víctima, en la intersección de Sarmiento y Belgrano, para ver cómo se encontraba debido a que no respondía las llamadas telefónicas. Por el portero del edificio se enteraron de que Agustín Morales, otro nieto de la víctima que se encontraba residiendo circunstancialmente con ella, se había llevado el vehículo de Gine.

Los familiares de la mujer de 70 años salieron en búsqueda de Morales y lo divisaron en avenida Bicentenario. Iba en el rodado acompañado por Detzel. Regresaron con Agustín al edificio de Gine y en ese momento arribó al lugar otra hija de la víctima, que tenía un juego de llaves del departamento. Al ingresar, encontraron el cuerpo de la mujer en la cocina. Tenía heridas en el cuello y otras de tipo defensivas. En el lugar se observaba mucha sangre y un cuchillo que sería el arma con el cual le ocasionaron las lesiones que le provocaron un shock hipovolémico.

Al momento del hallazgo del cuerpo, Morales se dio a la fuga.

A partir del relevamiento de filmaciones de las cámaras de seguridad se logró establecer que durante esa noche, Morales entró y salió varias veces del departamento de su abuela, acompañado por Detzel y Aguirre.

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