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Paradojas anticapitalistas

La economía capitalista no es un jardín de rosas, pero los experimentos comunistas, fascistas y populistas, dieron peores resultados. Si el capitalismo produce injusticias, los autoritarismos ni siquiera garantizan Justicia.
Jueves, 29 de julio de 2021 01:38

La gran transformación que provocó el capitalismo. Excepto para quienes tienen un enfoque altamente ideologizado, es bastante ostensible que el capitalismo ha logrado transformaciones en la sociedad que significaron elevar el ingreso por habitante mundial de manera exponencial en menos años que todos los que le precedieron hasta el comienzo del sistema de mercado moderno, a partir de la Revolución Industrial. Por si hace falta una "palabra autorizada" para sostener lo expresado, allí está el testimonio del propio Carlos Marx, quien planteaba justamente esto mismo, es decir, los enormes progresos producidos por el sistema de mercado asociado a la revolución del vapor y los transportes, destacando que la presencia británica en la India le había significado a ese país la posibilidad de logros extraordinarios, tanto en lo económico como en lo institucional.

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La gran transformación que provocó el capitalismo. Excepto para quienes tienen un enfoque altamente ideologizado, es bastante ostensible que el capitalismo ha logrado transformaciones en la sociedad que significaron elevar el ingreso por habitante mundial de manera exponencial en menos años que todos los que le precedieron hasta el comienzo del sistema de mercado moderno, a partir de la Revolución Industrial. Por si hace falta una "palabra autorizada" para sostener lo expresado, allí está el testimonio del propio Carlos Marx, quien planteaba justamente esto mismo, es decir, los enormes progresos producidos por el sistema de mercado asociado a la revolución del vapor y los transportes, destacando que la presencia británica en la India le había significado a ese país la posibilidad de logros extraordinarios, tanto en lo económico como en lo institucional.

Los "costos" del capitalismo

No obstante lo anterior, y apelando nuevamente a los juicios despojados de fanatismo, no es menos cierto que, junto con los enormes progresos que el capitalismo introdujo en las sociedades, también hubo costos varios y severos, traducidos, por ejemplo, en pésimas condiciones laborales iniciales; tensiones entre las naciones que se industrializaban disputándose nuevos mercados y provocando el resurgimiento del colonialismo en la segunda mitad del siglo XIX; dos guerras mundiales pavorosas en el siglo XX; procesos de descolonización en algunas naciones que también significaron crueles guerras (Argelia, Congo, Indochina) en la segunda mitad del Siglo XX, y, desde fines de ese siglo, el calentamiento global y el aumento en la brecha de desigualdad en muchas naciones, sin que el listado pueda ser considerado exhaustivo.

El comunismo como "solución"

Ya en los albores del siglo XX, el mismo Marx planteaba el agotamiento del capitalismo, por cuanto el autor de "El Capital", si bien, como se destacó anteriormente, valoraba los logros del capitalismo, al mismo tiempo lo consideraba agotado y listo para desembocar en una "etapa superior" que iba a ser el socialismo, en camino a "la frutilla del postre" que habría de ser el comunismo, con una sociedad en la que cada uno aportaba lo que su talento le proporcionaba, a la vez que tomaba de la sociedad lo que necesitaba, estando todos felices con la desaparición de las clases sociales y las guerras entre las naciones.

Esta propuesta de reemplazo del capitalismo por el socialismo fue adoptada por Lenin y sus bolcheviques en Rusia conformando a través de una revolución la Unión Soviética un nuevo país socialista, con las naciones que se le aliaron (voluntariamente y no tanto).

Sin embargo, el experimento soviético estuvo lejos de alcanzar este desiderátum de felicidad y armonía así como de brindar la elevación de las condiciones de vida de la sociedad. Su sistema, no sin antes provocar varios millones de muertos entre purgas y guerras internas y externas, colapsó transformándose en una organización mafioso - capitalista, aunque conservando la mayor parte de sus mecanismos autoritarios, si bien, introduciendo sofisticaciones en sus persecuciones a los opositores, a quienes ya no se les envía a los gulags de Siberia sino que se los envenena "sutilmente", sin perder de vista las persecuciones homofóbicas heredadas del "ancien - regime".

El comunismo también prendió en otros países, como China y más tarde Cuba, además de las naciones cooptadas por la Unión Soviética luego de la Segunda Guerra Mundial (Hungría, Checoslovaquia, Polonia. Estas últimas, ubicadas dentro de la "Cortina de Hierro" como le decía Churchill a la valla "anticapitalista" impuesta por Stalin y los posteriores jerarcas soviéticos, colapsaron también junto con la ahora ex Unión Soviética, a la vez que China viró en su organización económica hacia el capitalismo, logrando un crecimiento asombroso en relativamente poco tiempo, aunque manteniendo el rígido totalitarismo de su organización comunista prístina. Y todo esto, una vez cumplido el libreto comunista de asesinatos por purgas y persecuciones, además de haber provocado una gigantesca hambruna "revolucionaria", también con muertos contados por millones.

El último baluarte del comunismo "clásico", Cuba, luego de más de sesenta años de fracasos estrepitosos y puesta en evidencia de la fragilidad (cuando no la mentira) de su "exitosa" medicina y educación, está manifestando también el hartazgo de su población y desnudando el cinismo del "progresismo" internacional que silenció durante todo el tiempo el "experimento" cubano, haciendo la vista gorda y manteniendo la boca cerrada ante el estancamiento y regresión económica y social de la población, cinismo practicado también en la Argentina por nuestras máximas autoridades actuales.

El fascismo

Otro experimento de alternativa al capitalismo de la primera mitad del siglo XX, el fascismo, fracasó trágicamente con la derrota completa de Alemania, Italia y Japón, derrota que habría tenido lugar igualmente de no mediar la instancia militar, porque, a diferencia del capitalismo colonialista que, no exento de restricciones y reglas unilaterales al comercio impuestas por las metrópolis, proporcionaba no obstante una razonable libertad a las colonias, el fascismo, en cambio, se imponía "manu militari".

Donde llegó, desencadenó guerras y violentos enfrentamientos, como se evidenció en las naciones ocupadas por el fascismo en la Segunda Guerra Mundial: Abisinia, China, Polonia.
Sin embargo, el capitalismo tradicional, no obstante haber resuelto de manera bastante satisfactoria muchos de los problemas que se le asociaban, como el desempleo, las magras condiciones laborales, etc. igualmente seguía encontrando resistencias en muchos países, como la mayor parte de América Latina en el Siglo XX y recientemente algunas naciones desarrolladas, como España, Francia y el propio Estados Unidos.

El “vamos viendo” populista

Es evidente que los problemas no resueltos del capitalismo son reales y requieren respuestas. Sin embargo, las que se intentan desde los “neo” populismos, socialismos del siglo XXI y similares, son completamente inconsistentes y altamente peligrosos, al no basarse ni siquiera en teorías equivocadas, como el marxismo, sino en la ausencia de todo enfoque comprehensivo del funcionamiento de las economías y el reemplazo, en su lugar, por el “vamos viendo”.

Sin duda, la deserción, en muchos aspectos, de la Economía como ciencia, cuyos “especialistas”, particularmente los así conocidos como “ortodoxos”, consideran que la sola debilidad teórica absoluta de los populistas es suficiente para prodigarles su desprecio, no contribuye a solucionar los problemas pendientes, los que, como los ya abordados oportunamente del tipo de la atenuación de los ciclos y el desempleo, pueden ser también resueltos seguramente, pero a condición de “poner manos a la obra” con menos autocomplacencia y más esfuerzo de investigación.

Evidentemente, el “premio” no debería ser menospreciado, porque supondría que los economistas dejarían de ser objeto de burlas y de contrapropuestas desopilantes por parte de los “chiflados” populistas, a la vez que el “castigo” podría ser, no sólo para los economistas sino para toda la sociedad, la eternización del populismo, multiplicando las Cubas, Nicaraguas, Venezuelas, con la adicional amenaza de nuevas “incorporaciones”: tal vez (y ojalá que no) Chile y Perú. ¿Dramático, verdad? ...
 

 

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