Sentado en el segundo vagón, junto a sus hijos y su esposa, Héctor Ibañez fue recorriendo historias y recuerdos a medida que el viaje inaugural del tren urbano Gesta Gaucha, comenzaba a desplazarse.
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Sentado en el segundo vagón, junto a sus hijos y su esposa, Héctor Ibañez fue recorriendo historias y recuerdos a medida que el viaje inaugural del tren urbano Gesta Gaucha, comenzaba a desplazarse.
Ya en el andén, le contaba a sus hijos el rol de cada uno de los trabajadores ferroviarios que estuvieron presentes en este primer viaje. Para Héctor, esto una deshojar de recuerdos. Su padre, Edmundo Ibáñez, era trabajador ferroviario. Y si bien, gran parte de su vida fue en Campo Quijano, el padre de Héctor tenía su puesto de trabajo en Tolar Grande. Allí su padre era el encargado de mantener el estado de la vías, de despejarlas en la época de nevada y solo el verano tenía la oportunidad de estar con su familia.
En este nuevo andar del tren, este hombre se tomó el tiempo de contarle a El Tribuno, las formas de vida que tenían los trabajadores ferroviarios de aquellas épocas, el alcance económico que significaba para la región, cómo crecieron las economías locales y el posterior abandono y desalojo de estos espacios. "Volver a estar en el tren es casi un sueño", expresó Héctor, emocionado mientras disfrutaba el paso del tren por el Valle de Lerma.