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16 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
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La party box, una tendencia que crece en los cumpleaños pandémicos

Recupera la magia del candy bar para un festejo en casa y con menos personas. Es muy económico en relación con su predecesor y se puede hacer de forma casera.
Martes, 17 de agosto de 2021 19:35

Al terminar el secundario la hoy diseñadora gráfica y artista en papel Carolina Isola (42) sentía inclinación por Bellas Artes, pero su papá, embargado por prejuicios lógicos para la época, no se mostraba convencido con su elección vocacional. “Vas a terminar haciendo dibujos en la peatonal”, le decía, proyectándola entre las filas de los artistas urbanos que se ofrecían a hacer retratos a los transeúntes que les salían al paso. Para alejarla de ese destino -al que adivinaba demasiado bohemio para su gusto- le propuso que fuera a estudiar a Buenos Aires como ella quería, siempre y cuando eligiera una carrera que aún no se hubiera abierto en Salta.

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Al terminar el secundario la hoy diseñadora gráfica y artista en papel Carolina Isola (42) sentía inclinación por Bellas Artes, pero su papá, embargado por prejuicios lógicos para la época, no se mostraba convencido con su elección vocacional. “Vas a terminar haciendo dibujos en la peatonal”, le decía, proyectándola entre las filas de los artistas urbanos que se ofrecían a hacer retratos a los transeúntes que les salían al paso. Para alejarla de ese destino -al que adivinaba demasiado bohemio para su gusto- le propuso que fuera a estudiar a Buenos Aires como ella quería, siempre y cuando eligiera una carrera que aún no se hubiera abierto en Salta.

Test vocacional mediante, surgió el Diseño Gráfico, que Carolina cursó en la Universidad de Buenos Aires.

“La verdad es que ahora le agradezco por la amplia gama de herramientas que me brindó la carrera”, reflexiona ella, volviendo la mirada sobre el hombro y contemplando el camino recorrido. Una vez recibida, transitó sendas habituales como la publicidad gráfica, pero cuando se convirtió en madre de Nina (12) y Emma (10) dejó la relación de dependencia para trabajar desde el hogar y paso a paso se fue aproximando a la idea que se había representado originalmente.

Desde el primer cumpleaños de sus hijas, Carolina indagaba en las colecciones de imágenes sobre eventos que proponía la plataforma Pinterest. Suspiraba entre aquellas explosiones de colores y perfección, pero a sabiendas de que allá los organizadores de eventos disponían de tiendas especializadas para el rubro como Joans, Hobby Lobby y Michaels.

Haciendo gala de su ingenio, ella compró muebles para restaurar en ferias de garaje y encargó a un carpintero piezas diseñadas por ella de antemano. Sus conocimientos le permitieron crear en su mente objetos plegables adecuados para hacer caber en el auto Gol con que los transportaba de lunes a domingos, de un evento a otro. Su primera marca, ChiquiPop, se inició “haciendo de todo y buscando el nicho”, con los equipos de candy bar que alquilaba.

“El candy bar es una puesta escenográfica. El show de hacer foco en la celebración es muy de madre primeriza y comienza con el babyshower y hasta los cinco años de los hijos”, definió Carolina. Agregó que representa para la familia anfitriona una invitación al juego de trasponer la puerta de un mundo mágico. “Cuando iba a armar el candy bar, una vez finalizado traían a los niños cumpleañeros para que lo vieran antes de que empezara la fiesta y ellos decían: ‘¡Guauuu!’. Todo era la sorpresa y la emoción. Realmente era adictivo preparar las mesas y esperar a ese momento”, señaló Carolina. Luego agregó que “el candy bar narra una historia. Vos te acercás a agarrar un bon o bon y ves algún personaje o elemento relacionado con esa historia que proponés”.

Carolina Isola asegura que trabajar con el papel requiere de paciencia e ingenio. Pablo Yapura

Ella les contagiaba su afición a los clientes, que se iban fidelizando al tener recuerdos de las transiciones y la maduración en los gustos e intereses de sus hijos, como si, a través del candy bar, obtuvieran postales de la vida que no solo revelan sentidos profundos de la psiquis y el desarrollo, sino sentires y modas de determinada época. Carolina atravesaba etapas con los hijos de sus clientes, sin sobresaltos y siempre en mejora continua. Sin embargo, irrumpió la pandemia por coronavirus hiriendo de lleno al sector de la organización de eventos, que actualmente está siendo él último en volver a la normalidad.

“Hubo mucho silencio por muchos meses. Igual, todas las clientas me llamaron. Siempre me manejé con una agenda. Una detrás de otra me iban diciendo, de golpe, ‘no hacemos’. No era: ‘Veremos qué pasa’”, relató Carolina.

La pandemia se desgranaba sin fin sumando quincena tras quince cuando ella se preguntó, como todos los que trabajaban en el sector, de qué manera iba a sustentarse.

Así los accesorios de papel, que ya elaboraba para ofrecer un diferencial a su servicio, cobraron protagonismo, y nació su flamante marca, Pop, by Carolina Isola, que se especializa en party box. Y la palabra en boga para muchos emprendedores también se abrió paso en su arte: reinventarse. “Corté con el candy bar para siempre porque necesitaba centrarme en esto. Cuando lo empecé a explorar, a meterme en el mundo del papel, sentí que allí quería quedarme”, definió.

Una tendencia instalada

El candy bar surgió en los años 50 en Estados Unidos y se popularizó en Salta hace menos de una década. Está regido por una temática y dispuesto en mesas de diferentes tamaños y pies para dar un realce armónico a todos los elementos que exhibe como caramelos, chupaletas, chocolatines y bombones, galletas, pop cakes, macarrons, cupcakes, porciones de torta o minitortas y shots o postres boutique.

Se compone de variados tipos de contenedores para la mesa, frascos, bases con altura y accesorios como teteras, tazas, plantas o almohadones. También está enmarcado por telones y cortinas detrás de la mesa central. En el entorno se disponen aire banderines, minifloreros o frascos con velas colgando. Entre los productos asoman cartelitos que indican tipos de golosinas o sabores, e incluso mensajes personalizados que se relacionan con el espíritu que se quiere crear en el evento. Dejarlo supuso para Carolina un giro de 180°.

Los bolillos propios del fondant y aquí usados para moldear las curvaturas de pétalos y hojas se pueden suplir por canicas. Pablo Yapura

“Al que le gusta el candy bar, quiere el candy bar o nada. Pero nunca fue económico y requiere una inversión que no vale la pena si no va a haber 50 invitados al menos”, reconoció. Atendiendo razones de cuidado personal que muchos cumplen a pesar de la flexibilización en las restricciones y también la precariedad económica propia de un escenario económico recesivo, Carolina propuso la party box, una decoración de disposición zonificada que incluye una guirnalda polka dot, otra con flecos, otra carrusel, un banderín de triángulos, el nombre del festejado, ocho globos y un adorno para torta, a un buen precio.

“Recomiendo armar todo junto para que enmarque la torta o un rincón para fotos”, precisó Carolina, que también acotó que el efecto se disipa si los elementos se dispersan.

El arte del papel

A raíz de la party box ella se plantó a mirar desde otra perspectiva el material del que hacía sus accesorios. El papel se le presentó en su origen como aquella hoja delgada hecha con pasta de fibras vegetales molidas, blanqueadas y desleídas en agua, que se hace secar y endurecer por procedimientos especiales. ¿Qué otros productos podría hacer con él? “Uno dice papel y piensa que es frágil, que se rompe y que no dura mucho en el tiempo; sin embargo, depende de qué papel. Al buen papel lo podés moldear, hacer con él estructuras tridimensionales, figuras pequeñas”, reflexionó. Justamente ahora da cursos, presencial y on line, para “madres manualistas” como ella. “Las manualidades, para el que le gusta hacerlas, son muy terapéuticas. De paso aprendés y te ponés en contacto con materiales nuevos, que te ayudan a seguir creando en casa”, definió. Agregó que se trabaja con lo que se tiene a mano porque no se precisa de una herramienta específica. Por ejemplo, los bolillos propios del fondant y aquí usados para moldear las curvaturas de pétalos y hojas se pueden suplir por canicas u otros instrumentos que tengan bases redondeadas como un palo de amasar. “Para iniciarse en casa con un curso on line o tutorial recomiendo usar las cartulinas de los chicos, como el blog El Nene, y recién si quedó como a uno le gusta comprar el papel especial para esto”, destacó.

Las flores de la party box se pueden guardar y sacar a relucir en otros eventos o colocarlas sobre la cuna del bebé o las camas de los niños. Pablo Yapura

Estos papeles son importados y algunas papelerías del centro de la ciudad los comercializan. Para hacer el rosetón que rige una guirnalda de party box, por ejemplo, se necesita cortar y acomodar un mínimo de 24 pétalos, aunque va engrosándose dependiendo de cuán frondosa la desee quien la está haciendo. Pliego tras pliego se encarece el conjunto, por lo que ella sugiere “hacer la central más llamativa con el papel caro y mechar las secundarias con otros tipos de papel para balancear el presupuesto”.

Los tiempos de la nueva normalidad vienen acompañados de una revisión de las prioridades, tal vez dejando atrás las grandes decoraciones en estructuras de dos por dos metros, pero no el desde de celebrar con ingenio y creatividad.

También por ello las flores de la party box adquieren un carácter imperecedero. Se pueden guardar y sacar a relucir en otros eventos o colocarlas sobre la cuna del bebé o las camas de los niños. En el caso de las mujeres, dijo Carolina, quedan bien en vestidores o un espacio personal de trabajo u ocio, como un escritorio.

“Ahora me encuentro en mi salsa: esto es lo que quiero hacer de acá a la eternidad”, cerró Carolina, quien animó a darse ideas de party box en Pinterest para hacer en casa y festejar a lo grande.

Redes sociales

Se puede contactar a Carolina Isola en su cuenta de Instagram @popbycaro, donde también publica sus trabajos y diversos contenidos. 

 

 

 

 

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