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Moral binaria y prédica del odio

Jueves, 19 de agosto de 2021 02:29

Los casos de Facundo Astudillo Castro y de Santiago Maldonado tienen en común algunos rasgos, y enormes diferencias en otros.

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Los casos de Facundo Astudillo Castro y de Santiago Maldonado tienen en común algunos rasgos, y enormes diferencias en otros.

El tatuador murió ahogado en un río de Chubut luego de haber participado de un enfrentamiento entre activistas indigenistas y gendarmes. Sus restos aparecieron varios meses después y las pericias demostraron que no presentaba más lesiones que las del ahogamiento. Hasta entonces, la oposición antimacrista montó una campaña para instalar la idea de que había sido víctima de "un nuevo terrorismo de Estado". Un falso testigo declaró haber visto cuando los gendarmes los torturaban. Una red de inteligencia kirchnerista construyó una creencia. En tanto, una sociedad cada vez más laica y atea descubría que los "deconstruccionistas" comulgan con la mitología mapuche y obstruían la investigación en nombre de los "territorios sagrados". Facundo Astudillo, en cambio, tuvo incidentes con la policía bonaerense por violar la cuarentena. Sus huesos aparecieron en un río, meses después, y es imposible saber cómo murió. El nuevo oficialismo (antimacrista siempre) se olvidó rápidamente de un tema que involucra a la policía de Axel Kicillof y que se originó en un conflicto por las medidas sanitarias dispuestas por Alberto Fernández. El mismo presidente que reclamaba cárcel para quienes no cumplieran el aislamiento, hicieran fiestas privadas o anduvieran por la calle a cualquier hora. Es una visión binaria del mundo y de la ética. Por eso no extraña que el martes, un asesor de Kicillof, el médico Jorge Rachid haya celebrado la victoria de los talibanes en Afganistán, burlándose de los que trataban de huir de Kabul. Tampoco sorprende que, en 15 años, nadie se haya preocupado demasiado por la desaparición de Julio López, ex detenido desaparecido y secuestrado luego de declarar contra el máximo represor de la Bonaerense. Ocurrió cuando Néstor Kirchner era presidente, Felipe Solá, gobernador y Aníbal Fernández decía que "el amigo López debe estar tomando el té con una tía".

 

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