¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

23°
19 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Por qué en Argentina al señalar un error gramatical hay que disculparse

Mercedes Morán le hizo ver a Soledad Pastorutti un mal uso en los tiempos verbales. Ante las críticas personales la actriz terminó diciendo que su mamá era maestra. 
Jueves, 19 de agosto de 2021 02:44

Todo comenzó cuando Soledad Pastorutti, jurado de La Voz Argentina, el viernes pasado le hizo una devolución a la dupla de Sebastián Pérez y Pilar Suárez, integrantes del equipo formado por Ricardo Montaner.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Todo comenzó cuando Soledad Pastorutti, jurado de La Voz Argentina, el viernes pasado le hizo una devolución a la dupla de Sebastián Pérez y Pilar Suárez, integrantes del equipo formado por Ricardo Montaner.

“Si tendría que evaluar la presentación de hoy, es obvio que Sebas estuvo mucho más ajustado”, dijo la cantante.

Mercedes Morán, fiel televidente del reality show cazatalentos conducido por Marley, le marcó a La Sole, a través de Twitter, que había cometido un error en la correlación de los tiempos verbales.

“¡TUVIERA!”, le puso en la red social. E, inmediatamente, su tuit se transformó en un hilo con comentarios a favor y en contra de su accionar.

“Lo dice mal en todos los programas” y “Es tan divina, es una pena que nadie le diga”, fueron algunos de los aportes que concordaron con que se le haya mostrado a la cantante su concepto equivocado. Pero otros pusieron a Morán en un lugar incómodo. “Se corrige en privado y se felicita en público... A eso, mi querido amigo, se le llama educación”, le espetó uno de sus 273 mil seguidores. Sintiéndose obligada ante semejante repercusión, la actriz especificó por qué había intervenido. “Soy fan de @sole_pastorutti. Tuve una madre maestra, sepan disculpar”, escribió el domingo pasado, para aquietar la furia de los fanáticos La Sole. Aunque “el huracán de Arequito” no se sintió aludida como para pronunciarse al respecto, cabe preguntarse por qué perviven estas dificultades para emplear correctamente las proposiciones condicionales y la correlación de los tiempos verbales, incluso en las personas que han alcanzado niveles altos de instrucción. También por qué enarbolar la bandera del correcto uso de la gramática del español genera tanta antipatía en nuestro país, al punto de tener bien asumido que luego de hacerlo hay que disculparse.

Una mirada

En su libro “Escribir en español, claves para una corrección de estilo” (2010, Santiago Arcos Editor), la profesora en Letras y doctora en Ciencias del Lenguaje María Marta García Negroni señala que “los tiempos verbales poseen dentro del sistema de la lengua significados específicos que determinan sus posibilidades de empleo en el discurso. No obstante, en ocasiones las particularidades del contexto en la que aparece una determinada forma verbal, su referencia concreta o la perspectiva del sujeto de la enunciación pueden traer aparejada la modificación de esos significados iniciales e incluso la neutralización de ciertas oposiciones, reduciéndolas, en algunos casos, a diferencias de matices expresivos”.

En este marco enuncia que las proposiciones condicionales expresan la situación o circunstancia indispensable de la que depende la realización de lo enunciado en la oración principal. En efecto, se trata de una construcción compleja, en la que una oración subordinada (prótasis condicional, que introduce el supuesto) depende de otra principal (apódosis, que indica la consecuencia o el resultado de lo expresado por la condición).

Así, siguiendo a García Negroni, estos matices de sentido para expresarse correctamente van a requerir del hablante que seleccione determinados tiempos verbales, algunos de diferentes modos, y no otros.

Las proposiciones condicionales de este modo se clasifican en reales potenciales e irreales. Las reales son aquellas en que la condición no es una hipótesis, sino una evidencia o un hecho general a partir de los cuales se enuncia una consecuencia: “Si llega a los 100°, el agua se evaporará”. Mientras que las irreales implican condiciones imposibles o irrealizables, porque el tiempo de cumplirlas cesó o la realidad que las circunscribe es inmutable.

Puntualmente la que fue mal “ejecutada” por Soledad Pastorutti se engloba entre las potenciales y se construye ligando una prótasis condicional en pretérito imperfecto del modo subjuntivo y una apódosis en condicional simple del modo indicativo. “Si tuviera que evaluar la presentación de hoy, diría que es obvio que Sebas estuvo mucho más ajustado”.

“Se trata de condiciones presentadas como menos probables o más hipotéticas que las reales. Ejemplos: ‘Si tuviera dinero, viajaría en primera’ o ‘Si se hicieran mejores películas, la gente iría más al cine’”, completa García Negroni en su libro.

El Dr. en Periodismo Álex Grijelmo señala en su obra “El estilo del periodista” (2014, Santillana Ediciones Generales S. L.) que estas formulaciones verbales tienen mucho que ver con la psicología del hablante.

“Podemos decir: ‘Si vinieras, te invitaría a comer’. Y también ‘Si vienes, te invitaré a comer’. Incluso ‘Si vienes, te invito a comer’. Las tres frases significan en esencia lo mismo (en todos los casos la comida es gratis), pero hay diferencias psicológicas entre ellas. La primera -‘Si vinieras, te invitaría a comer’- retrata nuestra desconfianza con respecto a la posibilidad de que la persona en cuestión venga. La segunda -‘Si vienes, te invitaré a comer’- expresa que ciertamente creemos en la posibilidad de que acepte. Y la tercera -‘Si vienes, te invito a comer’- refleja nuestra mayor confianza aún en esa posibilidad, que acercamos al momento presente certificando así su inminencia”, detalla Grijelmo.

El foco, en la educación

Los propios seguidores de Morán marcaron que Soledad Pastorutti recurre en este error gramatical cuando expresa sus evaluaciones al tomar sus turnos de habla como jurado de La Voz; sin embargo, ella lejos está de ser una usuaria excepcional del español. De hecho, sin estudios que lo comprueben fehacientemente en la mano, no se equivocaría quien afirme que son más los que incurren en errores al emplear la correlación de los tiempos verbales que los que las usan adecuadamente.

¿Este fenómeno se deberá a una menor instrucción en gramática normativa desde hace años en Argentina, específicamente desde que el Polimodal (que se implementó en el país entre 1993 y 2011) dictara el desplazamiento de la enseñanza de la gramática a partir del auge del enfoque comunicativo? Si esta disciplina resulta imprescindible para “entender la estructura de las palabras, las formas en que estas se enlazan y los significados a los que tales combinaciones dan lugar” (según expone la Asociación de Academias de la Lengua Española en su manual “Nueva gramática de la lengua española” de 2010) no debería sorprender a alguien que en los tres niveles educativos los estudiantes presenten serias dificultades para expresarse oralmente y por escrito, y para comprender lo que leen. ¿Es esta una consecuencia de la mala fama de los ejercicios de fijación que eran populares antes de la irrupción del Polimodal -y que luego no regresaron-, en los que se trabajaba la correlación entre los tiempos y modos verbales a partir de ejemplos reiterados y que debían completarse?

Es decir, aquellas oraciones interrumpidas por paréntesis en los que se indicaba el verbo en persona, número, tiempo y modo (tener, 1 pers. del sing. del pret. perf. del MI) que había que reponer para que se completara el sentido de la frase.

También, ya a un nivel más personal, por calificarlo de algún modo, ¿por qué se pierden el buen hablar y el buen escribir, al punto de que hay que disculparse (como el caso de Morán que arguyó que su madre era maestra y que “le encanta” La Sole) por emitir una crítica constructiva?

De otros tiempos

En diálogo con El Tribuno el profesor en Letras Francisco Fernández, corrector de textos y exdocente universitario, señaló que es un fenómeno de varias aristas y complejo de analizar, pero no eludió su mirada sobre el tema. “Hay un avasallamiento del inglés en nuestra lengua. Comercialmente se han impuesto un montón de palabras que vienen y están descontextualizadas en nuestro idioma y cuesta interpretarlas. Por supuesto que en la mayoría de las situaciones esas palabras, conforme con las formas del inglés, son más sintéticas, directas, no como en el español que necesitamos algún artilugio para sabernos expresar claramente”, destacó.

Añadió que justamente las conjugaciones de los verbos en inglés, más sencillas, constituyen “una invasión que no es favorable para seguir lo que nos dicta la gramática y las formas correctas de expresarnos”.

También se refirió a la baja tolerancia de las camadas de alumnos desde hace unas cuantas décadas para revisar en tareas de reformulación textual o discursiva aquellos conceptos que no hubieran adquirido.

“Nosotros nos llevamos por el facilismo. Me ubico en la educación que nos han dado en el Bachillerato Humanista con el griego, el latín y la enseñanza del español, que es un idioma muy difícil, para nada sencillo. Por supuesto que nosotros, los hablantes del español, sabemos expresarnos y somos capaces de decir lo que queremos de modo perfecto, especialmente en el hablar”, argumentó.

“He visto una dejadez generalizada para aprender la gramática del español. Los alumnos ven complicado el asunto y hacen lo que pueden. Tampoco están incentivados a lo contrario, salvo algunos que tienen sus apetencias con respecto a la lengua, que saben escribir y tienen una educación poética. A la mayoría le basta con su forma de expresarse verbalmente para reproducirla por escrito”, señaló, alarmado por las inadecuaciones de registros que también se vuelven perceptibles en las producciones escritas de los estudiantes.

Y siguiendo su razonamiento, si lo malo de que hablamos mal es que nos entendemos, cabe plantear la responsabilidad que les toca a los medios de comunicación por cuidar las formas.

“Existe mucha informalidad para comunicarse en los medios. Antes se tenía cuidado desde el tratamiento respetuoso de usted que empleaban quienes estaban detrás de un micrófono y que se estimaba una norma muy saludable. Después se trató -y se trata- de hablar entre iguales. A partir del tuteo o voseo se llegó a naturalizar también el no hablar tan correctamente ante las cámaras”, indicó Fernández.

Luego subrayó que la informalidad, antaño censurable, “conduce a expresarse como cuando uno habla con los amigos, y, por lo tanto, se incurre en estas expresiones que no son las mejores”.

Si los saberes filológicos, lexicográficos y gramaticales, que Álex Grijelmo estima que se deben adquirir para que siga existiendo “el genio de la lengua”, están “pasados de moda”, la reflexión final, a cargo de Francisco Fernández, no resulta alentadora.

“Cuesta mucho formar a los chicos en gramática, que hace a la buena expresión, y esta también a la educación y el respeto. Creo que tampoco los docentes están bien preparados para eso y en eso han fallado las universidades y los terciarios al formarlos. No son como los docentes antiguos que tenías una exquisitez para expresarse y transmitir la lengua… Estamos perdiendo el buen sentido de la expresión, y las perspectivas no son buenas”, concluyó Fernández.

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD