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Liliana Bellone: “Desde mi primera novela, 'Augustus', el mundo femenino es núcleo narrativo de mi escritura”

La escritora recorre parte de su trayectoria en las letras, en la que la escritura, la ficción y la escena contemporánea cobran relevancia.
Viernes, 27 de agosto de 2021 13:53

La literatura que escribe Liliana Bellone no conoce fronteras y las conoce, quizá por ello transita por tiempos y geografías que siente y hace propias de una forma sutilmente lírica y a la vez con la precisión del ensayo. Discurre en el horizonte de la palabra sobre mundos y sueños. “En Italia se tradujeron y editaron cuatro libros míos. En España me publicaron tres: ‘Puccini. La biografía americana’, en 2019, ‘El libro de Letizia. Novela de Capri’ en 2020 (este libro -acotamos- ganó el Premio Novelas Ejemplares, de Universidad Castilla La Mancha y Editorial Verbum de Madrid) y el ensayo ‘Novela, mujeres y política en Jorge Luis Borges’, en coautoría con Antonio Ramón Gutiérrez en 2021”, cuenta a propósito de ese transitar.

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La literatura que escribe Liliana Bellone no conoce fronteras y las conoce, quizá por ello transita por tiempos y geografías que siente y hace propias de una forma sutilmente lírica y a la vez con la precisión del ensayo. Discurre en el horizonte de la palabra sobre mundos y sueños. “En Italia se tradujeron y editaron cuatro libros míos. En España me publicaron tres: ‘Puccini. La biografía americana’, en 2019, ‘El libro de Letizia. Novela de Capri’ en 2020 (este libro -acotamos- ganó el Premio Novelas Ejemplares, de Universidad Castilla La Mancha y Editorial Verbum de Madrid) y el ensayo ‘Novela, mujeres y política en Jorge Luis Borges’, en coautoría con Antonio Ramón Gutiérrez en 2021”, cuenta a propósito de ese transitar.

Su primera novela, “Augustus”, ganó el premio de Casa de las Américas en 1993. Nombres, lugares y tiempos en este recorrido dan dimensión a una escritura brillante y sugerente. Mujeres, Borges, los clásicos y el universo de la ficción y de los hechos que han sido despiertan y dicen en la voz de Liliana Bellone. El Tribuno habló con ella sobre esas pasiones y ocupaciones. Partiendo de sus novelas publicadas en Italia -“Eva Perón, allieva di Nervo”, “Frammenti di un sécolo”, “Sulle tracce di Elena” y “Il libro di Letizia. Romanzo di Capri”, editada en España en 2020 como “El libro de Letizia. Novela de Capri”- y la referencia de esos títulos a nombres propios, comenzó la charla.

Nombres de mujeres -Eva, Elena y Letizia- están en tres de tus títulos. ¿A qué te remite cada uno de ellos?

Desde mi primera novela, “Augustus”, el mundo femenino es núcleo narrativo de mi escritura, lo que, según la crítica, se anuncia ya en “Retorno”, primer libro de poemas de 1979, en especial a través de la figura de Helena de Troya, la Helena de Homero, el mítico personaje de la épica griega y en las referencias a cuadros y pinturas como el célebre “Mujeres de Argel en su casa”, de Delacroix, y de manera menos explícita, a modo de palimpsesto, de hipotexto oculto y a veces no tanto, “La casa de Bernarda Alba”, de Federico García Lorca. La escritora y crítica cubana Mirta Yáñez ha señalado esta atmósfera como propia de la vida provinciana, en un artículo en la revista Casa de las Américas: “El horror a la aldea en Augustus”. El nombre Elena/Helena tiene que ver con una parienta de mi madre, su madrina y que fue muy importante en su vida. Vía de ese nombre encontré a los personajes de “Augustus”: las hermanas Campassi, nacidas el 18 de agosto, día de Santa Helena, la madre del emperador Constantino. Claro, Elena también era la reina de Italia, la esposa de Víctor Manuel y los orígenes piamonteses de los personajes de la novela y, los personales míos, o sea los fantasmas familiares, conformaron la historia sostenida por esos nombres que tornarán en “Fragmentos de siglo” de 1999, que fue traducida en Italia con el título de “Frammenti di un secolo”, donde la griega Elena, se convierte en Hélène -reminiscencia de Ronsard- y es una escritora ciega que acompaña a las voces narrativas -Ana, Sylvia, Ismael, alter ego de Carlos Giordano, profesor de la carrera de Letras de la Universidad de Salta entre 1974-1976 y que debió exiliarse en Italia en 1976-. Esta novela fue presentada en la Universidad de Calabria, precisamente, como homenaje a Carlos Giordano quien dio clases en esa universidad hasta su muerte, en 2005.

“Fragmentos de siglo” es un homenaje a amigas, amigos, compañeras y compañeros que fueron víctimas del terrorismo de Estado, toda una generación. Los nombres de los personajes también son reales y remiten a personas que existieron: Ismael, Joaquín, Ángel, Sylvia, Ana María, Carlos y que se repiten en colecciones de cuentos y relatos como “El rey de los pájaros” de 1992 y “De amores y venenos” de 1998. El 18 de agosto, día de Santa Helena, coincide con la fecha de nacimiento de Helena /Elena Hosmann Frers, la protagonista de “En busca de Elena”, un relato que articula la biografía, la historia y la ficción, ya que narra la vida de la fotógrafa argentina Elena Hosmann, casada con el ingeniero y escritor caprense Edwin Cerio, que viniera a la Argentina a principios del siglo XX para construir el ferrocarril trasandino a Santiago de Chile. La historia se narra desde las voces de un poeta -Raúl Aráoz Anzoátegui-, un novelista -Néstor Saavedra- y un arqueólogo. ¿Por qué estas voces? Sencillamente porque Elena estuvo en los Valles Calchaquíes y se relacionó con los poetas del noroeste argentino de la generación del 40, en especial con el grupo de La Carpa; estuvo en Tucumán y en Salta tomando fotografías étnicas junto a la musicóloga Isabel Aretz-Thiele. Seguramente conoció a Gertrude Chale, Manuel J. Castilla, Raúl Galán y tantos otros antes de viajar a Bolivia y al Perú, donde continuó con su trabajo de investigación. Elena amaba la música y el arte y adhirió al feminismo de la época. Se casará con Cerio y tendrán una hija en Buenos Aires, Letizia Cerio, quien luego será la famosa amiga de Borges: Letizia de Álvarez de Toledo. ¿Y cómo me encuentro con Elena Hosmann? Gracias a Evita. En 2014, en Capri, durante la presentación de “Eva Perón, alumna de Nervo”, editada en Italia por Oèdipus como “Eva Perón, allieva di Nervo”, los amigos y amigas del Centro Cerio y de la Universidad de Salerno y la Federico II de Nápoles me hablaron de Elena, la esposa de Edwin Cerio y madre de la inolvidable Letizia, gran mentora de la actividad artística, científica y cultural de Capri, desde la literatura, la fotografía, la música y el cine. Entonces, investigué y descubrí que Elena Hosmann había estado y está muy cerca de nosotros, en los caminos de los Valles Calchaquíes, en el recuerdo y en la evocación de los poetas de esta región latinoamericana. Y encontré la articulación entre su mundo europeo y Abya Yala, la “América profunda”, como señala la crítica italiana Rosa María Grillo y, recientemente, nuestra estudiosa y escritora Elisa Moyano en un libro sobre mi obra: “Desde Europa a la América Profunda en la narrativa de Liliana Bellone”, que pronto aparecerá en España. O sea: una gran mujer, Eva Perón, me llevó hacia otra gran mujer, Elena Hosmann. Y la saga continúa en Letizia, la guía o sibila borgeana, ya que le señala al autor de “Fervor de Buenos Aires”, según la nota al pie de “La biblioteca de Babel”, que existe la posibilidad de un “libro infinito”, un “libro de arena”. La búsqueda de ese libro infinito, la búsqueda de todas las vidas, escritas y reescritas, es el tema del libro. El narrador-protagonista es el profesor Carlos Rafael Giordano, quien habla en la ficción-biografía desde su lugar de estudioso de la literatura argentina y como exiliado en Calabria, lugar que ha encontrado como sitio definitivo para morir, siempre evocando a la patria lejana, como un Odiseo sin regreso... Estas tramas de nombres, fechas y números son inacabables. Las encontré en otras novelas que escribí: “Puccini. La biografía americana” y en la inédita “Guayaquil”, donde, además, las fechas se relacionan con los fantasmas familiares.

En “Fragmentos de siglo” hacés también un cruce entre ficción y realidad. ¿Por qué fragmentos?

“Fragmentos de siglo” surgió como un homenaje a un libro que sentí fundamental en aquellos años: “Fragmentos de un discurso amoroso”, de Roland Barthes. Además, son fragmentos de cartas, diarios íntimos y papeles que han quedado como testimonio del amor, la amistad, la violencia, la política, la literatura y el arte.

Lo cabalístico, desde nombres y lugares, y la remisión a la historia y a la literatura se entraman en tu escritura en un juego borgeano... ¿Esa búsqueda a dónde te llevan?

Los nombres y las cifras, como en Borges, son mi guía cuando escribo, el hilo de Ariadna para entrar y salir de un laberinto que es el lenguaje, los sueños, las fantasías, el deseo, el enigma de la vida, esa búsqueda de respuesta, el centro del laberinto, quizás vacío, o habitado por el amado y temido Minotauro, eso que la literatura busca incansable.

¿La lectura de un buen libro te provoca escribir?

Cuando escribo me acompañan las lecturas. En el caso de “Augustus”, hubo dos compañías: “Eugenia Grandet”, de Balzac y “Pedro Páramo”, de Juan Rulfo. Claro, las Campassi son un Pedro Páramo femenino. En “Fragmentos de siglo” me acompañaron Proust con los tomos de “En busca del tiempo perdido” que me regalaba mi madre todas las semanas. Y detrás de Proust encontré de nuevo a Balzac. Según Julia Kristeva en “El genio femenino”, el tercero, dedicado a Colette, encontré esa extraña filiación con los dos grandes novelistas franceses y, de paso, con la literatura bucólica-pastoril, virgiliana, que constituye la narrativa de “Las viñas del amor”.

¿Siempre viviste en Salta?

Nací en la ciudad de Salta, viví en General Güemes y en Cerrillos. Pero mi lugar es la residencia que “uno se construye al margen del tiempo”, como dice Marguerite Yourcenar. Viajé varias veces a Cuba y me encontré con la vida intelectual tan rica de ese país. Di clases con Antonio Gutiérrez en la Universidad de La Habana, en el Centro Dulce María Loynaz que todavía conserva el hálito de Lorca, en el Centro Martiano. Estuvimos varias veces también en Italia, cuna de mi abuelo paterno, Alessandria, donde nació Umberto Eco, y en España, en Castilla, a orillas del Duero, cuna del mi abuelo español.

¿Cuándo sabés que un libro está terminado?

Desde el comienzo de una novela, “veo” su final. “Visibilidad”, según Ítalo Calvino. Y hacia ese punto me encamino. “El arte de empezar y el arte de terminar”, dice también.

¿Qué estás leyendo?

En estos tiempos complejos, la lectura fue mi compañera, escribí poemas y estoy terminando un texto entre poema-novela-teatro donde me acompañan libros que releo y encuentro en los estantes de la biblioteca y que son protagonistas de mi escritura. Como siempre: Virgilio, sus Geórgicas y Bucólicas, Dante, el de la “Vita Nuova”, Cervantes... Y reencontré a Gide, a Virginia Woolf, a Chejov, a Colette y a muchos españoles, desde San Juan de la Cruz a Teresa de Jesús, Calderón de la Barca, a Juan Ramón Jiménez, a Delibes, a García Lorca y di un paseo americano, junto a Cortázar y Borges, que están en todas mis novelas, con Mallea y Murena.

***

Una vasta trayectoria

La escritora Liliana Bellone, nacida en Salta, por ascendencia paterna también tiene nacionalidad italiana. 

Es profesora en Letras y crítica literaria. Ha publicado libros en poesía, ensayo, narrativa y teatro. En novelas, publicó “Augustus” (1993), Premio Casa de Las Américas, “Fragmentos de siglo” (1999), “Las viñas del amor” (2008), “Eva Perón, alumna de Nervo” (2010), “En busca de Elena” (2017), “Dafne y el crimen de la montaña” (2019), “Puccini. La biografía americana”, (2019).

Obtuvo el Premio Novelas Ejemplares, España, por “El libro de Letizia. Novela de Capri”, publicada por Verbum en 2020. Con Antonio R. Gutiérrez ha publicado el ensayo "Novela, mujeres y política en Jorge Luis Borges", Editorial Verbum, Madrid, 2021. Traducida y editada en Italia y con publicaciones en España, fue invitada a dictar cursos y conversatorios en universidades y centros culturales de la Argentina, Bolivia, Cuba, Italia y España. Figura en numerosas antologías argentinas y latinoamericanas. Colabora con artículos de crítica literaria en la revisa Casa de las Américas de Cuba, y otros medios de difusión de América Latina y Europa.

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