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La profecía de Bin Laden

El atentado a las Torres Gemelas tuvo lugar en septiembre de 2001.
Domingo, 29 de agosto de 2021 11:40

En un mundo interconectado e interdependiente donde dos superpotencias compiten por la supremacía, todo acontecimiento que afecte al presidente de EEUU tiene implicancias a escala global. La bochornosa retirada de las tropas norteamericanas de Afganistán colocó contra las cuerdas a Joe Biden. El deterioro de la imagen del mandatario estadounidense, registrado apenas siete meses después de su ingreso a la Casa Blanca, genera inquietud entre los aliados de Washington, preocupados por la crisis de liderazgo en la que todavía es la primera potencia mundial.
Tal vez por aquello de que las desgracias nunca vienen solas, el hecho coincidió con la conmemoración del vigésimo aniversario de los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York y la sede del Pentágono en Washington, que desencadenaron la intervención militar dispuesta por George W. Bush con un amplio respaldo de la oposición demócrata y la opinión pública.
El episodio disparó asimismo una escabrosa revelación sobre Biden contenida en una carta escrita por Bin Laden en 2010.
El impacto más devastador fue entre los socios de la OTAN. El español Joseph Borrell, canciller de la Unión Europea, expresó ese sentimiento con inusual crudeza: “Lo digo bien claro y a lo bruto: esto es una catástrofe”. Nobert Rottgen, titular de la Comisión de Relaciones Exteriores del Parlamento alemán, señaló: “Digo esto con gran pesar y con espanto por lo que está pasando, pero el retiro prematuro de tropas fue un error de cálculo garrafal y de largo alcance de la actual administración norteamericana”. El conservador británico Tom Tugendhat sostuvo que “Afganistán es el mayor desastre de política exterior desde Suez”, en referencia al fracaso de la intervención militar anglo-francesa de 1956 por el estratégico canal de Egipto, cuyo fracaso constituyó el acta de defunción del imperio británico.
En ese clima de adversidad, el historiador británico Paul A. Nuttall, exmiembro del Parlamento Europeo, exhumó la documentación secuestrada por el comando estadounidense que en mayo de 2011 asaltó la fortaleza privada en la que estaba refugiado Osama bin Laden en Pakistán.
Resulta también extrañísimo que el exhaustivo escrutinio que el periodismo estadounidense realiza sistemáticamente sobre la vida pública y privada de todos los aspirantes a la presidencia haya omitido la existencia de un documento que puede consultarse en el sitio web del Centro de Lucha contra el Terrorismo de la Academia Militar de West Point.

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En un mundo interconectado e interdependiente donde dos superpotencias compiten por la supremacía, todo acontecimiento que afecte al presidente de EEUU tiene implicancias a escala global. La bochornosa retirada de las tropas norteamericanas de Afganistán colocó contra las cuerdas a Joe Biden. El deterioro de la imagen del mandatario estadounidense, registrado apenas siete meses después de su ingreso a la Casa Blanca, genera inquietud entre los aliados de Washington, preocupados por la crisis de liderazgo en la que todavía es la primera potencia mundial.
Tal vez por aquello de que las desgracias nunca vienen solas, el hecho coincidió con la conmemoración del vigésimo aniversario de los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York y la sede del Pentágono en Washington, que desencadenaron la intervención militar dispuesta por George W. Bush con un amplio respaldo de la oposición demócrata y la opinión pública.
El episodio disparó asimismo una escabrosa revelación sobre Biden contenida en una carta escrita por Bin Laden en 2010.
El impacto más devastador fue entre los socios de la OTAN. El español Joseph Borrell, canciller de la Unión Europea, expresó ese sentimiento con inusual crudeza: “Lo digo bien claro y a lo bruto: esto es una catástrofe”. Nobert Rottgen, titular de la Comisión de Relaciones Exteriores del Parlamento alemán, señaló: “Digo esto con gran pesar y con espanto por lo que está pasando, pero el retiro prematuro de tropas fue un error de cálculo garrafal y de largo alcance de la actual administración norteamericana”. El conservador británico Tom Tugendhat sostuvo que “Afganistán es el mayor desastre de política exterior desde Suez”, en referencia al fracaso de la intervención militar anglo-francesa de 1956 por el estratégico canal de Egipto, cuyo fracaso constituyó el acta de defunción del imperio británico.
En ese clima de adversidad, el historiador británico Paul A. Nuttall, exmiembro del Parlamento Europeo, exhumó la documentación secuestrada por el comando estadounidense que en mayo de 2011 asaltó la fortaleza privada en la que estaba refugiado Osama bin Laden en Pakistán.
Resulta también extrañísimo que el exhaustivo escrutinio que el periodismo estadounidense realiza sistemáticamente sobre la vida pública y privada de todos los aspirantes a la presidencia haya omitido la existencia de un documento que puede consultarse en el sitio web del Centro de Lucha contra el Terrorismo de la Academia Militar de West Point.

 

¿Y ahora?

Envalentonado por el curso negativo de los acontecimientos, Trump pide ahora la renuncia de Biden. Pero esa exigencia del exmandatario, que fue el protagonista central del acuerdo con los talibanes sellado en Qatar en febrero de 2020 que estableció la retirada norteamericana de Afganistán, no es un episodio aislado. Robert O’ Neill, el soldado estadounidense que mató a Bin Laden, solicitó la destitución del actual mandatario porque “este presidente se rindió ante los talibanes”. La desazón cunde entre los 800.000 efectivos que combatieron en la guerra más prolongada de la historia de EEUU.
El argumento esgrimido por Trump para negociar con los talibanes y por Biden para implementar la retirada fue el compromiso asumido por los combatientes islámicos de quitarle su protección a Al Qaeda, ISIS y otros grupos afines. El cruento atentado terrorista perpetrado por el ISIS en las afueras del aeropuerto de Kabul en pleno proceso de evacuación reveló demasiado rápidamente la fragilidad de ese compromiso y puso de manifiesto la endeblez de la justificación empleada para el retiro de las tropas.
A diferencia de los talibanes, que plantean la creación de un “estado islámico” dentro de los límites geográficos de Afganistán, el ISIS-K inscribe su lucha en la concepción de un “internacionalismo islámico”, que supone una cruzada mundial contra los infieles. Abu Hamza al Qurashi, líder de esta facción, caracterizó el acuerdo de los talibanes con Washington como una “alianza entre el apóstata talibán y los cruzados para combatir al Emirato Islámico”. 
Pero los acontecimientos colocan bajo la lupa algo estratégicamente más relevante. Seth G. Jones, analista del influyente Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) de Washington, asevera que “Biden está visto como un presidente débil en este momento y él lo sabe. Está preocupado especialmente por ser visto como débil por China, pero eso podría también extenderse a América Latina”. En un escenario tan desfavorable, es posible imaginar que la Casa Blanca puede intentar alguna sobreactuación política que tienda a revertir la imagen de la decadencia del poder estadounidense. Biden tendrá que esforzarse para demostrar que esa carta de Bin Laden no constituía una profecía.
 

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