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Al límite del absurdo 

Martes, 31 de agosto de 2021 01:30

Hay momentos de la historia en los que la fragilidad se hace tangible. La fragilidad de un gobierno, del orden institucional, de vida política en sí misma y de la estabilidad social. Este es uno de esos momentos. Algunos episodios de los últimos días agotan la capacidad de asombro.

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Hay momentos de la historia en los que la fragilidad se hace tangible. La fragilidad de un gobierno, del orden institucional, de vida política en sí misma y de la estabilidad social. Este es uno de esos momentos. Algunos episodios de los últimos días agotan la capacidad de asombro.

La ministra de Seguridad, Sabina Frederic, protagonizó un caso cuando habló sobre el homicidio de un jubilado del conurbano, que enfrentó a tres asaltantes y abatió a uno de ellos, pero él también recibió dos balazos fatales.

El criminal muerto era chileno, había ingresado al país hace un mes y hace dos semanas fue detenido luego de asaltar y golpear brutalmente a dos jubilados. Sin embargo, fue liberado de inmediato. Ella, la ministra, opinó que “habría que pensar el sistema penal”. Consultada sobre el ingreso de un delincuente extranjero al país, la ministra, especializada en temas de frontera, dijo que ese no es el problema porque la mayoría de los delincuentes son argentinos. Luego añadió que “yo vivo en Temperley, y a mis vecinos los asaltan todos los días; yo tengo custodia, pero conozco el problema”. Y lo redondeó diciendo que “el conurbano es peligroso; Suiza es más seguro, pero más aburrido”. No se trataba de un espectáculo de Les Luthiers o un sketch de Alberto Olmedo. 

Pocos días antes, durante un acto político del Frente de Todos en Corrientes, un criminal no identificado disparó al grupo e hirió a un diputado provincial. La ministra se trasladó a esa provincia, hizo acto de presencia, pero nadie sabe quién fue el que disparó. Mejor dicho, los que saben no lo dicen. Resulta muy difícil esperar seguridad en el conurbano con 15 millones de habitantes, si en un probable crimen político un agresor no puede ser identificado ni detenido en Tapebicuá, el pequeño pueblo donde ocurrió el ataque, a 55 kilómetros de Paso de los Libres.

El episodio siguiente lo brindó el video que mostró a la profesora de Historia Laura Radetich agraviando a un alumno de un colegio industrial de La Matanza. Un alumno que la dejó sin respuestas.

Y para completar la saga del absurdo, la candidata por el Frente de Todos, Victoria Tolosa Paz, intentó encolumnarse con el video oficial que promete que “vamos a salir” (de la pandemia) y, en esa tónica de “día del estudiante” y en un programa de adultos “festivos”, dijo que “los jóvenes están cansados de aforos y quieren salir a bailar”, y agregó que “quieren ir a garchar, porque el peronismo es así; en el peronismo se garcha”. Es cierto que el voto de los jóvenes puede ser decisivo en esta elecciones, aunque nada garantiza que esos siete millones de personas de entre 16 y 25 años vayan a votar en una sola dirección, ni que la mayoría crea que la vida sexual es el problema más grave de los dos años de gobierno de Alberto Fernández. Y tampoco es probable que los insultos y las frases desaforadas de Javier Milei o el derrape de Tolosa Paz los seduzcan.

A los jóvenes les preocupa el futuro del país y el de cada uno de ellos. La deserción masiva del sistema educativo y la ausencia de perspectivas laborales es el problema para el que nadie ofrece respuestas. Y no las puede ofrecer la política de los antagonismos polarizados, que hace imposible un acuerdo mayoritario para construir un sistema educativo inclusivo y un sistema productivo sustentado en la realidad y no en el deseo. 

A dos semanas de las PASO nacionales, ambas partes apuestan a polarizar el enfrentamiento en las figuras de Alberto Fernández y de Mauricio Macri. 

La realidad, que es lo que debería debatirse en la campaña, indica que llevamos una década sin crecimiento económico, en franco retroceso tecnológico, con un ciclo lectivo perdido por la cuarentena y con un deterioro creciente del ingreso familiar y del trabajo decente. 

El problema más importante del país no es el aburrimiento, la falta de entretenimiento. Las encuestas sobre el humor social indican un enorme pesimismo sobre el futuro de las economías familiares. La imagen negativa de la mayoría de los dirigentes supera a la opinión favorable.

La frivolidad y los bloopers que se respiran en las redes sociales, especialmente en los tuits del presidente, son el reflejo de la fragilidad y la impotencia de un país sin capacidad de respuestas.
 

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