¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

27°
28 de Marzo,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Pese al desencanto, votar es apostar por la democracia

Domingo, 12 de septiembre de 2021 02:44

Las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias que se vienen realizando desde hace diez años encuentran hoy al país envuelto en un clima político y social crítico.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias que se vienen realizando desde hace diez años encuentran hoy al país envuelto en un clima político y social crítico.

La inflación y toda la incertidumbre que acarrea, el crecimiento incesante de la pobreza, la indigencia, el desempleo, la degradación educativa, la inseguridad y, además, la pandemia de COVID-19 ponen al descubierto la ausencia de horizontes.

En primer término, ninguno de los tres poderes del Estado alcanza a brindar certezas para el futuro. Quienes tienen a su cargo gestionar y legislar carecen de la consistencia que se espera de un proyecto político transparente, de un sistema democrático con sentido de la pluralidad y de equipos humanos preparados para las tareas que deben cumplir.

Sin partidos políticos con funcionamiento orgánico no hay democracia ni representación ciudadana.

El vacío conceptual de esta campaña se manifestó desde la transferencia al opositor de todas las falencias propias hasta spots absurdos y declaraciones eróticas y esotéricas, sin abordar (salvo tan honrosas como escasas excepciones) una idea acerca del rumbo a seguir.

En las primeras elecciones presidenciales, Raúl Alfonsín (1983) y Carlos Menem (1989) ganaron sus candidaturas en internas partidarias clásicas. En 1999, Eduardo Duhalde se convirtió en candidato excluyente del PJ y Fernando de la Rúa se impuso en las internas de la Alianza. Sin embargo, ya en ese momento se notaba escaso interés ciudadano por las elecciones internas. Tras la crisis de 2001 la fragmentación de los partidos se hizo notar en 2003. En las legislativas de 2009 la derrota de Néstor Kirchner y las candidaturas testimoniales de los intendentes del conurbano a manos de un frente encabezado por un recién llegado dieron origen a las PASO.

El propósito formal era democratizar la vida interna de los partidos políticos, hacer más genuina y transparente la representación política, generar competitividad en la construcción de las candidaturas y asegurar equidad en la competencia electoral. Analizando los resultados, lo cierto es que los partidos políticos han perdido, cada vez más, cohesión interna, participación de afiliados e identidad.

La gran mayoría de los ganadores -cuando hay competencia interna- responden al oficialismo partidario. En general, los partidos en el Gobierno presentan un solo precandidato. Los frentes o alianzas son solo acuerdos electorales que de ningún modo configuran un plan acordado de gobierno. La utilización del presupuesto del Estado a favor de los oficialismos se profundiza claramente tanto en las PASO como en las generales y no se ha reducido la fragmentación partidaria.

Uno de los propósitos de la ley que creó las PASO era la reducción del número de bloques en el Congreso, pero el balance muestra que se han multiplicado.

En un día como hoy, en el que el ciudadano tiene la posibilidad de hacer valer su voto, incluso a pesar de los desencantos que brinda la política, hay que destacar que ningún sistema democrático es perfecto; sin embargo, mirando hacia atrás, en la historia, y observando la realidad del mundo contemporáneo, ningún autoritarismo brinda las posibilidades de construir una vida digna, enmarcada en la libertad y los derechos humanos que sí encarna, como metas y como valores, la democra cia.

No es sencilla la realidad del mundo. Dictaduras anacrónicas, como las de Cuba y Nicaragua, o la descomposición progresiva del régimen venezolano, son síntomas extremos de una Latinoamérica atravesada por un retroceso notable en una era en la cual la tecnología y la educación imponen exigencias a la que nuestra región no responde. Y las referencias a nuevos liderazgos en el orden mundial están signadas, todas, por la intromisión despótica del Estado hasta en la intimidad de las personas, la eliminación de las disidencias o el dogmatismo teocrático.

Nos toca votar en momentos de desencanto, pero, por cierto, votar no es una mera obligación cívica, sino un derecho inalienable, el de expresar la voluntad de cada uno, más allá de que a veces se sienta de que está eligiendo, solamente, al menos malo.

 

Temas de la nota

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Temas de la nota

PUBLICIDAD