Con mucha alegría y tras años de larga espera, ayer se inauguró el nuevo edificio del Instituto de Patología Experimental (IPE) en el campus de la Universidad Nacional de Salta (UNSa). Dentro de poco, esta institución pasará a llamarse "IPE Dr. Miguel Ángel Basombrío", en honor al pionero que la creó, hace 40 años.
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Con mucha alegría y tras años de larga espera, ayer se inauguró el nuevo edificio del Instituto de Patología Experimental (IPE) en el campus de la Universidad Nacional de Salta (UNSa). Dentro de poco, esta institución pasará a llamarse "IPE Dr. Miguel Ángel Basombrío", en honor al pionero que la creó, hace 40 años.
Antes del mediodía, detrás de la Facultad de Humanidades y al costado de la cancha de hockey, decenas de personas aguardaban que iniciara el acto: trabajadores, investigadores y becarios del IPE; patrocinadores de la institución, funcionarios del Centro Científico Tecnológico (CCT) Salta-Jujuy del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), autoridades de la UNSa y familiares de Basombrío.
El IPE, que depende de la UNSa y del Conicet, se dedica desde hace décadas a la investigación sobre enfermedades endémicas de la región, como chagas y leishmaniasis. En la actualidad, más de 30 personas trabajan en esta entidad, que hasta hace poco funcionaba en un espacio cedido por la Facultad de Ciencias de la Salud.
"Este momento es de mucha significación para los investigadores y técnicos del IPE, que avanzaron con proyectos científicos difíciles, como contribuir al desarrollo de vacunas experimentales y reactivos diagnósticos para las enfermedades de chagas y leishmaniasis", expresó Basombrío en su discurso.
El experto mencionó a los patrocinadores que valoraron la utilidad del trabajo que hacían, como la Fundación Bemberg, la señora Rosa Museli, el Conicet, la UNSa y el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación.
El hombre destacó los estudios de los investigadores que desde hace más de una década incorporaron el reconocimiento molecular de cepas y variantes del trypanosoma cruzi, el parásito que produce la enfermedad de chagas.
Valoró que en todas estas investigaciones colaboraran estudiantes de distintos niveles, en el marco de sus tesis de licenciatura y de doctorado. "Estos trabajos no solo les dan a los jóvenes universitarios un tema de estudio, sino también, la posibilidad de insertarse en proyectos más oficiales de investigación", agregó.
"Así, los jóvenes van poco a poco reemplazando a los más viejos y a los más viejos no nos gusta despedirnos de actividades tan estimulantes y vivificadoras como el descubrimiento y la creación científica", señaló el pionero.
Basombrío manifestó tres deseos para el IPE. En primer lugar, pidió que continúen en manos de investigadores jóvenes las viejas líneas de trabajo, en pos del diagnóstico, la prevención y el tratamiento de las enfermedades de chagas y leishmaniasis, para que el instituto "siga ganando becas, subsidios e ingresos en la carrera del investigador, que le permitan mantener y llevar adelante los proyectos".
En segundo lugar, deseó que el IPE contribuya a asegurar la jerarquía científica de la UNSa, así como lo hacen desde hace años distintos grupos de investigación en diversas áreas de conocimiento.
Por último, esperó que "los resultados de las investigaciones del IPE, sean básicas o aplicadas, sirvan para preservar la salud y el desarrollo de la provincia y de la Nación".
Al momento de hablar, el actual director del IPE, Patricio Diosque, anunció que el instituto va a llevar el nombre de su fundador. Contó que desde la UNSa ya aprobaron el cambio de nombre y que desde el Conicet lo harán muy pronto.
"Mis sensaciones principales son de orgullo, agradecimiento y esperanza y esto último lo siento como un compromiso hacia nuestros becarios jóvenes", manifestó Diosque. "Tenemos que transmitirles el orgullo de pertenecer a estas instituciones: Conicet, UNSa e IPE. Tienen que continuar con la tarea que inició con mucho coraje, compromiso, amor y entrega nuestro maestro, el doctor Miguel Ángel Basombrío".
Emocionado, el creador del IPE expresó: "Este honor de que quieran ponerle el nombre mío al instituto es algo que me queda muy grande, pero lo agradezco a todos los que dentro de la UNSa han querido nombrarlo de esa manera".
Por último, el rector de la UNSa, Víctor Claros, recordó cuando, durante su primera gestión, entre 2010 y 2013, Basombrío fue a buscarlo para pedirle el aval de la universidad, ya que habían recibido una donación para construir un edificio nuevo.
"Él me decía: "Ahí puede estar el IPE' y le dijimos: "Ahí va a estar'", contó el titular de la UNSa y valoró la visión, la constancia y la perseverancia que tuvo el investigador. Dirigiéndose a él, destacó el cambio de nombre del instituto: "Es un justo reconocimiento a todo lo que has luchado y a todas las semillas que has sembrado, cuyos frutos ya se ven".
Edificio insignia
La construcción de este edificio comenzó a finales de 2013. Cuenta con dos plantas con más de 800 metros cuadrados: la primera etapa se completó en 2014 y la segunda, que comprende todos los laboratorios, es la que se inauguró ayer.
Queda aún una tercera etapa, para las oficinas, sala de reuniones y boxes, para lo cual Conicet ya asignó los fondos necesarios: la licitación y la construcción se concretarán los próximos meses.
El director del CCT Salta-Jujuy, Marcos Vaira, aseguró que para el Conicet "es un orgullo el concretar un edificio de esta magnitud y con esta complejidad" y consideró que de esta manera se renueva el compromiso de fortalecer la ciencia en el interior del país.