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Los vecinos piden ayuda para una mujer que se le quemó la casa en La Ciénaga

El siniestro ocurrió ayer y la gente del barrio comenzó a construirle una casa nueva. Necesitan materiales de construcción. Ella necesita de todo.
Miércoles, 22 de septiembre de 2021 13:42
Maricel y los vecinos trabajando. Fotos: Pablo Yapura

Maricel Iturre tiene 4 niños a cargo y ayer, en el Día de la Primavera, se le quemó su casa. A sus chicos no les pasó nada, pero esa familia quedó en calle en menos de los que dura una mañana. 

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Maricel Iturre tiene 4 niños a cargo y ayer, en el Día de la Primavera, se le quemó su casa. A sus chicos no les pasó nada, pero esa familia quedó en calle en menos de los que dura una mañana. 

Sólo le quedó el baño, una galería y una pared de una obra que comenzó pero que estaba parada.

Como todos los días, Maricel salió para su trabajo de "empleada doméstica" y a las 9.10 recibió el peor mensaje. Sus hijos le estaban comunicando que se incendiaba su casa. Volvió como pudo y ya encontró a los bomberos atacando a las últimas llamas; el fuego se había comido su vivienda prefabricada. Los recuerdos la hacen llorar, pero por otro lado está tranquila porque a sus hijos no les pasó nada.

Ella tiene su lote en La Ciénaga, calle Río Salado, medidor 4: que pertenece al Municipio de San Lorenzo. Maricel tiene 33 años y mantiene sola a sus niños que tienen 17, 15, 14 y 7 años. Ante el feriado estaban todos juntos y por eso pudieron escapar de las llamas. Tampoco pudieron sacar nada de la casa por lo que quedaron con lo puesto. Anoche durmieron en la casa de la abuela materna ubicada en Yerba Buena, muy cerca en La Agüada.

 

Para comunicarse con Maricel por más información sobre cómo y con qué ayudarla hay que comunicarse llamando al +54 9 3875 44-4530.

 

Esta mañana los vecinos se movilizaron como si fuera una minga. Las mujeres le trajeron todo tipo de donaciones con vestimenta, calzados y mercaderías. Los varones vieron la pared de material que le había quedado en pie, analizaron el proyecto detenido y se pusieron manos a la obra con unos ladrillos y unos poco hierros que consiguieron de otras obras. La Municipalidad de San Lorenzo llegó con bolsones alimentarios y el Gobierno de la Provincia también asistió a la familia.

"Perdimos todos los documentos y papeles. Le pido a las autoridades nacionales que faciliten el trámite. Perdimos ropa, los recuerdos y todos los electrodomésticos", dijo Maricel inundada en lágrimas. Sin embargo ella está muy contenida por la acción rápida de los vecinos que en medio día levantaron una pared y la mitad de otra.

El más grave problema es que los materiales de la construcción que están utilizando ya se le acaban en cualquier momento.

En la obra solidaria manda (y trabaja) don Iturre, que es el papá de Maricel. Y colaboran Fidel Quipildor, Sergio y Tolaba. A ellos les gusta que los nombren así. Y son unos personajes como sacados de una antología en donde ellos representan la solidaridad de estas tierras. Miran al cielo y ya saben lo que tienen que hacer. Piden por el techo.

"Necesitamos hierro del 6, del 8 y del 10. También alambres para encofrar, porque tenemos que ir para arriba con el encadenado", dijo Fidel. 

"Es una habitación grande en la que pueden volver a casa todos juntos. Necesitamos 10 chapas de 1.10 por 5 metros", dijo Tolaba.

Don Iturre es el más grande y el que más sabe. "Teniendo un techo a lo demás lo podemos terminar más tranquilo", dijo el hombre.

Haciendo una lista de materiales a mano alzada, se completa con una camionada de arena y otra de ripio. Todo el material que tenía Maricel lo ocuparon los Bomberos Voluntarios que se quedaron agua y usaron el ripio para luchar contra las llamas.

Al menos 20 bolsas de cal y más de 15 bolsas de cemento. También necesitan aberturas, dos puertas y dos ventanas. 

"A nosotros nos falta materiales. Mano de obra tenemos porque los vecinos en La Ciénaga somos solidarios", concluyó Tolaba.

En el lugar que estaba hasta ayer la casa quedaron sólo los escombros y el olor penetrante e indeleble de los incendios. Por un lado palos y postes que no sirven para nada y por otro una montaña de restos de libros, ropas, zapatillas dobladas por el fuego, medias, cerraduras, parlantes, colchones, una heladera destrozada, ollas fundidas, juguetes, muñecas, ventadas negras y sillas deformadas. Ni las herramientas se salvaron por lo que perdió cocina, horno, lavarropa. No le quedó nada.

 

 

 

 

 

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