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A los 88 años falleció el actor francés Jean Paul Belmondo

Murió un seductor dentro y fuera de la pantalla grande. Fue un aficionado al fútbol y al boxeo en su juventud, logró un físico atlético y una nariz quebrada, que le darían una identidad en el mundo cinematográfico. Actuó en más de 70 filmes con los mejores directores, actrices y actores desde los 60.
Lunes, 06 de septiembre de 2021 11:40

El actor francés Jean-Paul Belmondo fallecido ayer en París a los 88 años. En la década de 2000 filmó solo cuatro películas -ninguna se estrenó en la Argentina- por lo que el público del país se quedó con ese rostro y personalidad del brillante cine de los 60.

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El actor francés Jean-Paul Belmondo fallecido ayer en París a los 88 años. En la década de 2000 filmó solo cuatro películas -ninguna se estrenó en la Argentina- por lo que el público del país se quedó con ese rostro y personalidad del brillante cine de los 60.

Con más de 70 películas, su explosión en la pantalla se produjo con “Sin aliento” (1959), de Jean-Luc Godard, junto a Jean Seberg, en lo que algunos críticos marcan como el comienzo de ese indefinible fenómeno conocido como “Nouvelle vague”.
 

Belmondo, que saltó a la fama como parte del movimiento cinematográfico de la Nueva Ola Francesa con películas como Breathless  (Sin aliento), de Jean-Luc Godard, pasó a ser un nombre muy conocido actuando en 80 películas de muchos géneros, incluyendo comedias y thrillers.

Belmondo no debutó con aquella película -entre un puñado de títulos previos aparece “Los tramposos” (1958), de Marcel Carné-, pero a partir de “Sin aliento” se transformó en un símbolo del inconformismo, con una mezcla de existencialismo, humor cínico y un “sex-appeal” irresistible.

Nació el 9 de abril de 1933 en la ciudad de Neuilly-sur-Seine (Altos del Sena), ganó la Palma de Honor del Festival de Cannes y trabajó junto a otro grande de su tiempo, Alain Delon, el “lindo” de la dupla en dos títulos exitosos: “Borsalino” (Jacques Deray, 1970) y “Los profesionales” (Patrice Leconte, 1998), su última película estrenada en Argentina.

Se crió en el seno de una familia de artistas -su padre era un escultor de origen italiano y su madre, una pintora que solía tomarlo como modelo- y comenzó a estudiar interpretación en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático de París en 1951, dejando de lado sus ambiciones deportivas.

Belmondo fue un actor que se prestó a los más diversos géneros, fue elegido por directores de prestigio y formó parte de una generación para la que el cine era una fiesta: cada película suya era esperada con ansiedad y festejada por él más que por quien estuviera detrás de cámaras. Fue un amante fogoso en “La francesa y el amor” (1960), dirigido por varios y en con Martine Caroll y Annie Girardot, un intelectual comunista que se vincula a una madre e hija durante el nazismo en “Dos mujeres” (Vittorio de Sica, 1960), con Sophia Loren, y otro intelectual melancólico que se vincula sin sexo a una viuda (Jeanne Moreau) en “Moderato cantábile” (1960), del británico Peter Brook.

 

En 2016 ganó el León de Oro a toda su trayectoria en el Festival Internacional de Cine de Venecia.

También fue un heredero rural que se enamora de una prostituta (Claudia Cardinale) en “La Viaccia” (1961), de Mauro Bolognini, con el italiano Pietro Germi, y, vuelto a las calles de París, intervino en “Doble vida” (Claude Chabrol, 1960) como practicante de amores clandestinos, algo parecido a lo que hizo en “Cartas de una novicia” (Alberto Lattuada, 1960), cuando interfiere en la vocación religiosa de una joven (Pascale Petit).

Entre otros títulos menores, volvió a las manos de Godard y rodar “Una mujer es una mujer” (1960), un intento de comedia, junto a Jean-Claude Brialy y Anna Karina, en esos momentos mujer del director, e integró otra serie de historias colectivas, en episodios y vagamente eróticas con “Amores célebres” (Michel Boisrond, 1961), donde las seducidas eran Brigitte Bardot, Simone Signoret, Annie Girardot, ante la competencia de Delon, Philippe Noiret y Brialy.

De allí saltó a “Un cura” (Jean-Pierre Melville, 1961), un drama compartido con Emmanuelle Riva, con sacerdote y feligresa tentados por el deseo -nominado para los Bafta como actor extranjero- y luego a la aventura de capa y espada “Cartouche, el aventurero” (1961), junto a Claudia Cardinale y dirigido por Philippe de Broca. “Un corazón así de grande” (1962) fue un semi-documental sobre un boxeador africano en París del especialista

François Reichenbach, que llamó mucho la atención y en el que Belmondo actuaba de espectador en el ringside, sin temor a los papeles menores.
A partir de entonces hizo de rudo en “Un tal La Rocca” (1961), de Jean Becker, y “Un mono en invierno” (Henri Verneuil, 1962), para pasar a seducir a Gina Lollobrigida en “Mar loco” (Renato Castellani, 1963).

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