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25 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
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"Yogurt", el único zapatero a domicilio de Salta se ganó el cariño de los norteños

Su oficio le permitió criar a sus 9 hijos. Hoy, entrado en edad, quiere abrir un local pero no cuenta con dinero para comprar las máquinas. Su trabajo es totalmente artesanal. 
Martes, 07 de septiembre de 2021 10:19

Rubén Darío Chávez Ríos, alias "Yogurt", recorre desde hace 26 años las localidades del departamento San Martín arreglando los zapatos de la gente. Ofrece sus servicios casa por casa. Su trabajo eficiente y su personalidad servicial le valieron el cariño de los vecinos. Quien no conoce al Yogurt, no conoce el norte, se suele decir por esas latitudes. 
“Ser zapatero es un oficio digno que me ha permitido mantener a mi familia y me hace feliz”, contó Rubén, en diálogo con El Tribuno. Es padre de 9 hijos y abuelo de dos nietos de 9 y 2 años. El mayor, fruto de su primogénita, María, suele acompañarlo mientras él se ocupa de los quehaceres diarios. 
Si bien nació en Santa Cruz, Bolivia, en 1958, desde hace casi tres décadas se encuentra afincado en suelo argentino. Primero en Salvador Mazza, luego en Tartagal, hasta que definitivamente echó raíces en General Mosconi. El taller lo tiene en un pequeño local ubicado en la vieja estación de ómnibus, pero lo suyo es recorrer los barrios puerta por puerta, aunque admitió que a su edad ya se siente algo cansado y sueña con montar una zapatería.

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Rubén Darío Chávez Ríos, alias "Yogurt", recorre desde hace 26 años las localidades del departamento San Martín arreglando los zapatos de la gente. Ofrece sus servicios casa por casa. Su trabajo eficiente y su personalidad servicial le valieron el cariño de los vecinos. Quien no conoce al Yogurt, no conoce el norte, se suele decir por esas latitudes. 
“Ser zapatero es un oficio digno que me ha permitido mantener a mi familia y me hace feliz”, contó Rubén, en diálogo con El Tribuno. Es padre de 9 hijos y abuelo de dos nietos de 9 y 2 años. El mayor, fruto de su primogénita, María, suele acompañarlo mientras él se ocupa de los quehaceres diarios. 
Si bien nació en Santa Cruz, Bolivia, en 1958, desde hace casi tres décadas se encuentra afincado en suelo argentino. Primero en Salvador Mazza, luego en Tartagal, hasta que definitivamente echó raíces en General Mosconi. El taller lo tiene en un pequeño local ubicado en la vieja estación de ómnibus, pero lo suyo es recorrer los barrios puerta por puerta, aunque admitió que a su edad ya se siente algo cansado y sueña con montar una zapatería.


“Mi trabajo es totalmente artesanal. Ojalá pudiera acceder a un pequeño crédito que me permita comprar unas máquinas para poner mi zapatería. Ya siento el paso de los años”, contó el Yogurt.  

María Eugenia Carabajal, su compañera, es muy guapa y pilar de su vida, aseguró.

 

El Yogurt aprendió zapatería de muy joven en una fabrica brasileña y fue el trabajo que lo acompañó y le brindó sustento el resto de su vida. “Gracias a Dios tengo hijos muy buenos, la mayoría está estudiando. Soy un agradecido”, expresó con orgullo.

Con la delicada situación económica que atraviesan muchos argentinos, el trabajo aumentó. “La gente ahora cuida y hace arreglar el calzado. Yo mismo les aconsejo que cuiden la plata y les digo que no hay que tirar las cosas. Además, en la mayoría de los casos a los zapatos y zapatillas se los puedo dejar como nuevos”, aseguró.
En cuanto a su apodo y el nombre de la zapatería, dijo que se inspiró en una comparsa de la que formaba parte hace muchos años que se llamaba “Los Yogures”. El responsable de la agrupación, para darme una mano me regaló un gran cartel con la única condición que le pusiera de nombre a la zapatería “El Yogurt”. Así fue y comenzó a tejerse la historia.


 

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