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Recuperar el juego en vacaciones

Lunes, 24 de enero de 2022 02:00

Hace unos días llovió lo suficiente como para dejar charcos en la vereda y volviendo del supermercado escuché al pasar: -Soy feliz pisando charquitos, mami. Inevitablemente volví a mi infancia y al placer de los pies descalzos sobre las baldosas los días de lluvia.

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Hace unos días llovió lo suficiente como para dejar charcos en la vereda y volviendo del supermercado escuché al pasar: -Soy feliz pisando charquitos, mami. Inevitablemente volví a mi infancia y al placer de los pies descalzos sobre las baldosas los días de lluvia.

Y algo en mi lugar de madre y mi lugar de docente se conmovió con esto.

Año tras año me encuentro en mi espacio de trabajo, las salitas del Jardín de Infantes, con la presencia visible y necesaria de padres que comienzan junto a sus hijos el recorrido de la escolaridad. Familias con diferentes realidades y muchas inquietudes. Y un montón de pequeños con ganas de aprender jugando, como sucede en nuestros jardines. Es durante el ciclo lectivo que observo en los pasillos del Nivel Inicial, en los de la escuela primaria también, la necesidad de nuestras infancias de compartir más tiempo de juegos en familia y menos actividades extraescolares programadas o menos tiempo en soledad.

La comunidad está integrada por familias que están aprendiendo a ser, como todas, como la mía, y que no saben qué hacer ante muchas circunstancias. Y una de ellas son las vacaciones y el tiempo sin escuela. ¿Cómo gestionar esos tiempos?

Hay quienes se sienten sumergidos en una vorágine de exigencias laborales y económicas que los alejan por cuestiones de tiempo de sus hijos y sus momentos cotidianos.

Hay quienes tienen miedo frente a la incertidumbre de una realidad que atraviesa las paredes del hogar y solo desea desconectarse y descansar.

Hay quienes no tienen las posibilidades ni de tiempo ni económicas ni de vivencias agendadas en su memoria, para hacerlo posible.

Mi reflexión, en vacaciones, está emparentada con la necesidad de volver a compartir el juego en este tiempo de crianza. De poner la palabra jugar en el centro de la escena. Para eso es necesaria la disposición lúdica del adulto que invite a jugar. Estamos en deuda con nuestras infancias, necesitamos recuperar el juego con la familia.

Hagamos una pausa necesaria en estas vacaciones para poder interrumpir la rutina de algún modo, esta será bienvenida para todos. Porque si no hay un adulto que proponga una experiencia distinta los niños se prenderán a las pantallas y se perderán allí.

En palabras de Daniel Calmels: "Jugar promueve la ternura... para poder jugar se necesita de un espacio permisivo, de un espacio no amenazador y de un espacio continente". Es el adulto quien debe gestionarlo, hacerlo visible y habitarlo junto al niño.

¿Cómo hacer posible un encuentro distinto? Con más plazas, con más aire, con menos pantallas y más horas cocinando juntos, con manos sucias de pintura compartida. Con la posibilidad de ver fotos, contar anécdotas, jugar con música y el cuerpo, con agua, en el patio, la terraza, la bañera, jugar con cajas, con tapitas, con objetos cotidianos. Invitar amigos. La infancia pasa con la rapidez de un rayo y no tiene vuelta atrás.

Aprovechemos las vacaciones para recuperar un poco de ese tiempo que no podemos encajonar de por vida, pero sí llenarlo de recuerdos y hermosas vivencias.

 

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