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Educación y trabajo, la nueva grieta

Miércoles, 26 de enero de 2022 02:18

Desde el mes pasado el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) viene anunciando que implementará prácticas laborales obligatorias en estudiantes secundarios. A poco de darse a conocer esta propuesta educativa, el mismo Gobierno nacional, los estudiantes y los sindicatos docentes que actúan en la Ciudad Autónoma saltaron, sin miramientos, a la yugular de Horacio Rodríguez Larreta. Los gremios Ademys y UTE repudiaron la medida y denunciaron que apunta a que "los jóvenes se constituyan en mano de obra gratuita en trabajos hiperprecarizados". Los estudiantes reclamaron por no haber sido consultados, siendo los principales protagonistas de esta tragicomedia. Por su parte el ministro de Educación de la Nación, Jaime Perczyk, se refirió a la política de prácticas educativas de la Ciudad de Buenos Aires apuntando contra la administración porteña, ya que aseguró que este nuevo programa educativo es para "reemplazar trabajadores".

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Desde el mes pasado el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) viene anunciando que implementará prácticas laborales obligatorias en estudiantes secundarios. A poco de darse a conocer esta propuesta educativa, el mismo Gobierno nacional, los estudiantes y los sindicatos docentes que actúan en la Ciudad Autónoma saltaron, sin miramientos, a la yugular de Horacio Rodríguez Larreta. Los gremios Ademys y UTE repudiaron la medida y denunciaron que apunta a que "los jóvenes se constituyan en mano de obra gratuita en trabajos hiperprecarizados". Los estudiantes reclamaron por no haber sido consultados, siendo los principales protagonistas de esta tragicomedia. Por su parte el ministro de Educación de la Nación, Jaime Perczyk, se refirió a la política de prácticas educativas de la Ciudad de Buenos Aires apuntando contra la administración porteña, ya que aseguró que este nuevo programa educativo es para "reemplazar trabajadores".

Lo extraño y lamentable es que las diversas críticas no fueron acompañadas de un proyecto alternativo, siendo que la integración educación-trabajo ha tenido coincidencias históricas (aunque muchas frustrantes y frustradas), desde la propia Generación del 80 hasta la política educativa de Juan Domingo Perón en sus primeros gobiernos.

Juan Bialet Massé, en 1904, en su magnífico "Informe sobre el estado de las clases obreras argentinas" señalaba: "He encontrado una ignorancia técnica asombrosa, más en los patrones que en los obreros. He visto maquinistas que no saben cómo actúa el vapor, carpinteros que no saben tomar la garlopa, electricistas que no saben lo que es la electricidad y labradores que no saben agarrar la mancera ni graduar el arado; pero es mayor, si cabe, la ignorancia patronal, salvo rarísimas excepciones".

La reacción de gremios, estudiantes y Gobierno nacional tampoco puede asentarse en razones ideológicas ya que Perón al actuar vigorosa y deliberadamente en favor de la industria sustitutiva de importaciones comprendió la necesidad de un modelo educativo diferente. En ese contexto impulsó la creación de la Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional (CNAOP), en 1944, y posteriormente la Universidad Obrera Nacional (UON), como parte de su proyecto político institucional que abriría masivamente las puertas a las posibilidades de formación de las masas trabajadoras. Cabe destacar que el órgano de conducción de la CNAOP estaba constituido por representantes del Estado, de los empresarios y del movimiento obrero y, por su parte, la UON tendría un rector que sería un obrero egresado de la escuela sindical de la CGT, asesorado por un consejo formado por representantes de industriales y de obreros.

Los planes quinquenales durante los dos gobiernos de Perón fueron además factores de apuntalamiento del sistema, dado que en ellos se hacen menciones claras respecto del rol que debía ocupar la enseñanza práctica como factor clave para promover el desarrollo industrial y como factor de inclusión social.

La tragedia educativa

Es cierto que en los antecedentes legislativos más recientes tuvimos la nefasta experiencia de las "pasantías" establecidas durante el gobierno de Carlos Menem, que permitieron (sobre todo a las grandes empresas) utilizar esta figura para cometer un gigantesco fraude laboral. Es prematuro el repudio cuando la propuesta no se conoce en forma detallada y parecería más una especie de "prueba piloto". Por otra parte, el proyecto no es novedoso y cabe destacar que experiencias similares sobre el sistema de prácticas educativas viene siendo aplicado, hace varios años, por diversas empresas (p.ej. Pampa Energy y Siemens) y varias provincias (p.ej. Córdoba, ley 3541, año 2010).

Si al descalabro del sistema educativo de las últimas décadas le sumamos la ceguera de los políticos para encarar lo que debería ser una política de Estado, como es el caso de la impostergable articulación de los saberes escolares con las prácticas y habilidades requeridas por las empresas, no cabe augurar otra cosa que el fin dramático de lo que Jaime Etcheverry denominó "La tragedia educativa".

 

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