Aunque el hashtag ha circulado en veranos anteriores, esta vez sus creadoras, las activistas de la cuenta “Mujeres Que No Fueron Tapa” (link https://www.instagram.com/mujeresquenofuerontapa/?hl=es-la) se encargaron de crear una verdadera interacción con la comunidad: desafiaron a las usuarias a enviar una foto “soltando la panza”. Desde mediados de octubre, cuando la causa empezó a visualizarse mediante box de preguntas, comentarios y posteos, el tema no ha dejado de generar revuelo y sumar adeptas, y ya son más de cuatro mil las mujeres que, junto a reflexiones y relatos personales, enviaron sus fotos “soltando la panza”.
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Aunque el hashtag ha circulado en veranos anteriores, esta vez sus creadoras, las activistas de la cuenta “Mujeres Que No Fueron Tapa” (link https://www.instagram.com/mujeresquenofuerontapa/?hl=es-la) se encargaron de crear una verdadera interacción con la comunidad: desafiaron a las usuarias a enviar una foto “soltando la panza”. Desde mediados de octubre, cuando la causa empezó a visualizarse mediante box de preguntas, comentarios y posteos, el tema no ha dejado de generar revuelo y sumar adeptas, y ya son más de cuatro mil las mujeres que, junto a reflexiones y relatos personales, enviaron sus fotos “soltando la panza”.
Además de tratarse de una contracampaña hacia el mandato de belleza que resurge todos los veranos, #hermanasoltàlapanza busca enfrentar una consigna particular que cae sobre las mujeres desde pequeñas: la de “meter” la panza. Para fotos o videos, en diferentes disciplinas, al sentarse a la mesa o al usar la bikini, la “panza” siempre ha sido la parte del cuerpo más avergonzante y la que – incluso con fajas y medicamentos– se nos enseña a esconder a toda costa. Desde Mujeres Que no Fueron Tapa aseguran que la panza siempre se ha señalado como algo que debe esconderse, que si se muestra “descalifica” a la persona de las posibilidades de ser considerada “deseable”, funcional o aceptada socialmente.
Esta es una de las razones por las que la publicidad y la industria de la belleza no sólo no la muestran, sino que incitan a probar todos los métodos posibles para erradicarla: polvos, dietas, prendas y hasta apps de edición alcanzan su punto máximo de difusión para ayudar a “meter la panza”, porque lo que no se muestra, no existe. Para el análisis feminista y los movimientos de body pride o body positivity ese es el principal punto de partida, visibilizar aquello que nos han enseñado a esconder o modificar de nosotros, para que al vernos representados en el resto – y sobre todo en las imágenes públicas – nos animemos a disfrutar libremente del entorno y liberarnos del estigma de los cuerpos gordos o “no hegemónicos”.
Junto a sus fotos “en panza”, las usuarias compartieron relatos y experiencias como que se animaron a usar bikini, a usar top en los días de calor, a practicar deporte con prendas pequeñas y a realizar actividades de playa que antes no hubieran hecho por no tener un “cuerpo de verano”. Incluso se viralizaron relatos como “mi mamá me obligaba a meter panza y usar faja” o “por primera vez me animé a sacarme la remera”, de parte de adolescentes, jóvenes y mujeres adultas.
Sobre la iniciativa de que las usuarias compartan sus fotos y circulen en redes imágenes de cuerpos “con panza”, la fundadora de Mujeres Que no Fueron Tapa, Lala Pasquinelli ,
afirma: “Lo que pasa es que se los invisibiliza porque son los cuerpos inválidos, son el
‘antes’ cuando te quieren vender un tratamiento de belleza. Son el cuerpo a adelgazar, a modificar, lo que está mal”. Sin embargo, el discurso no busca imponer repentinamente el “amor propio”, no es un mandato más para imponer a las mujeres. Al contrario, se trata de un movimiento colectivo para visibilizar y que cada una se anime a salir de la vergüenza de a poco y como le sirva.
Llegar a la viralización y a los medios es, por el momento un gran triunfo para las mujeres y para el ciberfeminismo: el de ocupar la playa, las redes y las conversaciones con sus problemáticas y con sus cuerpos.