Siguen llegando postales del olvido. En Santa Victoria Este, donde castigan fuerte el río y la pobreza, las familias más vulnerables del país no tienen agua para beber hace días, y solo atinan a cortar la ruta 54 para llamar la atención sobre la sed que padecen, desprovistas de cualquier ambición de progreso por la inercia que les genera el vano transcurrir de la vida.
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Siguen llegando postales del olvido. En Santa Victoria Este, donde castigan fuerte el río y la pobreza, las familias más vulnerables del país no tienen agua para beber hace días, y solo atinan a cortar la ruta 54 para llamar la atención sobre la sed que padecen, desprovistas de cualquier ambición de progreso por la inercia que les genera el vano transcurrir de la vida.
Tienen hambre de agua, por eso decidieron cortar la ruta para llamar la atención de las autoridades municipales, provinciales y de los legisladores, quienes parecen provenir de otra ciudad o de otro planeta, ignorando por completo las imperiosas necesidades de quienes representan.
Las más afectadas son unas 40 familias de dos comunidades: Mecle y Nueva Esperanza. Las altas temperaturas en el Chaco salteño agobian y tornan la crisis hídrica realmente insoportable.
"El Ejército hace más de tres días que no reparte agua a las comunidades de Mecle, donde el cacique es Mateo Tórrez; y de Nueva Esperanza, del cacique Raúl Menéndez", denunciaron los vecinos en el corte de ruta. Estos lugares se encuentran sobre la ruta 54 provincial, Santa Victoria Este.
En diálogo con El Tribuno, Lustsej Abel Mendoza, presidente de las Comunidades Originarias del Pilcomayo Salta, señaló que el Ejército no pudo realizar la entrega del agua por falta de gasoil para los móviles.
"Como es fin de semana, ellos trabajan de lunes a viernes. Son más unas 40 familias las afectadas". Agregó que "desde la Provincia hubo un compromiso para darle el combustible al Ejército pero hasta el momento no hay soluciones; mientras hay chicos, madres, hermanos y padres que no pueden beber agua potable".
"Como representante les pido a las autoridades que vean la situación, que resuelvan los pedidos de agua de mis hermanos. No puede ser que ante la necesidad tengamos que salir a cortar la ruta, es un abandono", denunció Mendoza.
Los wichis están acostumbrados a no tener nada, a perderlo todo cada verano por la furia del río. Sucios, enfermos y hambrientos, en verano se asientan en el monte, lo más lejos del río que les es posible. Pasan la vida así, usando las ropas regaladas hasta gastarlas, implorando agua potable, caminando en la oscuridad con terror a las mordeduras mortales de coral y cascabel, y con poco y nada qué comer.
La emergencia socio-sanitaria para el Chaco salteño continúa y es señal de que continúan también reinando las miserias históricas.
Pero el agua, ese es el punto más amargo de esta historia porque nunca se llega a calmar la sed de todos los wichis, a pesar de los pozos licitados y perforados, de la solidaridad que tiende mangueras, de los camiones cisterna y de todas las expresiones de deseos de gobiernos y personalidades públicas. Pero todos los esfuerzos resultaron insuficientes hasta ahora, al menos para observadores de la realidad como la Defensora de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes a nivel nacional, Marisa Graham; y el Defensor Adjunto, Juan Facundo Hernández, quienes presentaron un amparo en la Justicia de Salta a principios de diciembre pasado, por la situación de los niños de las comunidades originarias.
El documento tiene 46 páginas con datos inquietantes y tristes de la realidad del Chaco salteño y, básicamente, ponen el acento en que "a casi dos años de la declaración de emergencia socio sanitaria, y en vistas al pronto inicio del período estival crítico para la zona, resulta imperioso que se lleven adelante todas las acciones necesarias para garantizar el acceso al agua segura y a la salud, a los fines de disminuir la cantidad de muertes evitables". La estío llegó con su infernal calor y el agua debería ser el elemento que no falte para lidiar con eso.