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"La inteligencia artificial no reemplaza al ser humano"

Jueves, 27 de octubre de 2022 02:32

Juan José Sanguineti es un sacerdote argentino, doctor en Filosofía por la Universidad de Navarra y perteneciente a la Prelatura del Opus Dei. Desarrolló sus estudios en Europa, donde ejerció la docencia en varias universidades. Especializado en filosofía del conocimiento, la ciencia, la mente y la neurociencia, es autor de 21 libros y unos 140 artículos especializados. Profesor emérito de filosofía del conocimiento en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en Roma, ejerce la docencia en la Universidad Austral. El doctor Sanguineti pronunciará dos disertaciones en las Jornadas de Filosofía de la Universidad Católica de Salta, que se realizarán en el Campus Castañares hoy y mañana. Los temas son "Qué significa ser libres?" y "Dinámica de las decisiones". No tenemos una libertad absoluta, sino condicionada", afirmó en la entrevista que concedió a El Tribuno.

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Juan José Sanguineti es un sacerdote argentino, doctor en Filosofía por la Universidad de Navarra y perteneciente a la Prelatura del Opus Dei. Desarrolló sus estudios en Europa, donde ejerció la docencia en varias universidades. Especializado en filosofía del conocimiento, la ciencia, la mente y la neurociencia, es autor de 21 libros y unos 140 artículos especializados. Profesor emérito de filosofía del conocimiento en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en Roma, ejerce la docencia en la Universidad Austral. El doctor Sanguineti pronunciará dos disertaciones en las Jornadas de Filosofía de la Universidad Católica de Salta, que se realizarán en el Campus Castañares hoy y mañana. Los temas son "Qué significa ser libres?" y "Dinámica de las decisiones". No tenemos una libertad absoluta, sino condicionada", afirmó en la entrevista que concedió a El Tribuno.

Usted abordará en Salta el tema de la libertad…

Lo desarrollaremos en dos aspectos. El primer día, la noción de "libertad" a la luz de los debates actuales en filosofía, especialmente en el mundo anglosajón, sobre si la libertad humana es compatible con el determinismo de las leyes que plantean las ciencias, en particular, las biológicas. El viernes (por hoy) analizaremos cómo se dinamizan los actos libres: el acto de la decisión, la deliberación, las opciones y los motivos. Cómo actuamos en base al amor por algo y cómo utilizamos la razón para instrumentarlo. También me referiré a un interrogante. ¿Decidimos nosotros o decide el cerebro?

"La libertad es en primer lugar la capacidad de realizar acciones. No es absoluta".

 

Hoy el Derecho garantiza libertades que están condicionadas por la pobreza o la arbitrariedad del poder. Y también hay interrogantes sobre los avances de la robótica…

La libertad tiene una dimensión social y política fundamental, pero no es el abordaje de estas conferencias. El foco estará puesto en las dificultades que pueden provenir de las Ciencias Naturales. La libertad es en primer lugar la capacidad de realizar acciones. No es absoluta. Está condicionada por los límites que imponen nuestra biología, nuestra salud y también la realidad social.

¿Qué significado tiene en el mundo contemporáneo la definición de San Pablo: "La verdad os hará libres"?

Muy parecido a lo que significaba en la época de San Pablo. Cada uno tiene la libertad de elegir y actuar, pero conocer la verdad, estar informados en un sentido profundo, es esencial para ejercerla bien.

¿Es inherente la libertad al ser humano?

Es inherente y esencial, por supuesto. Solo que, reitero, no tenemos una libertad absoluta, sino condicionada. El ser humano se autodetermina y es responsable de sus actos. Eso nos diferencia de los animales, que actúan por instinto y no eligen sus fines. Cuando ejercemos el acto libre, es la persona la que decide, y esa es la base de la moral y del derecho.

La perspectiva de género propone un desafío fuerte a la filosofía; por ejemplo, niega el "esencialismo" y sostiene el valor de la "autopercepción" como criterio de conocimiento.

Cuando se habla de "esencialismo" es necesario definirlo. Hay un tipo de esencialismo, ligado al racionalismo de la Modernidad, que significa "conocer perfectamente la esencia de las cosas"; claramente, ese extremo ha sido rechazado en la filosofía contemporánea. Conocer totalmente la esencia de las cosas, en forma perfecta y acabada, es casi imposible. Pero también se entiende como "esencialismo" la capacidad de diferenciar, aunque sea imperfectamente, unas cosas de otras. Negar esta acepción nos ubica en una posición relativista, es decir, se bloquea la posibilidad de conocer nada. Si no se puede diferenciar a un hombre de una mujer, a un ser humano de un animal, a la inteligencia artificial de la inteligencia personal… si no podemos discernir entre lo que es igual o lo que es diferente, llegamos un punto en el que nada podemos decir sobre qué son las cosas. Hay mucho de relativismo en la perspectiva de género. Y el relativismo desorienta a la libertad. Si no puedo conocer las cosas como son, sino que las construyo como me parece a mí, entramos en una libertad absolutamente individualista, aislada de todos los demás, y que solo lleva al desastre humano. Con esa libertad individualista y carente de un criterio estable, porque todo es relativo, la libertad se convierte en puro capricho y arbitrariedad.

"Hay mucho de relativismo en la perspectiva de género. Y desorienta a la libertad".

¿Y con respecto a la autopercepción?

La autopercepción es muy importante si nos muestra lo que realmente somos. La psiquiatría analiza autopercepciones que son falsas; son patologías de personas que no reconocen parte de su propio cuerpo, o se perciben como un objeto que no son. Pero se trata de patologías cerebrales que están muy claramente descriptas en los manuales de salud mental. Sin llegar a las patologías, puede haber autopercepciones erróneas de uno mismo.

Ese criterio de la autopercepción se aplica también a la identificación de pueblos originarios.

Es otra forma de relativismo… tan antiguo como la filosofía. Si por autopercepción entendemos que uno es según cómo se autopercibe, estamos en el relativismo absoluto. Ya Platón mostraba su contradicción a los relativistas de su tiempo, que no diferenciaban el "ser" del "parecer"; es decir, uno puede sentirse una cosa ahora y otra dentro de un rato. Esto, entonces, va más allá del tema de los pueblos originarios o de la sexualidad. La raíz es gnoseológica. Autopercibirse es descubrir la realidad de lo que uno es. Eso indica el realismo gnoseológico básico. Abandonar el horizonte de verdad realista nos introduce en un relativismo radical, tan contradictorio que deriva en nihilismo.

La inteligencia artificial avanza a pasos agigantados en el mundo tecnológico. ¿Puede el robot llegar a ser otra forma de humanidad? ¿O es una fantasía?

El robot, o la inteligencia artificial, es una prolongación de las capacidades humanas. Un instrumento como cualquier máquina. La computación tiene un ámbito, que es el del cálculo y la logística. Y en eso supera las capacidades humanas, infinitamente. Pero hay una parte humana que no es reemplazable por la inteligencia artificial, que tiene que ver con la libertad y los sentimientos. La máquina es automática, coopera con el hombre que es el que introduce los algoritmos, y no es libre. Puede ayudarlo, pero no puede reemplazarlo. La máquina no tiene sentimientos, no puede tenerlos, porque carece de estructura biológica y de conciencia. Solo puede imitarlos.

Hoy se habla de una civilización biocéntrica y se cuestiona la racionalidad humana. Al mismo tiempo, la tecnología lleva a pensar que la humanidad puede volverse innecesaria. ¿Es una fantasía?.

No es una fantasía, sino un riesgo. Como la posibilidad de una guerra nuclear. Nosotros podemos destruir al planeta. No es absurdo pensar que seamos capaces de desarrollar inteligencia artificial que quede fuera de nuestro control y ponga en riesgo la existencia humana. La inteligencia artificial ofrece una racionalidad computacional, logística, pero no tiene libertad ni capacidad de amor. Son siempre máquinas. Lo que puede hacer una computadora es prestar un servicio para el cálculo y la deducción. Pero las premisas éticas las ha puesto el ser humano, al instalar los algoritmos. Si saliera de nuestro control, podría llegar a limitar muchísimo la libertad humana. Y ese es un gran desafío, un problema real que preocupa a mucha gente.

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