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El deseo es más fuerte

Martes, 22 de noviembre de 2022 01:11

Y acá estamos de nuevo, en un Mundial, con la ilusión renacida, exultante y hasta excesiva. Es que el sueño de ser campeones del mundo nubla cualquier intento de análisis de fondo. El deseo es más fuerte y no le damos cabida a una completa realidad. Porque es real que Argentina tiene el potencial para pisar fuerte en Qatar y sigue siendo candidata como cada vez que se presenta en la cita más importante del deporte. Es como un derecho adquirido, decretado en los tiempos de Menotti y Bilardo, de Kempes y Maradona.

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Y acá estamos de nuevo, en un Mundial, con la ilusión renacida, exultante y hasta excesiva. Es que el sueño de ser campeones del mundo nubla cualquier intento de análisis de fondo. El deseo es más fuerte y no le damos cabida a una completa realidad. Porque es real que Argentina tiene el potencial para pisar fuerte en Qatar y sigue siendo candidata como cada vez que se presenta en la cita más importante del deporte. Es como un derecho adquirido, decretado en los tiempos de Menotti y Bilardo, de Kempes y Maradona.

Es real que hay un equipo renovado luego de lo que significó el fracaso de Rusia 2018, donde la ilusión también estuvo presente desde el día uno, hasta que nos dimos contra la pared.

Tan real como que todavía está Lionel Messi y solo eso parece ser suficiente, aunque hasta acá no lo fue. Pero está bien seguir creyendo. La gente elige creer.

Hay mucha fe dando vuelta porque sigue fresco el recuerdo de la Copa América ganada ante Brasil. Pero, recordemos, cuánto costó llegar a esa final y definir en un Maracaná sin gente.

Un Mundial es otra cosa. Los rivales y las exigencias son otras. En las instancias decisivas es donde las papas queman y surgen paredes. Es sin duda la prueba más dura de esta "nueva" Selección.

Un Mundial no permite equivocarse más de una vez en primera ronda, menos en los mano a mano. Demanda estar alerta, siempre, antes y durante. Y hay márgenes que parecen están abiertos en la Selección.

Quizá el plan de Lionel Scaloni funcione. Ojalá que sí. Igual hay que ser cautos.

Argentina tiene potencial, pero también hay ciertos interrogantes. Después de Lautaro Martínez, que arranca como indiscutido, no se ve en el banco otro "9" de fuerza, de área, de choque. Los que siguen son distintos, son buenos, rapiditos, hábiles, pero no son cazadores del punto penal. Hace ruido, además, la baja estatura de nuestros delanteros para el juego.

Argentina tiene potencial, pero también hay temores. Otra clase de "5" en el plantel no hubiera estado demás. Uno que corra, raspe y "pegue". Los que están juegan lindo para adelante, no tanto para atrás. Igual puede alcanzar con lo que hay. Claro que sí. Y también nos podría ir mal. Esperemos que no.

La Selección nos acostumbró a sufrir, a reír, a llorar, a festejar. Y vienen a la memoria jugadores y jugadas que perduran para siempre. Las guapeadas del Matador en el 78, el mejor gol de la historia de los mundiales y la mano de Dios del 86, el gol de "Cani" a Brasil y las atajadas de "Goyco" en el 90', el bombazo de Maxi Rodríguez en el 2006 o las pinceladas de Leo en el 2014.

Argentina es candidata en cada Mundial más por historia o fanatismo propio que por resultados. Así llegamos siempre. Pero no por nada pasaron ya 36 años de la gloria máxima.

Desde la última gran gesta con el Diego en el Azteca, hubo golpes, emociones y desazones. El doping del 94, el cabezazo del Burro Ortega en el 98, el porrazo del 2002 con Bielsa, los penales del 2006 contra Alemania, y el baile al que fuimos invitados en el 2010 contra el mismo rival. Fueron muchas las ilusiones que se apagaron.

Pasaron otros cuatro años y el sueño está nuevamente encendido, tanto como el deseo de ganar hasta el séptimo partido.

 

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