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VIDEO. Atentan en el Prado contra “Las Majas” de Goya, que no tienen cristal de protección

Dos miembros de Futuro Vegetal, de 18 y 21 años, se pegaron a los marcos de los cuadros e hicieron una pintada en la pared. Están detenidos. 
Sabado, 05 de noviembre de 2022 20:16


Se veía venir. Era solo cuestión de saber qué día, a qué hora, en qué museo y cuál sería el cuadro elegido, pero los museos españoles, como los de todo el mundo, estaban en el punto de mira de los ecoactivistas, “ecoterroristas” más bien. Han encontrado un altavoz mediático rociando sopas, cremas y demás alimentos líquidos en obras maestras del patrimonio artístico y pegándose a los marcos de las mismas. Tras los ataques a obras de Botticelli, Van Gogh, Monet o Vermeer, en importantes museos de toda Europa, hoy le ha tocado el turno al Prado.

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Se veía venir. Era solo cuestión de saber qué día, a qué hora, en qué museo y cuál sería el cuadro elegido, pero los museos españoles, como los de todo el mundo, estaban en el punto de mira de los ecoactivistas, “ecoterroristas” más bien. Han encontrado un altavoz mediático rociando sopas, cremas y demás alimentos líquidos en obras maestras del patrimonio artístico y pegándose a los marcos de las mismas. Tras los ataques a obras de Botticelli, Van Gogh, Monet o Vermeer, en importantes museos de toda Europa, hoy le ha tocado el turno al Prado.

Pasada la una del mediodía, dos activistas españoles del grupo Futuro Vegetal, de 18 y 21 años, se han pegado a los marcos de “La maja desnuda” y “La maja vestida” de Francisco de Goya en señal de protesta por la emergencia climática, tras pintar de negro +1,5º entre ambas pinturas, referido al calentamiento global. Las celebérrimas obras cuelgan en la sala 37-38 de la pinacoteca. No cuentan con un cristal de protección. Lo tuvieron en su día, pero se decidió que corrían más riesgos con él: una rotura del mismo podía rasgar la tela. Tampoco tienen cristal “Las Meninas”. Todo un detalle de los atacantes no rociar con líquidos los cuadros sin cristal. No, si al final habrá que darles las gracias o un premio por su consideración.

 

Como ya es habitual, la “acción” fue grabada y colgada en las redes sociales. Según se aprecia en los vídeos, la vigilante de sala en ningún momento trata de impedir que los jóvenes continúen con el acto vandálico. Parece que el protocolo no lo permite, pues no son agentes del orden. No tiene competencias para emplear la fuerza. Quizás haya que cambiar dichos protocolos para proteger el patrimonio histórico-artístico en peligro. Sí trató de impedir que se grabaran los hechos para evitar su publicidad, objetivo de este tipos de acciones.

 

 

La vigilante de sala lo comunicó de inmediato a su jefe y enseguida se personaron agentes policiales, que detuvieron a los dos jóvenes. No sin antes ser despegados de los marcos por personal de restauración del museo. Al parecer, desde que tienen lugar estos actos vandálicos en los museos, se ha instaurado en el museo un protocolo sobre cómo despegar a los ecodelincuentes de los marcos con disolvente. Tal cual. El Prado cuenta con una brigada propia de la Policía Nacional en sus instalaciones, que se suma a la seguridad privada que se ocupa de controlar todos los accesos al museo. Hay arcos de seguridad en las puertas de Jerónimos, Goya Alta y Murillo.

Los jóvenes, Sam y Alba, de nacionalidad española, fueron detenidos con los cargos de alteración del orden público y daños, y dirigidos a la comisaría de Retiro. De momento, no ha trascendido si han sido puestos en libertad con cargos. El Prado emitió un breve comunicado en que se advierte de que ½las obras no han sufrido daños, aunque los marcos tienen ligeros desperfectos, en particular el de ’La maja desnuda’”. No solo se cerró la sala, sino todo el ala, que comprende de la sala 34 a la 38. El público que se hallaba a esa hora en el museo se quedó sin poder admirar dos de las obras más queridas del museo. Comprensible, pues, el enfado que mostraban algunos visitantes contra estos ecodelincuentes.


A las cinco de la tarde se reabrieron las salas de nuevo. Se había repintado ya la pared (es de color beige), eliminando la pintura negra, y se repararon los mínimos daños de los marcos, que no son de época de Goya, pero sí tienen al menos cien años y son relevantes. En unas imágenes se ve al presidente del Patronato del Prado, Javier Solana, invitando a entrar al público. Además de Solana, acudieron a la pinacoteca Andrés Úbeda y Marina Chinchilla, directores adjuntos del museo, así como Enrique Quintana, jefe de Restauración. El director del Prado, Miguel Falomir, estaba fuera y no pudo acudir, aunque estuvo informado en todo momento de lo ocurrido.

Hace unos días, el Ministerio de Cultura instaba a los museos estatales a extremar las medidas de seguridad frente a los ataques de activistas ecologistas contra obras de patrimonio artístico en pinacotecas de Florencia, Londres o Berlín. Se solicitó a las pinacotecas que sean ½exhaustivas” en el cumplimiento de las normas de acceso que los visitantes deben cumplir para acceder al recinto, como la prohibición de introducir elementos y bebidas en las salas, mochilas y bultos grandes, paraguas u objetos punzantes, etc”. Se unían así a otros museos españoles, como el Prado o el Reina Sofía, ½en alerta” por este tipo de acciones, que consideran que ½no tienen sentido” y con las que solo se busca “publicidad”.

El director del Prado, Miguel Falomir, ya advirtió hace unos días que “cuanto menos se hable de ello, mejor” para no darles la publicidad que buscan: “Hay formas más inteligentes de defender nobles causas”. Pero reconocía que el museo está ½ojo avizor” y que se ha intensificado la vigilancia en las salas. No ha sido suficiente, visto lo visto. Fuentes del museo confirmaban que sigue vigente la normativa de 6 de mayo de este año, según la cual no se pueden introducir en las salas, entre otras cosas, “alimentos y bebidas”. La norma, pues, es la misma, no se ha cambiado por estos ataques ecoactivistas, pero es cierto que se ha advertido al equipo de seguridad que sean “más extrictos” en la aplicación. 

El mensaje +1,5º escrito en la pared por los ecodelincuentes tiene como objetivo “alertar sobre la subida de temperatura mundial que provocará un clima inestable y graves consecuencias en todo el planeta”. Pero da la casualidad de que el Prado realizó en 2019 una campaña con WWF España para concienciar sobre el cambio climático. En esa campaña se hablaba precisamente de que un aumento de 1,5º en la temperatura del planeta convertiría a mil millones de personas en refugiados climáticos. De ahí que se queden sin argumentos (si es que los tenían) quienes cometen estos ataques. No respetan ni a quienes comparten su causa.

Esta protesta se suma a otras que se han sucedido en las últimas semanas, como la de dos ecologistas que lanzaron sopa de tomate a “Los Girasoles” de Van Gogh, expuesto en la National Gallery o ayer mismo contra otro cuadro del pintor holandés expuesto en Roma. En Francia, Gérald Darmanin, ministro del Interior, calificó estos actos como ½ecoterrorismo”.

Desde la cuenta de Twitter de Futuro Vegetal, en donde se subió subido el vídeo, en un hilo de tuits explican que la subida de temperatura “compromete nuestra capacidad para cultivar ya que fenómenos climáticos extremos como la sequía serán cada vez más frecuentes”. Y añaden: “Pese a ello, las políticas gubernamentales siguen subvencionando el sistema agroalimentario industrial, uno de los principales responsables de la #CrisisClimática y especialmente vulnerable al contexto climático que tenemos a la vuelta de la esquina”.

Desde el Prado han puesto un tuit condenando los hechos: ½Condenamos el acto de protesta que ha tenido lugar en el museo. Las obras no han sufrido daños aunque los marcos tienen ligeros desperfectos. Estamos trabajando para volver a la normalidad lo antes posible”. Rechazamos poner en peligro el patrimonio cultural como medio de protesta½.

Recordemos que dos de los tres ecologistas que atacaron la semana pasada el cuadro “La joven de la perla”, del artista Johannes Vermeer, en el museo Mauritshuis, en La Haya, fueron condenados este pasado miércoles a dos meses de prisión por la Justicia neerlandesa. El magistrado consideró probada la intención de destrucción contra el cuadro y calificó de “impactante” la acción de protesta. “Es posible que tratara de causar el menor daño posible, pero por la forma en que actuaron aceptaron la posibilidad de que la pintura pudiera dañarse”.


 

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