¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

15°
19 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

VIDEO. Claudia Sumbay, la docente destacada de 2022

Es maestra de la escuela Juana Moro de López, de La Caldera
Domingo, 06 de noviembre de 2022 01:32

Por un sendero de piedras blancas aparece Claudia Sumbay, la maestra del 6º grado de la escuela Juana Moro de López, de La Caldera. En esa escuela con olor a yunga, a cebil, chalchal y tipas, los niños y niñas abrazan a su "seño" cuando llega en este final de año en un camino lleno de aventuras por los proyectos realizados.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Por un sendero de piedras blancas aparece Claudia Sumbay, la maestra del 6º grado de la escuela Juana Moro de López, de La Caldera. En esa escuela con olor a yunga, a cebil, chalchal y tipas, los niños y niñas abrazan a su "seño" cuando llega en este final de año en un camino lleno de aventuras por los proyectos realizados.

La docente es noticia porque el pasado 28 de octubre le otorgaron una distinción como "docente destacada" del premio María Elsa Aguirre, de la Asociación Independencia. Tiene 42 años, con 15 de antigüedad en la escuela, pero trabajando 21 años en la docencia. Su historia, para llegar a este reconocimiento, es digna de ser publicada porque se cuenta desde el corazón, desde el comienzo de su vida.

La seño Claudia nació en Finca San Alejo, un paraje a 3 horas a caballo de La Caldera. Su papá se llamaba Justo y su mamá Jovita Calisaya. Ellos tuvieron 8 hijos, de los cuales Claudia es la menor. "Yo tenía 6 años cuando mis papás me enviaron a vivir con mis padrinos que estaban en la ciudad. Ellos se llamaban Ernesto Calisaya y Rosita", y su relato se corta en lágrimas.

No lo dice, pero es evidente el dolor por el recuerdo de ser una niña y tener que salir del campo hacia la ciudad, hacia la escuela, a otro mundo, sin sus padres.

"Seguramente me hizo bien ir con mis padrinos, porque ellos me enviaron a la escuela y me dieron la escolarización. Para mí siempre fue difícil porque soy una mujer morocha que viene del campo, sin embargo siempre me esforcé por ser la mejor", simplificó.

Claudia cursó la primaria en la escuela Miguel Ortiz y la secundaria en el colegio San José. Recuerda a su señorita Elvira y al maestro "Bubi" con mucho cariño. "Ellos me enseñaron a superar todos los obstáculos. Por ellos comienza mi amor por la docencia, porque decían que todos éramos capaces de aprender y salir adelante", recordó.

En el secundario comenzó a destacarse por su intenso amor al estudio. Fue tercer mejor promedio del colegio y eso la enorgullece.

Al ciclo superior lo hizo en la ex Escuela Normal. Allí obtuvo el título de profesora en Enseñanza Primaria. "Yo lo pasé muy rápido porque ya sabía lo que quería, tenía en claro cómo iba a ser como docente; así como la seño Elvira y el maestro Bubi. Solo pensaba en recibirme, volver a La Caldera y aplicar esos saberes en mi práctica docente", dijo.

Así es que desde hace 15 años enseña en la escuela Juan Moro de López, en un establecimiento con olor a campo. Allí se desempeñó como maestra frente al aula en casi todos los grados, pero que desde hace tiempo se quedó con los dos últimos grados, los 6º y los 7º.

Los estudiantes del 6º grado de la escuela Juana Moro de López muestran su proyecto junto a Claudia Sumbay. Foto: Federico Medaa

"Me parece que son los grados clave porque los niños van dejando de ser niños, van ingresando a la adolescencia y es cuando más necesitan contención, compresión y ser escuchados. Además ya los vamos preparando para la secundaria. Por eso me gustan los grados más grandes", definió.

Ella enseña todas las áreas, por lo que a su trabajo le da una impronta que se anclan en los proyectos sociocomunitarios. Ahí comenzaron las altas repercusiones por su trabajo, con proyectos de alta significación pedagógica.

En 2012 trabajó con el proyecto "Juégatela", en donde comenzó a abordar la problemática de las múltiples violencias en el fútbol. "Los niños y las niñas están atravesadas por prácticas violentas que naturalizamos. A eso le apuntamos y tratamos de develar", dijo la docente.

En 2014 comenzó con la Reserva Educativa "Una semilla para el futuro", que hasta hoy sigue vigente y se puede visitar. Se trata de un espacio escolar destinado a la conservación y divulgación de los recursos naturales. Su objetivo es promover la educación ambiental a partir de la práctica, conservación y protección de un ecosistema y su biodiversidad.

De pronto comenzó a ser un proyecto en donde todas las áreas curriculares comenzaban a anclarse. Se sumaron entonces los docentes para utilizar la reserva como disparador para construir el conocimiento. Ese proyecto llegó hasta la Feria Nacional de Ciencia y Tecnología.

Para el 2018 se propuso el proyecto "Antiprincesas y Antihéroes", para abordar las cuestiones de estereotipos de género y trabajar sobre la igualdad y el respeto, utilizando los contenidos de la ESI (Educación Sexual Integral). Es un proyecto que comienza a cuestionar los modelos de identificación que socialmente se propone a mujeres y varones.

Historia de un milagro

En mayo de 2021 hay una bisagra en la vida de Claudia Sumbay, una historia sobre el milagro de la vida. Ella tenía más de 40 años y estaba embarazada después de 20 años de tener a su primer hijo. Estando de 6 meses se contagió de COVID-19 en la denominada segunda ola de la pandemia.

Es uno los tantos ejemplos para documentar sobre la lucha de la vida sobre la muerte. Entonces se corta, se calla, le duele y cuenta con lágrimas el dolor del recuerdo: "Yo ahora solo tengo palabras de agradecimiento para con la gente del IPS (Instituto Provincial de Salud) y del HPMI (Hospital Público Materno Infantil), porque yo tenía todo para irme, pero ellos me salvaron la vida. Yo soy hipertensa, con obesidad y embarazada con más de 40 años, pero ellos lucharon desde mayo hasta agosto por mi vida y la de mi hijo", habla y llora.

En ese tiempo tuvo dos paros cardíacos, la sometieron a una traqueotomía, estuvo muerta y volvió a vivir. Su hijo nació y se llama Tiago. Fue una lucha de 4 meses y la salvaron, la sacaron de la muerte. Tiene sus marcas de esa guerra, pero hoy recuerda y ríe y llora. Ella es la prueba viviente de lo que fue la mortal pandemia por coronavirus.

 

Temas de la nota

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Temas de la nota

PUBLICIDAD