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El fantasma en la máquina y lo que nos depara la inteligencia artificial

Domingo, 04 de diciembre de 2022 02:13

Gilbert Ryle fue un filósofo inglés famoso por su oposición a Descartes. En 1949 escribió su obra más conocida: "El concepto de lo mental", un ataque feroz a lo que denominaba el "dualismo cartesiano"; del cual se burla denominándolo "el dogma del fantasma en la máquina". Para Descartes, existía una máquina física y observable -el cuerpo-, y el "fantasma de la máquina" -la mente-; un lugar privado y secreto donde discurren los fenómenos de la percepción sensorial e interna; la conciencia y el pensamiento. Así, una persona es la combinación de estas dos entidades donde la mente actúa sobre el cuerpo mediante ejercicios de voluntad que llamó "voliciones".

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Gilbert Ryle fue un filósofo inglés famoso por su oposición a Descartes. En 1949 escribió su obra más conocida: "El concepto de lo mental", un ataque feroz a lo que denominaba el "dualismo cartesiano"; del cual se burla denominándolo "el dogma del fantasma en la máquina". Para Descartes, existía una máquina física y observable -el cuerpo-, y el "fantasma de la máquina" -la mente-; un lugar privado y secreto donde discurren los fenómenos de la percepción sensorial e interna; la conciencia y el pensamiento. Así, una persona es la combinación de estas dos entidades donde la mente actúa sobre el cuerpo mediante ejercicios de voluntad que llamó "voliciones".

Otro filósofo inglés contemporáneo a Ryle, Bertrand Russell, escribió otro libro con un título similar: "El análisis de lo mental". Descartes, Hume, Russell y Ryle fueron apenas un puñado de filósofos desvelados por entender el proceso del pensamiento; de la conciencia; de la voluntad y la relación entre todos ellos. De allí en más se abrirían enfoques epistemológicos, logicistas, conductistas, monistas, y una infinidad de doctrinas y escuelas de pensamiento.

En 1948, el matemático norteamericano Norbert Wiener creó la ciencia de la cibernética. En su libro, "Cibernética. Control y comunicación en el animal y en la máquina", sostuvo que cualquier sistema -biológico o mecánico-, podía ser "controlado por medio del estímulo adecuado". De hecho, afirmó algo más fuerte: "Todo puede ser controlado". "La cibernética es la ciencia de la información y el control, sin importar si lo que se controla es una máquina o un organismo vivo". Muy pronto, muchos economistas y sociólogos imaginaron que se podría "programar" la economía y la sociedad. Si las personas son programables; también lo podían sus herramientas. Cualquiera que haya leído a Isaac Asimov en la saga "Fundación" va a reconocer en Hari Seldon y la "psicohistoria" a estos economistas y sociólogos y, por qué no, a Wiener mismo, tratando de "programar a la sociedad con los estímulos adecuados". Hoy en día, sin saberlo y sin proponérselo, la ciencia está reavivando este debate. Lo actualiza y lo resignifica con una urgencia más profunda.

Estamos construyendo cuerpos y mentes sintéticas y los estamos combinando de todas las maneras imaginables. Cuerpos sintéticos accionados por inteligencias biológicas; cuerpos biológicos manejados por chips o que aumentan su potencia por medio de inteligencias artificiales. Quimera entre quimeras, se está tras la creación de un cuerpo sintético munido de su propio "fantasma" artificial. El cyborg. El poshumano. La inauguración del poshumanismo.

El hombre viene "mejorándose" a sí mismo desde la Edad de Piedra. Atar una piedra afilada a un palo que le permitió cazar desde más lejos fue, con certeza, una de las primeras herramientas que comenzaron a aumentar la potencia y el alcance del hombre. Los escudos de bronce y las armas de acero solo aceleraron el proceso. Toda tecnología fue siempre sólo eso; y nada más que eso. Un atajo; una manera de aumentar nuestra potencia; de lograr más con menor esfuerzo o riesgo. Una forma de incrementar nuestro alcance en todos los campos. Una regla de cálculo o una calculadora de bolsillo pueden ser consideradas formas de "mejoramiento"; nos ayudan a realizar cálculos de una manera más rápida, con mayor precisión o con menos chances de error.

Mientras estas mejoras se mantienen fuera del organismo y no son capaces de "pensar" por sí solas -mucho menos de imponernos su "pensamiento"-; es fácil catalogarlas como tecnología, mejoramientos o ayuda. Nada distinto -en esencia- a esas reglas de cálculo o a esas calculadoras básicas de bolsillo que mencionaba antes.

Sin embargo, hoy se está experimentando con nuevos atajos que nos permitirían potenciarnos de nuevas maneras. Mecanismos artificiales accionados por nuestra mente como, por ejemplo, complejos exoesqueletos "inteligentes"; cerebros biológicos que puedan aumentar su potencia mental por medio de inteligencias artificiales; seres humanos mejorados genéticamente; o todo eso junto. Estamos entrando en un nuevo territorio; el del cuerpo y la mente como "plataforma". Los límites para definir si se trata o no de un "mejoramiento" se vuelven más difusos y nos vamos convirtiendo, de a poco, en un transhumano.

Quimera

En la mitología griega, Quimera - «animal fabuloso", en latín- tenía el cuerpo de una cabra, la cola de una serpiente o de un dragón y la cabeza de un león. Otras descripciones afirman que tenía tres cabezas: una de león; otra de macho cabrío que salía de su lomo; y la última de dragón o de serpiente, que nacía de su cola. Existen otras imágenes que agregan una cuarta cabeza y un par de alas de dragón, dando como resultado a un monstruo de cuatro cabezas: una de león, otra de macho cabrío, otra de dragón (ambas saliendo del lomo), y una de serpiente que nace en la cola. En cualquiera de estas representaciones Quimera escupe fuego.

En el extremo de los "mejoramientos", podría existir una inteligencia artificial -un "fantasma" -, que podría no tener un cuerpo físico, excepto por la necesidad de esa "mente" de interactuar con el mundo físico inmediato.

Esta "mente" debería disponer, entonces, de mecanismos físicos externos -"inteligentes" o no- que le permitan moverse, vincularse e interactuar con ese mundo que la rodea. Un cuerpo. Que podría ser por completo mecánico. Artificial. Sintético. Lo sé. Suena a delirio; a ciencia ficción. Pero no lo es. En muchos laboratorios del mundo más allá de nuestras fronteras prehistóricas se está teorizando, probando, desarrollando y alcanzando nuevas fronteras científicas inimaginables para nosotros. Incluso la filosofía está avanzando en estos campos intentando adelantarse a estos eventos y marcar los peligros y los posibles desvíos hacia la extinción humana que estos caminos podrían suponer.

Al hombre le llevó millones de años bajar del árbol y caminar; otros miles de años desarrollar herramientas, alfabeto, agricultura; ciudades. Solo necesitó doscientos cincuenta años para desarrollar cuatro revoluciones industriales. ¿Cuántas décadas podrían pasar hasta que seamos capaces de desarrollar una IA que pueda experimentar una "explosión de inteligencia" y que, a pesar de todos nuestros intentos por antropomorfizarla, resulte ser una nueva entidad ultra inteligente y por completo inhumana? ¿Qué pasa si la pregunta no es ya sobre la posibilidad o no de la ocurrencia de este evento; sino sobre cuándo este podría suceder?

A pesar de todo el escepticismo que el tema pueda generar, la realidad es que la tecnología avanza a velocidades híper exponenciales y que todo lo que podría revolucionar a la ciencia y podría cambiar el cómo vemos y percibimos al mundo en cinco, diez o quince años, ya está disponible para uso limitado en laboratorios; y las tecnologías que darán forma al mundo en quince, veinte o veinticinco años ya existen como ideas, planes o, incluso, prototipos viables de laboratorio.

No olvidemos que lo que era solo una idea y un plan en la década del 50 o del 60, son tecnologías de uso regular y corriente hoy en día. La videollamada se probó por medio de un prototipo en 1964. Los robots que hoy recorren Marte ya existían como prototipos en 1959. Los autos autónomos que eran apenas una idea en 1960 son una realidad en muchas ciudades del mundo. Lo mismo que muchos otros dispositivos autónomos, hoy corrientes en otras partes del mundo en los ámbitos industrial, comercial y militar.

Para el particular caso de Quimera, este nuevo logro tecnológico que, en la dualidad cartesiana cuerpo-mente sería una unión máquina-máquina; este nuevo "fantasma cartesiano" tecnológico actuando sobre un cuerpo tecnológico inteligente; ¿podría seguir siendo considerada como sólo una -otra- forma de mejoramiento humano? Que todas sus partes hayan sido creadas y "programadas" por el ser humano; ¿en qué la convierte? ¿Se trataría de solo una máquina? ¿Podría ser considerada un ser sintiente? ¿Consciente de sí mismo? Si este fuera el caso; ¿Sería un ente inferior al humano?

Nick Bostrom y Julián Savulesco (filósofos poshumanistas) entre otro muy nutrido grupo de filósofos y de pensadores de la ultra tecnología, hablan de distintos riesgos existenciales para la raza humana. Todos coinciden en señalar a Quimera como en uno de ellos. Bostrom habla de este nuevo y mítico ser como de un poshumano y de nosotros, el hombre actual, como de transhumanos; la especie en transición hacia ese cyborg quimérico que marcará el inicio del poshumanismo. Y la potencial extinción de la raza humana.

Porque, de nuevo, ¿qué nos hace pensar que este "fantasma de la máquina" no resulte ser, al final del camino, algo intrínsecamente inhumano? ¿Qué chances hay de que este nuevo súper ente artificial sea dócil y nos enseñe a controlarlo? ¿Estamos seguros de poder manejar, contener y controlar a la potencial "explosión de inteligencia" que podría experimentar esta nueva especie sintética; que podría decidir que el hombre es redundante, peligroso, inservible; o todo esto a la vez?

Quizás, la raza humana sea solo una transición biológica efímera hacia otra nueva especie consciente; por completo artificial. La transición entre lo que William Burroughs denominaba "la máquina blanda" -el hombre-; hacia el cyborg -la máquina total-. La humanidad como un disparador biológico necesario para la llegada de esta nueva especie. Un nuevo "superhombre" nietzscheano.

El hombre biológico que mató a dios se convierte en un dios que mata a la humanidad y que es reemplazado por una nueva especie sintética e inorgánica. ¿Consideraría Nietzsche a esta nueva especie como la respuesta a la exhortación a convertirnos en ese "superhombre" mítico por el cual tanto clamó?

El escritor y ensayista británico Edward Morgan Forster vaticinó, setenta años atrás: "Estamos evolucionando, y de un modo que la ciencia es incapaz de medir, hacia fines que la teología no se atreve a considerar".

 

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