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"Muchos jueces se olvidan de que, ante un conflicto familiar, primero debe estar el niño"

Entrevista a María Fátima Silva, abogada especialista en temas de infancia, familia, género y derechos humanos. 
Viernes, 09 de diciembre de 2022 02:07

El lunes próximo, a las 18, la abogada especialista en temas de infancia, familia, género y derechos humanos María Fátima Silva disertará en el seminario de "Violencia institucional hacia los niños y niñas en los procesos judiciales por conflictividad familiar".

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El lunes próximo, a las 18, la abogada especialista en temas de infancia, familia, género y derechos humanos María Fátima Silva disertará en el seminario de "Violencia institucional hacia los niños y niñas en los procesos judiciales por conflictividad familiar".

Durante el encuentro, que será en Zuviría 291 (Fundación Copaipa), se analizarán casos y jurisprudencia actual sobre estos temas. Es una actividad no arancelada, que se realizará en modalidad mixta, presencial y por videoconferencia. Los certificados tendrán un costo.

Para inscripciones: 3876833036, 3876180356, [email protected], [email protected]. Organizan Fundación Papis y comisión de Desarrollo Local de Copaipa.

En diálogo con El Tribuno, Silva se refirió a la violencia institucional que muchas veces ejercen los juzgados de familia contra niños, niñas y adolescentes que quedan envueltos en conflictos familiares y judicializados por años, por lo que pierden contacto con parte de su familia de origen.

Observó que la mayoría de las obstrucciones de vínculo se dan a raíz de denuncias por violencia que nunca se acreditan y consideró que falta una mirada integral por parte de los magistrados, que tenga al niño en el centro, con sus necesidades y derechos.

¿De qué se va a tratar el seminario? ¿Cuál es la idea de este encuentro?

La idea es difundir, como lo vengo haciendo, que la obstrucción de vínculos -que algún niño tenga que crecer sin la familia paterna o materna, sin abuelos, sin tíos y demás- es violencia institucional, porque los juzgados de familia, sobre todo, tienen como misión crear vínculos y no, romperlos. Entonces, deberían trabajar con los vínculos, para que esos niños no crezcan sin un 50% de su vida, que es lo que termina sucediendo con niños judicializados muchos años.

¿Por qué considera que es violencia institucional hacia los niños?

La mayoría de los casos de obstrucción de vínculos se inician con una denuncia por cualquiera de los progenitores: puede ser madre, padre, abuelo... Muchas de ellas son hechas por violencia y después no se acredita la violencia en ningún momento del proceso. Otras, sí y, en esas, quiero condena para el violento, pero en las que no, no se puede tener obstruido el vínculo con una de las partes por una sola denuncia que no fue acreditada; con cautelar, que se renueva. Una familia entera es impedida de ver a un niño y con ese niño, para peor, violando todos sus derechos, es impedido de tener parte de su familia de origen.

¿De dónde ve usted que surge tanta conflictividad familiar?

La conflictividad familiar yo creo que ha estado siempre porque somos humanos, somos personas, y nos manejamos con los sentimientos y con las formas con que vemos o pensamos. Creo que hoy es más visible y que hay una Justicia mucho más permeable. Hay una Justicia que, en vez de investigar rápidamente con qué partes trabajar y tratar de crear puentes, muchas veces los rompe... Es mucho más fácil poner una cautelar, impedir el vínculo de la parte denunciada, sin averiguar mucho más. Sienten que están más tranquilos si ponen la cautelar y la mantienen. Es desidia judicial, en realidad, que se transforma en violencia institucional.

¿Considera que debería cambiar la Justicia?

Necesariamente, la Justicia tiene que cambiar. Creo que lo primero que tendría que hacer es, cuando tiene una denuncia, tomarse solo 10 días y en ese tiempo hacer pericias técnicas, no entrevistas: pericias psicológicas y psiquiátricas a cada parte y una entrevista inmediata con los niños de la familia, para que sus discursos no estén imbuidos de palabra del adulto, para que sean genuinos en una primera instancia.

En 10 días, podrían tener una mirada real de una situación familiar, si trabajaran a conciencia de esta manera. No tengo ninguna duda de que podrían tener un panorama claro, pero deberían hacer esta tarea con mucha rapidez porque los meses pasan, las obstrucciones se extienden, un niño no ve a un padre, a una madre, a una abuela o a un abuelo por un tiempo determinado... Después, se naturaliza esa situación y pretendemos que ese niño diga después que no vivió lo que piensa que vivió, son recuerdos implantados, discursos de adultos que empiezan a replicar... Eso después es mucho más complejo revertirlo.

¿Se necesitan cambios normativos para esas transformaciones?

No, yo creo que las leyes las tenemos, como en muchos ámbitos del derecho. El tema es que los jueces tengan ganas de interpretarlas bien y de crear vínculos y no, de romperlos. Hay algunos que lo hacen; lo que pasa es que esos sufrimientos se hacen más visibles porque, cuando la familia sufre, es lo que primero se ve en cualquier red social, diario o medio de comunicación.

¿Puede ser que haya una mirada del derecho que no aporta para este cambio?

No, tampoco creo en eso... Hay un gran grupo de jueces que hoy tienen una mirada mucho más feminista que antes -en algún punto-, creo que muy extremista, porque es como que está la idea de que tenemos que creer a toda madre que denuncia y la verdad es que ni toda madre es buena, ni todo padre es bueno, ni toda madre es mala, ni todo padre es malo. Tenemos que entender que hablamos de personas, con sus cosas buenas y sus cosas malas

La Justicia tiene que mirar rápidamente dónde está ese niño, al cuidado de quién y si la persona que lo tiene a su cuidado es la que está capacitada para hacerlo. Nos tenemos que olvidar de si es mujer o si es varón. Tiene que estar con el que mejor esté.

Esto que menciona de la mirada feminista, ¿en qué sentido lo dice?

No quiero criticar a las feministas, porque yo nací en un movimiento feminista, pero siempre trabajé en feminismo desde la igualdad de derechos; nunca, desde la desigualdad. En estos casos, se da muchas veces que el feminismo empuja a una desigualdad: eso de creerle siempre a la madre. No digo que todas las madres sean malas; tampoco son todas buenas, como nos pasa a las personas en la vida diaria. Hay un feminismo que tiene una mirada muy crítica del hombre y muy en favor de la mujer, sin mirar con más detenimiento. Así, tenemos los casos de chiquitos como Lucio Dupuy y tantos otros, que han perdido la vida por la falta de una mirada integral al momento de decidir quién está más preparado para cuidar a un niño.

Algunos referentes hablan de que falta una perspectiva del niño. ¿Usted ve también eso?

Exactamente. Si lográramos que los jueces entendieran que, frente a cualquier conflicto familiar, primero está el niño, mejoraríamos sin duda la Justicia. Lo que pasa es que no miran esto. Muchas veces miran, primero la madre, la denunciante, y se olvidan de que primero debe estar el niño, porque es el único que no tiene herramientas para defenderse: lo único que tiene es la mano de la madre o del padre. Los adultos tenemos herramientas... Es imprescindible que empecemos a tener al niño en el centro. Primero, él y sus necesidades y sus derechos y, después, el entorno.

Ese parece un cambio cultural muy difícil...

Sí, estoy de acuerdo con vos. Es un cambio cultural y ¿sabés como se logra? Con esto: charlando, replicándolo, ayudando. No pedimos nada raro: pedimos que la Justicia mire primero a los niños. ¿Quién es el más débil, si tengo un conflicto familiar? El conflicto es de adultos... El más débil es el niño, por lejos.

 

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