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Epílogo esperable de una alquimia política 

Martes, 01 de febrero de 2022 00:27

Máximo Kirchner puso en escena lo que hasta ayer a la tarde era una presunción generalizada: la alquimia del Frente de Todos es insostenible. 
Las usinas ideológicas del Instituto Patria, y de toda la corriente “anticapitalista, antiglobalización, anti FMI”, que son multifacéticas, no logran superar nunca la barrera de la beligerancia. Para ella la refinanciación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional es indigerible. 
Pero también, como quedó claro luego de las PASO con el estallido de renuncias, audios agraviantes y una “carta” que sonó más bien a intimación de Cristina Kirchner, todo ese sector no reconoce autoridad a Alberto Fernández como presidente. Y este, a su vez, actúa de tal manera que debilita más aún su condición de jefe de Estado: es incomprensible que su jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, debiera dejar el cargo para ceder el lugar al equívoco gobernador tucumano Juan Manzur; que su ministro político Eduardo de Pedro renunciara provocativamente y el presidente no le aceptara la renuncia, y que Cafiero fuera trasladado a la Cancillería como premio consuelo. Ni la política exterior puede funcionar como “sana sana”, ni el ministro del Interior puede explicitar su desacuerdo con el primer mandatario y seguir en el cargo. Son solo los casos más notorios. 
El más reciente, la directora del PAMI, Luana Volnovich, protagonizó un escándalo casi farandulesco al irse de vacaciones a la playa más cara de México con su segundo, Martín Rodríguez, que además es su pareja. No se trata de un chisme sentimental, sino de una irregularidad institucional grave y a contramano del mandato oficial de vacacionar en la Argentina. En un país donde el PAMI no funciona, los viajes al exterior se complicaron para los viajeros sin privilegios y donde la escapadita de Luana contrasta con la “austeridad obligada” del 80% de los argentinos, Máximo Kirchner decidió que ambos sigan en el cargo. 
Y así fue.

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Máximo Kirchner puso en escena lo que hasta ayer a la tarde era una presunción generalizada: la alquimia del Frente de Todos es insostenible. 
Las usinas ideológicas del Instituto Patria, y de toda la corriente “anticapitalista, antiglobalización, anti FMI”, que son multifacéticas, no logran superar nunca la barrera de la beligerancia. Para ella la refinanciación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional es indigerible. 
Pero también, como quedó claro luego de las PASO con el estallido de renuncias, audios agraviantes y una “carta” que sonó más bien a intimación de Cristina Kirchner, todo ese sector no reconoce autoridad a Alberto Fernández como presidente. Y este, a su vez, actúa de tal manera que debilita más aún su condición de jefe de Estado: es incomprensible que su jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, debiera dejar el cargo para ceder el lugar al equívoco gobernador tucumano Juan Manzur; que su ministro político Eduardo de Pedro renunciara provocativamente y el presidente no le aceptara la renuncia, y que Cafiero fuera trasladado a la Cancillería como premio consuelo. Ni la política exterior puede funcionar como “sana sana”, ni el ministro del Interior puede explicitar su desacuerdo con el primer mandatario y seguir en el cargo. Son solo los casos más notorios. 
El más reciente, la directora del PAMI, Luana Volnovich, protagonizó un escándalo casi farandulesco al irse de vacaciones a la playa más cara de México con su segundo, Martín Rodríguez, que además es su pareja. No se trata de un chisme sentimental, sino de una irregularidad institucional grave y a contramano del mandato oficial de vacacionar en la Argentina. En un país donde el PAMI no funciona, los viajes al exterior se complicaron para los viajeros sin privilegios y donde la escapadita de Luana contrasta con la “austeridad obligada” del 80% de los argentinos, Máximo Kirchner decidió que ambos sigan en el cargo. 
Y así fue.

Las razones del heredero

El comunicado que ayer difundió la presidencia del bloque oficialista no avanza en el análisis técnico de la crisis macroeconómica. 
Hubiera sido una sorpresa.
La razón de la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia de la bancada es que no hicieron lo que él les exigía: es lo mismo que anticipó el 17 de diciembre, cuando pronunció un discurso que bloqueaba cualquier posibilidad de negociación con la oposición y dejó a Fernández sin presupuesto. Pero, además, echó por tierra la estrategia del presidente de la Cámara, Sergio Massa, y del gobierno, de pasar a un cuarto intermedio.
En ambas oportunidades, y en cada ocasión en que habla en público, el hijo del matrimonio Kirchner repite un discurso de poco vuelo ideológico, excesivamente referenciado en la experiencia de su padres y del que se puede presumir que toma por porciones las teorizaciones de algunos militantes como Fernanda Vallejos, Claudio Lozano o Carlos Heller. 

 La memoria a medias

El documento atribuye la crisis de 2001 a las presiones del FMI. La realidad muestra muchos otros matices, el más llamativo, la espectacular renuncia del Carlos “Chacho” Álvarez, que no estaba dispuesto a pagar el mínimo costo de la reducción del gasto público pero que también se oponía, como el matrimonio Kirchner y gran parte de los argentinos, a la salida de la convertibilidad. 
Pero no aportaban otra solución a un problema de equilibrio macroeconómico (que sigue intacto). 
La debilidad del presidente Fernando de la Rúa se agravó al extremo y naufragó un año después. 
La conducta del diputado a la jefatura, pero no al bloque tiene reminiscencias de aquellas jornadas. Pero la historia no necesariamente se repite y nunca es igual. 
De hecho, ayer se trasladó la fractura interna del FdT al seno de la bancada y el nuevo presidente deberá remar en desventaja contra su antecesor. Porque Cristina Kirchner sigue siendo la socia mayor de la sociedad.
La invocación del 2001 remite al comienzo de un proceso de descomposición económica, política e institucional que estalló en el default aprobado por aclamación en el Congreso. Todo lo que ocurrió desde entonces estuvo atado a la suerte de los commodities (el “yuyito”, especialmente). La producción energética ingresó a una etapa crítica, regresiva, condicionada por acuerdos ideológicos y por los beneficiarios de la importación de gas licuado a precio que cuadruplicaba el del fluido de producción local. Y generó un déficit energético jamás resuelto, que está en las raíces de la crisis macroeconómica. 
El FMI, como la OEA, la OMS y los organismos internacionales tienen sus culpas. Pero la fragilidad de la industria local para competir en el mercado exportador, la brecha cambiaria y el retroceso del PBI per cápita incluyen muchas negligencias locales.

Beligerancia sin planes

En la renuncia de Máximo Kirchner se omite describir cuál es la imposición del FMI que a él le parece inaceptable. La realidad es que en estos veinte años, con cinco presidencias, la Argentina no ha logrado generar las condiciones para estimular el ahorro en pesos, la inversión productiva especialmente en la innovación tecnológica y el desarrollo industrial.
 Hoy, ni los Kirchner ni Alberto Fernández esbozan un itinerario posible para salir del déficit fiscal, el endeudamiento (interno o externo) y la inflación galopante, con su secuela de desempleo, degradación laboral y pobreza que alcanzan niveles trágicos.

Portazo con consecuencias

La renuncia es un golpe muy difícil de asimilar para el Presidente: lo deja sin apoyos en el Congreso. 
Al mismo tiempo expone la fragilidad institucional y política del país. El peronismo desde que presentó tres candidatos en 2003 no logró nunca recuperar su condición de partido. En realidad, desaparecieron los partidos.
El concepto de “liderazgo” fue adquiriendo rasgos mesiánicos, absolutos, decisionistas, inspirados en los fascismos de izquierda y de derecha del siglo XX, sometiendo al Congreso y a la Justicia.
La democracia, así entendida, se redujo a ganar la primera minoría en las urnas y funcionar como mayoría hegemónica en base a alianzas espurias. 
El mensaje de Máximo Kirchner parece expresar con elocuencia la crisis del Frente de Todos, un ensamble de circunstancia que, como él reconoce en el texto, lo aceptó por disposición de su madre. Y que no funciona como ellos esperaban.
La renuncia a la jefatura de la bancada parece adelantar que ese ensamble ya está definitivamente partido.
 
 

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