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Navegando hacia ningún lado

Domingo, 06 de febrero de 2022 00:00

En la historia argentina abundan fracasos, frustraciones y crisis. También, etapas de enorme violencia política. Pero la sensación de inestabilidad e imprevisibilidad que se vive en estos días tiene pocos antecedentes. La crisis social y la falta de horizontes en la economía parece llevar a la dirigencia a adoptar conductas poco serias. Están, en general, tan enfrascados en las candidaturas para 2023 que no tienen tiempo de plantear en público qué es lo que piensan hacer si las urnas les sonrieran.

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En la historia argentina abundan fracasos, frustraciones y crisis. También, etapas de enorme violencia política. Pero la sensación de inestabilidad e imprevisibilidad que se vive en estos días tiene pocos antecedentes. La crisis social y la falta de horizontes en la economía parece llevar a la dirigencia a adoptar conductas poco serias. Están, en general, tan enfrascados en las candidaturas para 2023 que no tienen tiempo de plantear en público qué es lo que piensan hacer si las urnas les sonrieran.

Esa liviandad se reflejó en varios hechos. Quizá el más doloroso sea la muerte de 24 personas entre un centenar de intoxicados por cocaína envenenada. Los comentarios absurdos del ministro nacional de Seguridad, Aníbal Fernández, chicaneando al de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, desde la impunidad de las redes sociales, y luego agraviando a su antecesora Patricia Bullrich, demuestran a priori que su preocupación no está puesta en esclarecer semejante matanza, que no la previó y que, además, no registra (o no quiere admitir) que el episodio es un indicio de un avance territorial del crimen organizado. El narcotráfico, la trata de personas y el contrabando proliferan en un país con instituciones débiles e informalidad, es decir un país donde impera la impunidad.

 

Imprudencias por el mundo

Todo esto ocurría mientras el presidente Alberto Fernández iniciaba una gira oficial por Rusia y China que solo puede ser interpretada como un desafío a los EEUU, el país al que el canciller Santiago Cafiero le pidió la semana pasada una ayuda en las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional.

China disputa el liderazgo internacional a EEUU en materia económica y tecnológica.

Vladimir Putin enfrenta al Pentágono, a la OTAN y a Europa con aprestos prebélicos para invadir Ucrania. Y los dos anfitriones, además, quieren tomar posiciones en América Latina, para asegurarse el abastecimiento de materias primas. Fernández, en Rusia, cuestionó a Estados Unidos y al FMI, y le abrió los brazos al régimen de Putin; en China alentó ambiciosos proyectos tecnológicos vinculados a la inteligencia y a la estrategia militar.

Claramente, a nivel internacional no se puede jugar a dos puntas y no pagar las consecuencias.

 

Juego de tronos

La renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque del Frente de Todos fue un episodio sonoro en la última semana y desencadenó múltiples especulaciones sobre significados y motivaciones posibles. Su argumento acerca de un supuesto desacuerdo con los términos en que definió el pago del vencimiento con el FMI suena a pretexto. Simplemente, porque no hay nada firmado (aunque Alberto Fernández haya utilizado ese término) y porque nadie sabe, Máximo tampoco, sobre concesiones o ajustes que se derivarían de la refinanciación.

Si algo de lo que dijeron el presidente, el ministro Martín Guzmán y el jefe de Gabinete Juan Manzur es cierto, lo que estaría en marcha sería una dilatación "sine die" de los pagos, merced a desembolsos del organismo. Claro que la contrapartida no hace falta acordarla: la disciplina fiscal y eso, por cierto, no es el fuerte del kirchnerismo. Lo que ocurre es que la economía del populismo necesita mucho dinero con valor real. Y piensan que emitiendo se logra el equilibrio social. Dos décadas de experimentos demuestran lo contrario. Emitiendo hay cada vez menos dinero y más pobreza. Y la inflación se ocupa de hacer "el ajuste" en los salarios y en las jubilaciones.

Esto no es especulación: es lo que muestra el Indec. Los únicos que ganan con estas políticas son los que tienen posibilidades de especular con la bicicleta financiera. Los dos años de la presidencia de Alberto Fernández acumulan 25 mil millones de dólares en pasivos remunerados del Banco Central, cuyas reservas se esfumaron. ¿La culpa es del FMI?

El problema que elude el progresismo tardío argentino es de fondo: así como la primera Revolución Industrial hizo aparecer en Europa un nuevo sujeto social, el obrero urbano, que Carlos Marx identificó como proletario, los movimientos socialistas incluyeron al campesinado en la "clase trabajadora". El "trabajador" fue la columna vertebral del socialismo y del peronismo. Ese sujeto ya no está. Nuestro país se maneja con una legislación laboral de los años 40 y el mundo ha cambiado, y mucho. La especulación financiera, por una parte, y la chapucería populista, por otra, van demoliendo a la economía real. Porque el déficit, la deuda, la emisión y la inflación son todos capítulos de la misma trama. Hoy el lugar del trabajador en la Argentina lo ocupan los excluidos.

Y mientras siga el "juego de tronos" no habrá posibilidades de cambiar el rumbo.

 

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