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“Ragone sabía de los sufrimientos y necesidades de los sectores populares. En eso le va la vida”

Entrevista con Daniel Escotorín, historiador.
Viernes, 11 de marzo de 2022 00:36

A 46 años de la desaparición del exgobernador de Salta Miguel Ragone, el historiador Daniel Escotorín describió el contexto en el que se produjo el secuestro de un referente político que había llegado al poder con amplio apoyo popular.

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A 46 años de la desaparición del exgobernador de Salta Miguel Ragone, el historiador Daniel Escotorín describió el contexto en el que se produjo el secuestro de un referente político que había llegado al poder con amplio apoyo popular.

¿Utilizaron al 11 de marzo como una fecha simbólica para desaparecer a Miguel Ragone?

Esa fecha no fue casual. Hay dos elementos para analizar. En primer lugar, todo lo que presentó ese aniversario del 11 de marzo de 1973, cuando se impone el FreJuLi (Frente Justicialista de Liberación) que llevaba la candidatura de Héctor Cámpora junto a Vicente Solano Lima a nivel nacional. En Salta hubo un triunfo arrasador por parte de Miguel Ragone, que fue por fuera de la fórmula con el FreJuLi. Acá en Salta no se forma ese frente por problemas internos.
Ragone había tenido la oposición de los sectores de la ortodoxia peronista, de la lista Azul y Blanca, de la Roja, la Liga del Interior. A Ragone se lo va a identificar con los sectores de la Tendencia y sí va a cumplir con algo que se da en la mayoría de las provincias, que era un gobernador de la rama política y un vicegobernador de la rama sindical, que en este caso fue Olivio Ríos. En la mayoría de estas provincias, luego los vicegobernadores van a jugar un papel nefasto porque se alinearán con los sectores más conservadores y ortodoxos apuntando contra los gobernadores, como en el caso de Ragone, cercanos a la izquierda peronista. Entonces, hay muy poco apoyo en la campaña por parte del Partido Justicialista hacia la candidatura de Ragone, quien se respaldaba en las movilizaciones juveniles, en la izquierda peronista y en los sectores más dinámicos y revolucionarios. Ragone llega a la Gobernación solo con el apoyo formal del Partido Justicialista, pero fundamentalmente con la movilización de los sectores populares. 
Eso va a marcar el proceso desde su asunción del 25 de mayo de 1973, hasta su intervención en noviembre del ’74. Ragone pasa por un momento ambiguo cuando lo intervienen, pero porque él también renuncia. Cuando se retira de la Casa de Gobierno, de Mitre 23, pronuncia una frase para la prensa: “Si hemos servido, volveremos”. A partir de ahí se retira de la vida política, luego va reapareciendo de a poco hasta llegar al 1976 crítico, con el Gobierno nacional en picada, con los ruidos de las botas sonando porque desde diciembre del 75 se hablaba de un golpe militar. El gobierno de Isabel Perón decide adelantar las elecciones para octubre de 1976. En vista a esas elecciones nacionales, el PJ que había estado intervenido en Salta, por decisión federal, comienza a normalizarse y se había convocado a internas para el 14 de marzo. 
Ahí están los dos aspectos, uno es el tercer aniversario del gran triunfo de los sectores populares, pero también fue la víspera de unas elecciones en las que Ragone aparecía como el gran favorito para ganar el liderazgo y conducción del Partido Justicialista. 
Son los elementos a rescatar de ese 11 de marzo de 1976, para explicar por qué ese día y no otro, por qué Miguel Ragone y por qué su desaparición y eliminación física.

Ahora bien, ¿por qué Ragone también sufre el mismo destrato que Güemes en el reconocimiento a nivel nacional?

Hay que detenerse en esta analogía. ¿Cuánto tiempo pasó para que Güemes sea reconocido como un héroe y prócer nacional?: 200 años. Por supuesto que no vamos a esperar 200 años para que Ragone sea reconocido por su trascendencia. Creo que tiene que ver con una característica cultural, política y económica de nuestra configuración nacional, que es el centralismo. Entonces se reconoce más en nuestra historia reciente a mártires de Buenos Aires y no tanto a los de otras partes del país. 
A Ragone no solo hay que recordarlo por su característica de mártir sino también por su carácter político, su transparencia, su honestidad, su absoluto compromiso con la palabra empeñada. Yo no me canso de rescatar que Ragone tiene características muy parecidas, en su ética, a Salvador Allende. Fueron contemporáneos; Allende fue asesinado en septiembre de 1973. El presidente chileno también se comprometió a cumplir con la palabra empeñada. Ragone se comprometió con un programa político. Luego las circunstancias políticas obligaban a alguna readecuación, pero él estaba convencido de que lo debía llevar a cabo porque fue su compromiso; de ahí esa famosa calificación de “terco”. En realidad se trataba de un hombre que estaba compenetrado con esos valores. Sabía de los sufrimientos, de las necesidades de la gran mayoría, de los sectores populares de la provincia. En eso se le va la vida. ¿Por qué no se lo recuerda tanto? Una, porque la historia tiene sus tiempos. Lograr reconstruir las distintas partes de un proceso es muy complejo. En Salta tenemos el desafío de proyectarlo como integrante de esa historia que forma parte de la deuda de la memoria popular. 
 
Le voy a decir tres nombres y me gustaría que me dé referencias:  Gerardo Bavio, Felipe Burgos y Rubén Fortuny.

Son 3 nombres muy importantes para Ragone. Gerardo Bavio fue el intendente que designó para la ciudad de Salta. Es un personaje que tuve la oportunidad de conocer, una persona maravillosa, de una humildad impresionante, pero también formaba parte de los utópicos, de los idealistas convencidos y de los que ponían el cuerpo para llevar a cabo sus ideas. Como intendente, pensó una ciudad con mucha participación, le dio espacio a distintos sectores políticos y a algunos opositores también. Estuvo a la par de Ragone en los momentos más difíciles, aun cuando fue sacrificado por Ragone por las presiones de la derecha peronista. Lo sacaron de la Intendencia y Bavio siguió apoyando el proyecto. Sufrió persecuciones, atentados, la cárcel, el exilio, pero siempre fue consecuente con ese proyecto. 
Felipe Burgos también fue un dirigente que, desde la docencia, acompañó a la par la lucha de los sectores campesinos. Recorrió el Valle de Lerma y el Calchaquí; fue protagonista de varias luchas. Eso le valió el reconocimiento de Ragone para llegar a un cargo. Eso le valió enemigos muy arteros, no solamente a nivel político sino también en el campo sindical. Eso debemos entender cuando hablamos de la derecha, que no es una entelequia o un sector social vinculado a las clases altas, a la oligarquía. En ese momento la propia burocracia sindical veía con malos ojos que un dirigente esté siempre con los trabajadores, atendiendo sus reclamos y movilizándolos. La idea de la Futsca (Federación Única de Sindicatos de Trabajadores Campesinos y Afines) fue una experiencia muy original que no solamente agrupaba a los trabajadores, sino también a pequeños arrendatarios y también atendía los reclamos de los pueblos indígenas. Hacía mucho hincapié en la educación popular, porque venía de una raíz de formación cristiana, ese cristianismo de los 60 y 70 vinculado a la Teología de la Liberación y La Opción por los Pobres. Es un personaje digno de ser reivindicado. 
Y Fortuni fue otro dirigente político, que llegó al cargo de jefe de Policía, una institución que, por el desarrollo de los años 60, ya estaba formada en la represión política. De hecho varios de sus enemigos internos fueron enjuiciados y encarcelados por los crímenes de torturas que habían cometido durante la dictadura de Onganía-Lanusse. Van a ser los que después van a recuperar el control de la Policía en la última dictadura. Hasta el día de hoy, varios de ellos están siendo enjuiciados por crímenes de lesa humanidad cometidos en la provincia. Así, Fortuni era prácticamente un personaje despreciado por ese cuerpo policial. Por eso también se le fue la vida en un episodio confuso que tenía que ver claramente con un ajuste de cuentas por parte de sus oponentes. El intento de democratizar la Policía es una deuda que hasta hoy está pendiente. Son tres personajes que demuestran cómo era el proyecto político de Miguel Ragone.

Nunca se encontraron su restos 

Ragone iba a su trabajo como médico cuando lo secuestraron.

El exgobernador Miguel Ragone

El 11 de marzo de 1976 debe ser para los salteños, argentinos y latinoamericanos una fecha trágica y dolorosa porque se produjo la desaparición del gobernador de la provincia de Salta, Miguel Ragone.

Esa mañana Ragone salió como todos los días de su casa, cercana al Monumento a Güemes, y subió al auto. Se dirigía a su trabajo como médico. En ese momento fue abordado por un grupo de tareas.

Santiago Arredes, el almacenero del barrio, salió a tratar de intervenir pero lo acribillaron a balazos. También hirieron a Margarita Leal, que trabajaba en la zona. Al día siguiente encontraron el auto de Ragone abandonado en Cerrillos, a 15 kilómetros de la capital provincial. Desde aquella mañana no se sabe dónde está su cuerpo ni dónde está la verdad.

Exactamente tres años antes, el 11 de marzo de 1973, Ragone había sido electo gobernador de Salta por más del 54% de los votos. 

Los juicios de lesa humanidad en la provincia establecieron que el secuestro fue parte de un plan sistemático. La autoría intelectual del asesinato correspondió a las autoridades militares del III Cuerpo de Ejército, bajo el mando en ese momento de Luciano Menéndez. Se condenó a perpetua al coronel Carlos Alberto Mulhall, exjefe del Ejército en la provincia; a Miguel Gentil, exjefe de la Policía, y al comisario Joaquín Guil , exjefe de Seguridad de la fuerza. También le dieron 15 años de prisión al exjuez Ricardo Lona por su actuación en el caso.

 

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