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Arquitecturas perimidas

Una mirada sobre instituciones internacionales como el FMI y el Banco Mundial, creadas para evitar turbulencias económicas globales como la de los años 30.
Domingo, 13 de marzo de 2022 20:15

Por Israel Cinman, consultor estratégico motivacional

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Por Israel Cinman, consultor estratégico motivacional

“La historia no se estudia para aprender del pasado, sino para liberarnos de él”, dijo Harari.

Es de tener cuidado caer en la tentación de hacer transfusiones a los muertos.

Las organizaciones, desde la pareja hasta las megacorporaciones planetarias, están en un interregno (transición) de alta complejidad y posibilidades.

Una inmensa cantidad de instituciones fueron diseñadas a imagen y semejanza de las nacidas inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. Es más, se las llama las organizaciones Bretton Woods.

En julio de 1944 en New Hampshire (Estados Unidos) 43 países diseñaron y parieron el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). 

Los objetivos fueron la reconstrucción de la economía en el periodo de posguerra y la ansiada promoción de la cooperación económica internacional y a su vez el establecimiento de un mecanismo para la toma de decisiones consensuadas en los espacios económicos, financieros y comerciales globales.

De aquellos embriones, nacieron a su vez: en 1945 la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en 1945 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), en 1948 la Organización mundial de la Salud (OMS), en 1949 la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en 1953 el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). 

Es de observar que la última organización es la que venía a ocuparse de la niñez.

La matriz de estas creaciones dejan claro que primero está su majestad, la economía, y mucho después están los otros intereses.

Y si profundizamos un poco más en los estatutos fundacionales se deja muy en claro que la proclamada toma de decisiones consensuadas termina siendo absolutamente asimétrica y privilegia al poder económico y sobre todo financiero de algunos países específicos.

Esto fue denunciado desde los albores y se planteó explícitamente que todas estas instituciones al final terminan operando como filiales del poder real localizado en Wall Street.

Para tener en cuenta la hegemonía en las decisiones, Estados Unidos y Gran Bretaña totalizan casi el 50% de los votos posibles (34,22 y 14,17% respectivamente) mientras que los países africanos, todos juntos, se deben conformar con el paupérrimo 2,34% de poder de voto.

En la década del 70, con la salida del respaldo financiero vinculado al patrón oro que habían consensuado los países, se generó un concepto poderoso: el dinero es lo que logren los países hacer percibir que vale. 

El 15 agosto de 1971 en Washington se resolvió así, sin mediar ninguna consideración hacia los otros miembros del FMI, ante la solicitud de Francia de que Estados Unidos le pagara en oro el déficit comercial acumulado, el presidente Nixon decidió terminar con la relación oro-dólar liberando los mercados del oro y de divisas desde ese momento.

“Esto demuestra la asimetría con la cual el Fondo Monetario Internacional ha tratado a sus países miembro y el estrecho vínculo que siempre ha existido entre este y Estados Unidos. Esta institución desde sus inicios ha sido funcional a los intereses de este país que, como principal accionista, la ha manipulado a su más absoluta conveniencia, unas veces poniéndola de escudo para lograr sus propósitos y otras ignorándola totalmente”, señaló Ugarteche, O. (2009). Universidad Nacional Autónoma de México. 

Aparte de este dato y muchos más podemos sin mucho esfuerzo, siempre y cuando tengamos pensamiento crítico, darnos cuenta del perverso mecanismo respaldado por un diseño de organización que a su vez -muy importante- las inmensas organizaciones creadas en la posguerra fueron diseñadas emulando en un todo o en parte a estos grandes monstruos supranacionales.

Son formatos que detrás de una narrativa de cooperación mundial hacia la paz y la concordancia humana encubren claramente una asimetría de sometimiento explícito, del que tiene mayor poder financiero sobre el que no lo tiene.

Nada vale más que el dinero, absolutamente nada, ni la salud.

Percibo permanentemente organizaciones sociales, académicas, políticas, empresariales etcétera que declaman una participación simétrica y terminan siendo absolutamente monarquías, basadas en el poder financiero en forma directa o a través de poner dirigentes funcionales al verdadero objetivo que es amasar mayor poder sobre el otro.

Y como si fuera poco los mismos movimientos supranacional generaron aliados a medida para sostener la debacle que fueron y van produciendo, dejando gente fuera del sistema. A ese invento se lo llama el tercer sector con las ONG.

Si las ONG emergieron como tales en la postguerra y explícitamente el 26 de junio de 1945 (casi un año después del FMI) en la Carta de las Naciones Unidas en el capitulo X, articulo 71 se afirma: “el Consejo Económico y Social podrá hacer arreglos adecuados para celebrar consultas con organizaciones no gubernamentales que se ocupen en asuntos de la competencia del Consejo”.

Se las apoyó fuertemente, con algunos filántropos de turno, o de casualidad provenientes especialmente del sector financiero. 

El 27 de febrero de 1950 se concretó una resolución de la ONU que otorgaba a las ONG un rango especial en el contexto de las organizaciones supraestatales.

No es una casualidad que el 27 de febrero se tomara como el día mundial de las ONG.

Para ir cerrando, el liderazgo de máxima calidad lo protagonizan aquellos que diseñan las organizaciones, ya que estos marcan no solo la visión, sino que condicionan los límites operativos y hasta el perfil de los operadores, en definitiva el ADN identitario y su alcance posible.

Hay que recordar el triángulo de oro de los diseños:

1) Contexto: toda narrativa es exclusivamente para un contexto. Si no revisamos el contexto estaremos insistiendo con pretextos. El buen diseñador renueva los diseños anticipando paradigmas más que adaptándose. Y tiene mucho mas territorio que escritorio.

2) Decisiones: solo descubriendo cómo son los procesos en la toma de decisiones podemos darnos cuenta de dónde está el poder real. La era de internet cambió las reglas, pero los viejos diseños y los diseñadores viejos se empecinan en sostener organigramas con “presidencias controladoras” ya del periodo Jurásico. Cuando más posibilidades de empoderamiento descentralizado haya más dinamismo y asertividad se generarán.

3) Propósito: el beneficio diferencial plausible que propone la organización con lo que se crea hace la diferencia. 

El buen diseñador pesca la insatisfacción y construye desde allí. Y al propósito lo une con una cultura de mentalidad de start up lo más alejada posible de ofrecer un commodity. 

Ser ágil sin ser superficial es lo épico.

¿La organización a la que perteneces es del formato posguerra?

¿Cuál es el límite de posibilidades que te da el diseño de tu relación de pareja, de tu familia, de tu club, de tu escuela etcétera?

¿Organización no gubernamentales u organización para nuevos gobiernos?

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