Por enésima vez, una escuela de enseñanza primaria y que también funciona como comedor fue saqueada en Pichanal. Se trata del establecimiento “Jesús de Nazareth”, ubicado en un barrio periférico de la localidad norteña.
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Por enésima vez, una escuela de enseñanza primaria y que también funciona como comedor fue saqueada en Pichanal. Se trata del establecimiento “Jesús de Nazareth”, ubicado en un barrio periférico de la localidad norteña.
En esta oportunidad, su directora Raquel Vargas denunció que malvivientes ingresaron durante la madrugada de este lunes y se llevaron muchas cosas de valor, como ventiladores, matafuegos, documentación y la mercadería que se utiliza para el comedor.
Además del robo, la indignación de Vargas tiene que ver con la ausencia de una consigna policial que debía vigilar el establecimiento que sufre ataques permanentes.
Cuando llegó el personal de servicio, tras el llamado de alerta, el agente en cuestión no se encontraba en el lugar. “Llegué a las 7 de la mañana y encuentro al personal de maestranza realizando un relevamiento del destrozo”, le dijo Vargas a El Tribuno.
“Vimos que un matafuego estaba tirado, que rompieron la verja de la celaduría y también entraron a la dirección, pero esa puerta no fue forzada”, contó la directora.
Raquel detalló que se ensañaron con los legajos de los niños y niñas ya que se robaron documentación que se encontraba dentro de un armario. “A nadie le sirve de nada esos papeles”.
De la dirección se llevaron dos ventiladores de gran porte, útiles que fueron donados, cajas con cuadernos de arte que suministró el Gobierno, y toda la mercadería (donada por empresarios y personas de la zona) que había en el lugar: bolsas de azúcar, yerba, cebollas y papas.
Vargas denunció también que destrozaron el baño de las niñas y se robaron la grifería.
“Habíamos comprado unos trofeos para entregar en una maratón que estamos organizando por Malvinas, y aparecieron tirados dentro del baño”, lamentó.
Anteriormente, a la escuela le robaron los tablones del comedor, algunas mesas y sillas. Es que a dicho establecimiento concurren casi 900 alumnos, los cuales desayunan y almuerzan de lunes a sábado. “No solo vienen los niños, también vienen sus familias”, dijo Raquel.
“Estoy cansada de los robos, también se llevaron los tachos de cocina, ahora cocinamos con ollas viejas que las hacemos soldar a cada rato y cada vez que la hacemos soldar nos cuesta 2500 pesos”, añadió.
La docente ya había denunciado que la delincuencia crece a raíz de la droga en el barrio Nueva Jerusalem, donde está ubicada la escuela, y expresó su deseo de reunirse con el ministro de Seguridad, Abel Cornejo, para volver a impulsar un puesto policial en el lugar.