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Las redes sociales, acorraladas por los movimientos geopolíticos: ¿siguen siendo un paraíso democrático?

Sabado, 05 de marzo de 2022 08:24

En los últimos tiempos comenzó a derrumbarse la idea de que las redes sociales constituyen un paraíso democrático, en el que gente de cualquier lugar del planeta, creencia religiosa o ideología puede expresar sus ideas con mínimos controles y prácticamente sin censura. Y, sobre todo, que estas enormes plataformas carecen de una postura o tendencia política determinada.
Durante la última campaña electoral de los Estados Unidos, en 2020, Twitter tomó la decisión de bloquear de manera temporal la cuenta del entonces presidente Donald Trump, a fin de impedir que publicara declaraciones que provocaran violencia, según se explicó en aquel momento. Pocas horas después, le cerró de manera permanente esa vía de comunicación con sus casi 100 millones de seguidores, con ciudadanos, políticos y líderes de todo el mundo. 
La medida reabrió viejos debates sobre el derecho de los usuarios a difundir mensajes y de los empresarios tecnológicos a posibilitarlo o no. Rápidamente el mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador opinó que Twitter se había convertido en una especie de “Santa Inquisición” contra la libertad de expresión y que no era posible que empresas privadas decidieran sobre el derecho a difundir mensajes.
En contrapartida, hay estudios que sostienen que las redes sociales, sin censuras, tuvieron un rol fundamental en la “primavera árabe”, facilitando el accionar de movimientos que desestabilizaron gobiernos y generaron verdaderas revoluciones. Estudiosos de estos temas de la Universidad de Alicante manifestaron, que las redes “sirvieron de catalizador para iniciar el cambio social, además de un recurso que facilitó la organización de las protestas en la calle”. 
En los últimos días, tras el estallido del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, Google, Youtube y otras empresas tecnológicas bloquearon a los medios de prensa rusos Rusia Today (RT) y Sputnik por “diseminar propaganda del Kremlin sobre la invasión”. Un dato significativo, la cuenta de YouTube de RT tiene más de 4,5 millones de suscriptores de todo el mundo.
La medida se tomó luego de que la Unión Europea (UE) anunciara restricción del acceso de estos medios rusos al mercado europeo, independientemente de su canal de distribución. 
También Rusia tomó decisiones del mismo tenor, procediendo a bloquear Twitter y Facebook en respuesta a la “censura” de cuentas de medios de comunicación de ese país. En acusaciones cruzadas, sostienen que esas redes difunden ‘información falsa‘ sobre la actuación de las fuerzas rusas en Ucrania. 
Son muchos los ejemplos que se vienen sucediendo en este sentido: las posturas vacunas sí, vacunas no, es otro de ellos. Lo cierto es que las grandes plataformas se han visto acorraladas ante los movimientos geopolíticos, que las obligarían a tomar partido. Un contexto que reavivó el debate.
Hoy más que nunca, las redes sociales se han convertido en una ventaja y en un problema para los intereses políticos y económicos, y son observadas por los usuarios cada vez con más recelo.

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En los últimos tiempos comenzó a derrumbarse la idea de que las redes sociales constituyen un paraíso democrático, en el que gente de cualquier lugar del planeta, creencia religiosa o ideología puede expresar sus ideas con mínimos controles y prácticamente sin censura. Y, sobre todo, que estas enormes plataformas carecen de una postura o tendencia política determinada.
Durante la última campaña electoral de los Estados Unidos, en 2020, Twitter tomó la decisión de bloquear de manera temporal la cuenta del entonces presidente Donald Trump, a fin de impedir que publicara declaraciones que provocaran violencia, según se explicó en aquel momento. Pocas horas después, le cerró de manera permanente esa vía de comunicación con sus casi 100 millones de seguidores, con ciudadanos, políticos y líderes de todo el mundo. 
La medida reabrió viejos debates sobre el derecho de los usuarios a difundir mensajes y de los empresarios tecnológicos a posibilitarlo o no. Rápidamente el mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador opinó que Twitter se había convertido en una especie de “Santa Inquisición” contra la libertad de expresión y que no era posible que empresas privadas decidieran sobre el derecho a difundir mensajes.
En contrapartida, hay estudios que sostienen que las redes sociales, sin censuras, tuvieron un rol fundamental en la “primavera árabe”, facilitando el accionar de movimientos que desestabilizaron gobiernos y generaron verdaderas revoluciones. Estudiosos de estos temas de la Universidad de Alicante manifestaron, que las redes “sirvieron de catalizador para iniciar el cambio social, además de un recurso que facilitó la organización de las protestas en la calle”. 
En los últimos días, tras el estallido del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, Google, Youtube y otras empresas tecnológicas bloquearon a los medios de prensa rusos Rusia Today (RT) y Sputnik por “diseminar propaganda del Kremlin sobre la invasión”. Un dato significativo, la cuenta de YouTube de RT tiene más de 4,5 millones de suscriptores de todo el mundo.
La medida se tomó luego de que la Unión Europea (UE) anunciara restricción del acceso de estos medios rusos al mercado europeo, independientemente de su canal de distribución. 
También Rusia tomó decisiones del mismo tenor, procediendo a bloquear Twitter y Facebook en respuesta a la “censura” de cuentas de medios de comunicación de ese país. En acusaciones cruzadas, sostienen que esas redes difunden ‘información falsa‘ sobre la actuación de las fuerzas rusas en Ucrania. 
Son muchos los ejemplos que se vienen sucediendo en este sentido: las posturas vacunas sí, vacunas no, es otro de ellos. Lo cierto es que las grandes plataformas se han visto acorraladas ante los movimientos geopolíticos, que las obligarían a tomar partido. Un contexto que reavivó el debate.
Hoy más que nunca, las redes sociales se han convertido en una ventaja y en un problema para los intereses políticos y económicos, y son observadas por los usuarios cada vez con más recelo.

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