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Gas de Chile y Vaca Muerta, irónico final de cuento

Todos los gobiernos, desde el menemismo a esta parte, hicieron aguas con la energía.
Lunes, 11 de abril de 2022 00:37

El Gasoducto NEA, en el que se invirtieron desde 2010 cerca de 2.300 millones de dólares, es una obra ociosa que ya no cuenta con gas de Salta ni de Bolivia para evitar que cientos de miles de familias en toda la región sigan pagando entre 600 y 750 pesos por una garrafa de 10 kilos.

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El Gasoducto NEA, en el que se invirtieron desde 2010 cerca de 2.300 millones de dólares, es una obra ociosa que ya no cuenta con gas de Salta ni de Bolivia para evitar que cientos de miles de familias en toda la región sigan pagando entre 600 y 750 pesos por una garrafa de 10 kilos.

El gobierno acaba de licitar un gasoducto que, en una primera etapa, conectaría a Vaca Muerta con Buenos Aires, para cubrir con gas neuquino las demandas de la región central desde el invierno de 2023, según estimaciones oficiales a las que expertos calificaron de "utópicas".

De todos modos, la preocupación del norte está puesta en el invierno que esta encima. Atentas, petroleras que tienen activos en Vaca Muerta, como también intereses con el GNL que llega en buques metaneros y se regasifica en Mejillones (Chile), volvieron a proponer un esquema de intercambio que tiempo atrás no cuajó. El plan, que canaliza en estos días el gobierno, consiste en abastecer con gas de Vaca Muerta a la región central de Chile, e intercambiar ese volumen exportado con GNL regasificado que llegaría desde Mejillones a la planta compresora de Pichanal a través del gasoducto Norandino.

Con esa operación las compañías colocarían gas de Vaca Muerta en Chile a un precio mucho más elevado que el del mercado doméstico argentino. Además, esperan recibir compensaciones de precio bajo el argumento de que el GNL es hoy cinco veces más caro en el mercado internacional. Un negocio redondo ante el cual IEASA aparece sin márgenes para regateos por la declinación productiva de Bolivia y el crítico escenario energético del NOA.

Como fuere, a través de Norandino, uno de los gasoductos que se construyeron a finales de los noventa para exportar gas a Chile y que ahora lo traería a Salta, solo podrían llegar a Pichanal entre 1,5 y 1,8 millones de metros cúbicos diarios.

No sería ese el único plan de reversión de flujos. La Secretaría de Energía de la Nación también tiene en carpeta obras para cambiar el sentido de transporte del gasoducto troncal que conecta desde hace más de medio siglo a Campo Durán con Buenos Aires. En algún tiempo más, si los planes no quedan como tantas otras veces en anuncios, gas de Vaca Muerta llegará a Campo Durán desde Buenos Aires para ser derivado hacia a Chaco, Formosa, Corrientes, Misiones y el norte de Santa Fe por el hoy ocioso Gasoducto NEA. La licitación de las obras pendientes en Salta se anunció para marzo, pero a esta altura del año no hay señales de la prometida reactivación, que demandaría, según anuncios oficiales, unos 150 millones de dólares.

Las paradojas encadenadas confirman que todas las gestiones de gobierno, desde el menemismo a esta parte, hicieron agua con desaciertos, imprevisiones y negociados. El país quedó sin autoabastecimiento hidrocarburífero ni soberanía energética y la producción gasífera del norte acabó en coma.

 

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