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19 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
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Salta: fundación necesaria

Sabado, 16 de abril de 2022 02:11

 

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El descubrimiento de América, precipitó una catarata de viajes hacia el Nuevo Mundo entre los siglos XV y XVI, con propósitos de exploración, conquista y comercio. Pero la conquista se consolidaba a través de la fundación de ciudades. De allí la importancia que asignaba la Corona castellana y los virreyes a proyectar y proceder a designar a gobernadores con la misión de iniciar el proceso fundacional de las nuevas urbes en territorio americano.
A medida que corrían los años se acumulaba experiencia entre los esforzados conquistadores españoles y surgía la evidente necesidad de establecer dichas ciudades.

 Una mirada estratégica

La fundación de la ciudad de Salta, responde a una política centrada en una mirada geoestratégica del Virrey Francisco de Toledo quien consideró la necesidad de mantener comunicación entre Lima con el Rio de la Plata, oponiéndose a nuevas conquistas a fin de fortalecer la existente. De tal suerte, ordenó entre otras, la fundación en Salta para resistir los ataques de chiriguanos y los diaguitas del Calchaquí.
Toledo tomó para sí los proyectos de Francisco de Aguirre y con el consejo del Oidor de Charcas, Licenciado don Juan de Matienzo, consuegro de Aguirre y su más leal defensor, insistió en la fundación en el valle de Salta.
El virrey concebía una línea de fundaciones estratégicas para proteger La Plata y Potosí y los dos caminos desde esas ciudades al Paraguay, Tucumán y Chile.
Proyectó Toledo que una sucesión de fundación de ciudades, era el medio más oportuno para asegurar el tránsito comercial entre Charcas y Tucumán, tierra esta última “expuesta a forajidos”, y también permitir el rápido paso de la justicia y de los socorros. En 1576, en correspondencia a S. M. le manifiesta que: “envió gente a hacer la población del valle Calchaquí y Salta, para que aquella provincia del Tucumán se pudiera unir, juntar y comerciar con la ciudad de La Plata
En tal sentido, dio expresos mandatos a Juan Pérez de Zurita y a Jerónimo Luis de Cabrera en 1571, a Gonzalo de Abreu y Figueroa en 1573, a Pedro de Zárate en1574 con respecto a la fundación de una ciudad en el valle de Salta. Estos actores no lograron el objetivo propuesto. Hernando de Lerma recibió similar encargo en 1578.
Las instrucciones de Toledo a Lerma revelan que el autor intelectual de la fundación de Salta, fue el Virrey Toledo y que su brazo ejecutor fue el gobernador Hernando de Lerma.

 Lerma, el fundador

Hernando de Lerma era licenciado en Derecho por la Universidad de Salamanca, y casado con doña María de Quesada. Debió tener, por cierto, muy amplia acogida y excelentes recomendaciones en la Corte para obtener el nombramiento de gobernador del Tucumán y aún más, para su confirmación en el cargo no obstante la oposición del virrey Toledo, desplazando el nombramiento que éste hiciera a favor de Pedro de Arana.
Fue Lerma un hombre de naturaleza transeúnte, su historia es de perpetuo tránsito, de carácter tumultuoso, siempre dispuesto a que la razón tomara partido por el lado de la conveniencia. Tenía “fuego en la sangre”, el fuego de aquella tierra de españoles bravíos. Lerma fue contradictorio y arbitrario. Su orgullo le venía de lejos, y como el orgullo es lazo para la vanidad se enredó en un círculo giratorio y nunca pudo evadirse de esta trampa que le preparaba el destino. Gozaba de buena salud y era de arrogante presencia.
Lerma encontró en Lima gente que lo secundó en su proyecto fundacional: Manrique de Lara, pariente cercano del Duque de Maqueda, y entre otros el arzobispo del Perú, Mogrovejo que luego escalaría a la categoría de Santo y el arcediano Martín del Barco Centenera, autor del poema “La Argentina”.

 La fundación

Partió Lerma de Charcas el 16 de abril de 1580 y llegado el 29 del mismo mes a Talina, permaneció allí hasta el 20 de mayo. En cuatro días llegó a Santiago del Estero, recorriendo así 45 leguas. Levantó un proceso contra su antecesor don Gonzalo de Abreu, a quien engrilló, encarceló e hizo ahorcar. Se preparó entonces para la jornada fundadora, a cuya consulta con los vecinos acerca de si era mejor fundar la ciudad en el valle de Salta o en el valle Calchaquí, resultó por mayoría el primero.
Los vecinos de Santiago del Estero, Talavera, San Miguel de Tucumán y de Córdoba, formularon sus ofrecimientos y se aprestaron para la expedición, la que constaba de 96 hombres, 172 caballos de guerra y 475 de carga, 195 bueyes, más de 2.000 ovinos y numerosos indios flecheros y con 24 carretas de provisiones. Partió en enero de 1582 de Santiago del Estero y en marzo estuvo en Talavera.
El 14 de abril de 1582, ya estaba Lerma en el valle de Salta. Señaló el sitio en donde se levantaría la ciudad, a la que fijó los límites de su jurisdicción, por el Norte, el lindero de la gobernación de Tucumán, o sea el asiento indígena de Calahoyo hacia esta ciudad, que es cinco leguas de Talina y cuarenta y cinco de esta ciudad y otras tantas leguas incluyéndose “dentro de los dichos términos y especialmente los indios de este valle de Salta, y del valle de Calchaquí, Tafí, Pulares, Cochinoca, Casabindo y Chicoana. Por el Sur, o sea “por la parte de la ciudad de Nuestra Señora de Talavera, hasta la jutna que dicen de los caminos que es veinticuatro leguas de esta ciudad y otras tantas leguas en circuito y redonda, y por la otra parte, o sea rumbo a la ciudad de San Miguel de Tucumán, otras veinticuatro leguas en que se han de incluir a los indios de Choromoros.
La jurisdicción de Salta abarcaba desde el paralelo 22° hasta Salta de Norte a Sur, que se calculaban en 45 leguas, otras 45 hacia el Este y otras 45 leguas hacia el Oeste, incluyéndose todo el ex territorio de Los Andes y los actuales valles Calchaquíes, salteños, tucumanos, catamarqueños o sea incluyéndose Tolombón, Colalao y Santa María.
El lunes de Pascuas de Resurrección, 16 de abril, fundó la ciudad a la que llamó ciudad de Lerma en el valle de Salta, “en nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres Personas y un solo Dios verdadero, y de la gloriosísima Virgen su bendita Madre, y del apóstol Santiago, luz y espejo de las Españas, y en su nombre de Su Majestad el señor rey Felipe II” fundaba “la ciudad de Lerma en el valle de Salta, provincia de Tucumán”.
Con respecto a los asistentes eclesiásticos en esa memorable jornada, informa Cayetano Bruno S.D.B. que ninguna de nuestras antiguas poblaciones reunió en su acto fundacional tan selecto cuadro de eclesiásticos como Salta: “siendo testigos que se hallaron presentes (según el acta de fundación) el reverendísimo señor obispo don fray Francisco de Victoria, y don Francisco de Salcedo, deán de la catedral de Santiago del Estero, don Diego Pedrero de Trejo, chantre de la Santa Iglesia y don Nicolás Gómez, comendador de la Orden de Nuestra Señora de las Mercedes, Fray Juan Bartolomé de la Cruz, del Orden del señor San Francisco”.
Al día siguiente, día 17 de abril, se repartieron los solares entre los noveles vecinos que se establecerían en la ciudad, quedando señalados dos para la iglesia mayor y dos solares “junto a los de dicha iglesia para el reverendísimo señor obispo de estas provincias don fray Francisco de Victoria, y una cuadra para casa y convento del señor San Francisco”.
 En esa jornada tuvo lugar un desafortunado encuentro entre el obispo Victoria con el Gobernador, La presencia del Deán Salcedo, incomodó a Lerma por su oposición feroz a tal clérigo. Saludarse y reñir fue todo uno, Lerma se opuso a la prosecución del viaje del pastor y acabó poco después amenazando con ahorcar a Victoria junto a los demás clérigos y frailes.
Este infausto encuentro, signaría el futuro de las relaciones entre la autoridad civil y la religiosa. En los siglos venideros, obispos y gobernadores sostendrían una diferencia abismal de criterios en cuanto al servicio que habrían de prestar los naturales, y a los atropellos de la autoridad. Los clérigos en su defensa de la población, fueron víctimas de los abusos del poder gubernamental.
La vida religiosa de la nueva población siguió el ritmo lento y trabajoso de las demás ciudades de Tucumán y Río de la Plata.
En cuanto a la palabra Salta, de origen aborigen, nos circunscribimos a la investigación etimológica. Al respecto el doctor Arturo León Dávalos afirma que deriva del aymará sagta (muy hermoso), Lafone Quevedo: sala y ta (lugar de peñas), Atilio Cornejo sata (siembras), Torres López: sajitta o sajtta (pascana). En lengua mocoví, sal o sacte (lugar donde crece algo), en lengua quichua, sacta que significa golpear, Pedro Bazán sostiene que Salta debe su nombre a un vocablo quichua, el adjetivo sacta significa áspero, desigual, de modo que decir sacta allpa o Saltalpa, sería decir tierra áspera en base a su variopinta orografía. Otra consideración nos conduce a los indios saltas de la tribu de los lules.
Lerma fue el primer gobernante del Tucumán que oso legar lisa y llanamente su apellido a un pueblo. Con popularidad era aceptable, pero sin ella corría el riesgo de recibir una afrenta pública. Con el transcurso del tiempo, pasó a llamarse San Felipe de Salta para no pronunciar la palabra Lerma. La población recordaba las intolerables y crueles prisiones que dio a muchas personas y grandes los robos a título de secuestros de bienes y de indios, siendo en las causas judiciales parte, juez, testigo, fiscal y carcelero.
Concorlorcorvo llama a nuestra ciudad San Felipe el Real, definiéndola como “una ciudad célebre”.
Más adelante adopta simplemente el nombre aborigen de Salta hasta la actualidad. En cambio, el valle de Salta se denomina hoy, valle de Lerma.
Antes de fenecer el siglo XVI, ya era Salta una de las ciudades del Tucumán más importantes por su posición como escala del comercio entre Charcas y Tucumán. En los siglos siguientes, su crecimiento fue exponencial y destaca sobre el resto de las ciudades en el período de la Independencia. En el presente, se encuentra en el desafío de recuperar su perdido esplendor y de dejar de ser un espacio periférico para volver a recuperar la centralidad de una tierra bendecida que merece volver a ser protagonista en el contexto nacional e internacional.
 

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