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"Para el futuro del trabajo cada vez se necesitarán más habilidades blandas"

Luis J. Chiliguay. Abogado salteño, docente universitario y master en administración. 
Sabado, 30 de abril de 2022 21:49

Luis Chiliguay adquiere conceptos del escritor israelí, Yuval Noah Harari; de Jean Paul Sartre; o toma aportes del psicólogo Edward Bono; todo esto como parte de una síntesis que la cruza con la realidad de Salta para aproximarnos a un futuro cercano sobre cómo será el mundo laboral.

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Luis Chiliguay adquiere conceptos del escritor israelí, Yuval Noah Harari; de Jean Paul Sartre; o toma aportes del psicólogo Edward Bono; todo esto como parte de una síntesis que la cruza con la realidad de Salta para aproximarnos a un futuro cercano sobre cómo será el mundo laboral.

Sin dudar, se embarra en definiciones para el debate de lo que es y de lo que será.

¿Se puede preguntar por el futuro del trabajo? o ya es presente...

Meditar sobre el futuro del trabajo, nos impele a tomar conciencia de la necesidad de prepararnos para ese contexto, para esa dimensión pretérita que, pandemia COVID-19 de por medio, parece estar más cerca que nunca. Jean Paul Sartre, razonando sobre la libertad, indica que cada ser humano tiene una cita con su propio destino. Evidentemente debemos prepararnos para ese futuro que está a la vuelta de la esquina. Y si no es por nosotros será por las generaciones que vienen después, que es como repensar nuestro sistema educativo. Yuval Harari en plena pandemia sostenía que: “es necesario estar en constante formación y reinvención. Una y otra vez. Y esto constituirá una carga enorme. Pensemos que tenemos que volver a empezar a los 40 años, luego a los 50 y de nuevo a los 60. Las decisiones que tomemos ahora cambiarán nuestras vidas”. Ciertamente tenemos que tomar uno u otro camino, e incluso no hacer nada es ya una toma de posición y un camino elegido. Pero la vida es así. La vida es opción. Y claramente optar conlleva asumir riesgos. La pluma de nuestro entrañable Jorge Luis Borges lo resumió al afirmar que “fuimos engendrados para el juego arriesgado y hermoso de la vida”. 

Para arriesgarse a algo siempre hay que tener certidumbre...

Es una evidente certeza que ese riesgo siempre estará presente, en mayor o menor medida. Y de ello mismo se infiere otra certeza. La necesidad de contar con la mayor formación e información posible.  Ciertamente decidir con la mayor información posible aumentará nuestras posibilidades  de éxito. Quizás nuestra luz debería ser nuestro sistema educativo, pero nuestras máximas autoridades han reconocido hace pocos días en nuestra ciudad, que nuestro sistema educativo es obsoleto y no está preparado para dar las habilidades que hoy requiere el mercado laboral, por lo que mucho menos dará a nuestros jóvenes las habilidades para el futuro. Concretamente, el ministro de Educación de la Nación Jaime Perczyk, en oportunidad de visitar recientemente nuestra provincia, sostuvo que “la pandemia mostró con crueldad la necesidad de enseñar más y mejor”. Desde otro ángulo hermenéutico, también es claro que nuestro sistema jurídico laboral es obsoleto, concretado y patentizado ello en la obsolescencia del marco normativo que rige las relaciones laborales, que no beneficia a los trabajadores pero tampoco beneficia a empresarios, ni es apto para engendrar una red de creación de valor. En esencia, nuestra legislación, sostiene que el trabajador, por sólo ponerse a disposición del empleador, ya tiene el cúmulo de derechos, que demagógicamente, se pregona, para dicho trabajador. Me pregunto y lanzo la pregunta: ¿No es más importante dar esos premios a quien con su esfuerzo realmente crea y aporta valor, que entronizar a quien como casi la única contraprestación se limita a cumplir un horario y a presentarse en un determinado lugar físico? Desde Davos, nos indican la necesidad de contar con lo que se denomina ”habilidades blandas“ de cara al futuro. Estoy convencido que las ”habilidades duras“ siempre serán necesarias, pero claramente ya no son suficientes. Las habilidades blandas parecen ser (según Stammler) “nuestra estrella polar” nuestra luz y guía. Entonces los convenios colectivos de trabajo ya son “obsoletos”...
El marco normativo, al que aludí precedentemente, también está compuesto por los convenios colectivos, pero estos se han quedado dormidos en la dialéctica setentista, donde prácticamente se pinta de enemigos a empleado y empleador, y la actividad sindical parece limitarse a una diáspora por un pseudo aumento salarial que no acaba de concertarse y ya está sepultado por la inflación. El mundo futuro se avizora como un escenario donde la premisa será empoderarnos, ser autodidactas, creativos, resilientes, imaginativos, innovadores, empáticos, proactivos, eficientes. A prima facie parece sencillo, pero no es así. Peter Senge, hablando sobre el particular, sostiene la necesidad de cambiar nuestras estructuras mentales, para no pasar la suerte de las ranas. Alude a la parábola de la rana hervida. Según esa parábola si a una rana se la pone en una olla, sobre un fuego intenso, buscará saltar y escaparse, mientras que si la ponemos en una olla en agua a temperatura ambiente, y no la asustamos, se queda tranquila. Cuando se va aumentando la intensidad del fuego, la rana quedará cada vez más aturdida y finalmente no estará en condiciones de salir de la olla. La parábola de la rana hervida nos interpela en nuestra zona de confort. 

¿Es tan fácil adquirir éstas habilidades blandas? 

Estoy convencido que no. Quien estuvo en una zona de confort haciendo actividades laborales rutinarias y repetitivas, claramente no desarrolló lo que Edward Bono dio en llamar pensamiento lateral. Difícilmente, personas en esa situación, se conviertan, de la noche a la mañana o por arte de magia, en personas creativas e innovadoras. Me asiste el convencimiento que, a mediano y largo plazo, solo lo podemos hacer por medio de nuestro sistema educativo. En el corto plazo, solo los profesionales idóneos pueden ayudarnos en ese derrotero, tan complejo y tan dinámico. Y con ello me refiero a psicólogos o psiquiatras o profesionales afines. Aún así será difícil y mucho más aún a personas adultas, cuyas estructuras mentales están más solidificadas. No faltará quien diga que todo lo que venimos razonando, no aplica en Salta. Pero al respecto debemos tener en cuenta que estamos sumergidos en una aldea global y lo que quizás antes parecía lejano, hoy nos toque la puerta de nuestra casa.

¿Cuáles son las “luces rojas” que deberíamos tener en cuenta?

Hay datos de la realidad que no podemos desconocer; por ejemplo que la mayor fuente de empleo en nuestra provincia está dado por el empleo público, el que no ha dejado de crecer en los últimos años y más allá de los gobernantes que se fueron sucediendo. Otro dato de la realidad es que constituimos un país endeudado que para salir de esa situación de deuda no encuentra otra opción que la de volver a pedir prestado a sus acreedores, especialmente internacionales. Nos guste o no, esa es una realidad y una constante desde hace muchos años y no se avizora como algo que pueda superarse en el corto en el mediano plazo. Todo eso parece ya anecdótico y lo actual y concreto es que esos mismos acreedores, para no colocarnos en la bancarrota, imponen como condición la reducción del gasto público; que no es otra cosa que el ajuste del empleo público, lo que sencillamente es la precarización del empleo público. Y si no se pueden suprimir puestos laborales, se terminará disminuyendo el poder adquisitivo del salario del empleado público, tal como ya viene sucediendo. De ninguna manera creo que nuestra provincia sea ajena a todo lo que venimos planteando. Y lo que venimos sosteniendo aplica también al sector privado en nuestra provincia, tanto a empleadores y empleados, especialmente del sector pymes. 

¿Porqué dice “especialmente”?

Porque la mayor demanda laboral proviene de las pymes, que nuestro medio más bien sería de las microempresas. La gran mayoría de ellas están gerenciadas por personas, seguramente bien intencionadas, pero que no tienen formación ni conciencia de todo lo que esa carencia les limita. Ello impacta de lleno en su perdurabilidad, que es como decir la perdurabilidad de los puestos de trabajo. Según se sostiene, una empresa adquiere su madurez, luego de pasar y sobrevivir tres generaciones. Entonces mal puede perdurar una fuente laboral si las empresas mueren con su fundador. Queremos significar que quienes decidieron trabajar como empresarios necesariamente deberán capacitarse en gerenciamiento donde las referidas habilidades blandas son el pan de cada día, pero que no se adquieren por sí solas.Y ello es significativo si tenemos en cuenta que no es sino a las pymes, a donde puede migrar quien hoy ocupa un puesto en el sector público.

¿Cuál es la premisa entonces para esas firmas familiares salteñas?

Con un tipo de cambio favorable, la premisa parece ser exportar, producir en pesos y vender en dólares; pero difícilmente nuestro sector pyme, se pueda convertir en exportador de la noche a la mañana. Exportar significa ser competitivo en el mercado internacional, pero difícilmente se podrá competir si ni siquiera se sabe y se tiene conciencia de estándares de calidad internacional. Llámense normas ISO por ejemplo. Más allá de las demagogias y el relato de turno: ‘La moneda está en el aire’. 
 

 

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