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17 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
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“Buscamos romper la barrera de que programar es algo de genios y de varones”

Nilsa Sarmiento. Responsable del proyecto Mil Programadores e investigadora del CONICET.
Sabado, 30 de abril de 2022 21:55

La doctora Nilsa Sarmiento es responsable del proyecto Mil Programadores e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). 

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La doctora Nilsa Sarmiento es responsable del proyecto Mil Programadores e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). 

Esta propuesta de capacitación para jóvenes surgió de un trabajo conjunto entre la Universidad Nacional de Salta (UNSa), el Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología y el Ministerio de Economía y Servicios Públicos de la Provincia.

También se convocó a empresas de Salta y Tucumán que tienen presencia en el área de la economía del conocimiento en la provincia.

Entre la cohorte del año pasado y la actual, hubo más de 7.500 chicos y chicas preinscriptos. La primera terminó en diciembre último, con la participación de unos mil chicos. En este momento, hay unos 1.500 jóvenes cursando.

Esta acción se enmarca dentro de un proyecto que busca que Salta se convierta en un polo clave de la economía del conocimiento a nivel nacional.

¿Para qué sirve programar?

Hoy en día, la programación está en todos los aspectos de nuestras vidas. Cuando nos sentamos a ver la televisión, una plataforma nos sugiere contenidos que están basados en nuestro comportamiento anterior. Todo ese análisis de comportamiento está realizado en el software.

Yo programo y le doy instrucciones a la computadora para que se comporte de una determinada manera o de otra, de acuerdo con mis reacciones. Tenemos lo más básico, desde hacer un clic para abrir un software, hasta programas mucho más sofisticados, que son, por ejemplo, de aprendizaje automatizado, que se basan en la experiencia para predecir el futuro.

¿Cómo se capacita en estos temas?

Nosotros vamos desde lo básico. Les mostramos a los chicos que la computadora es una herramienta boba y que nosotros le decimos cómo tiene que comportarse y actuar. Intentamos enseñarles cómo es su funcionamiento. 

Vamos desde problemas muy sencillos, buscando que la computadora responda ante un estímulo que le damos, y, a partir de eso, vamos complejizando. 

Ahora estamos en el primer paso para romper la barrera de que programar es difícil o algo de genios.

Mostramos los primeros pasos básicos para programar ciertas aplicaciones, que pueden ser un sistema de turnos en un consultorio, por ejemplo. Ese es nuestro objetivo final: darles un producto que ellos tengan como base y le puedan hacer ciertas modificaciones y utilizar para otras cosas: que lo adapten a su necesidad.

En general, este es un ámbito en el que hay más varones que mujeres, ¿no?

Por suerte, en la última cohorte tuvimos bastante paridad de género. En la actual, trabajamos con una especialista en Género, Ana Liz Chibán. Estamos instrumentando dispositivos que nos permitan romper esas barreras y construir un espacio seguro de aprendizaje y, así, de a poco, ir desarmando el prejuicio de que “el mundo de la tecnología es un mundo de varones”. 

A veces, en el trato entre compañeros, entre docentes y estudiantes o entre coordinadores tenemos que identificar nuestros propios sesgos para ir rompiendo con los estereotipos con los que cargamos, que están tan inmersos en la sociedad, como que hay campos que históricamente le han pertenecido a los varones; entonces, una piensa que es un campo de varones.

En la capacitación, tratamos de hacer una reflexión personal y una reflexión colectiva: identificar nuestros propios sesgos nos permite crear un espacio seguro que fomente una participación igualitaria y respetuosa de la diversidad. Creemos que esto nos va a permitir, de a poco, romper barreras y avanzar hacia una mayor igualdad de oportunidades en el mundo de la tecnología.

Este tipo de trabajos es muy demandado. ¿Existe precarización?

La verdad es que la altísima demanda que tienen las empresas de software hace que cada vez más mejoren sus ofertas. Casi todas las empresas con las que tenemos contacto ofrecen trabajos en relación de dependencia, con obra social y aportes. No se da la precarización.

En el país, se demandan 100 mil programadores y en la provincia, 150. Acá ocurre lo inverso. Las empresas responden también porque están en un proceso en el que tienen que salir a buscar a los empleados; no, al revés, como ocurre quizás en otros ámbitos. En este, la precarización es muy rara.

En la Argentina, hay una economía informal que se mueve... Cuando hablamos de empresas grandes, la mayoría están todos en relación de dependencia.

En estos temas, mucha veces se aprende haciendo. ¿Tiene sentido estudiarlo en una carrera universitaria?

La universidad siempre te da una profundidad que te permite escalar y te enseña no solo la parte técnica sino también un montón de habilidades y de destrezas que, a la hora de insertarse en el medio laboral, son sumamente útiles.

A una persona que recién se graduó en este momento le ofrecen, desde un banco, un sueldo base de 180 mil pesos. Los puestos de trabajo a los que se puede acceder con estas capacitaciones (Mil Programadores) empiezan en 60 mil. Saben que tienen que hacer un proceso de capacitación más profundo. Esa es la diferencia clave.

¿Considera que esto seguirá siempre así?

Si bien el área del software viene creciendo hace décadas, hoy está en auge por una serie de situaciones que ponen en boga esto y levanta la demanda pero, en algún momento, se tienen que equilibrar la oferta y la demanda.

La universidad sigue siendo un capital simbólico que tiene su respaldo... 

Lo bueno es que muchos chicos que hicieron el curso después se volcaron a carreras informáticas. No hay que verlo como una competencia, sino como un complemento o un instrumento extra que se le brinda a los jóvenes para que se vuelquen a esto.

También hay muchos profesionales que complementan su formación con una herramienta de software.

Nosotros apuntamos a los más vulnerables, porque hay personas que tienen que invertir mucho para estar cinco años en la universidad. Esto les da una herramienta concreta de salida laboral, que les permitiría hacer una carrera en un terciario o universidad con un sueldo.
 

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