¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

18°
25 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Populismo, inflación y el negocio de la pobreza

Sabado, 14 de mayo de 2022 01:33

La pobreza crece exponencialmente de la mano de la inflación, pero sobre todo de políticas aplicadas durante los últimos 20 años que han erosionado todos los factores cruciales del crecimiento económico y destruido la credibilidad del país.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

La pobreza crece exponencialmente de la mano de la inflación, pero sobre todo de políticas aplicadas durante los últimos 20 años que han erosionado todos los factores cruciales del crecimiento económico y destruido la credibilidad del país.

Hoy los indicadores de pobreza son inéditos, pero con un agravante: el porcentaje de niños y adolescentes pobres es todavía más alto que el de los adultos; son generaciones que, además, acumulan pérdida de años de escuela, deserción del sistema educativo, bajo nivel de comprensión de la lectura y del cálculo matemático y ausencia de capacitación laboral para la economía que viene.

La autorización, en Formosa, para que pasen de curso alumnos que adeudan 19 materias previas (es decir que pueden cursar quinto año sin haber aprobado el segundo) expresa una realidad nacional.

Una nueva elite política se ha convertido en administradora de esa pobreza.

La movilización del jueves pasado, la llamada "marcha federal" (ni tampoco las movilizaciones manipuladas todos los días) es una muestra de la tragedia social de la pobreza, para esa elite, un gran negocio.

En la Argentina la pobreza está creciendo, la miseria se disemina y la dependencia de las familias de esos planes sociales no las dignifica, sino que las denigra.

Y esta realidad no puede ser disfrazada. La inflación de abril fue del 6%, acumula 23,1% en lo que va del año y del 58% interanual. Pero el Ministerio de Economía informó que el componente núcleo, que no toma en cuenta variaciones estacionales ni precios regulados, trepó 6,7% mensual.

Desde París, el presidente Alberto Fernández aseguró que "el programa económico va a ayudar a desacelerar la inflación". Sin embargo nadie sabe cuál es el plan económico. El ministro Martín Guzmán no lo detalla, y las ideas intervencionistas que emanan del Instituto Patria, aplicadas por el secretario de Comercio, Roberto Feletti, demuestran mes a mes su ineficiencia.

Por ahora, al ritmo del primer cuatrimestre, este año la inflación anual oscilaría en el 70/80 %.

Falta de todo

Tenemos problemas para obtener gasoil, imprescindible para el campo y la industria, productos de metalmecánica, tecnología; la provisión de gas está en peligro, a la inflación se agrega el aumento a mansalva de impuestos para tapar agujeros. Es el tributo para mantener el delirio populista. Pero a los contribuyentes ya no se les puede pedir más, ya que, entre el agotamiento, la desilusión y el hartazgo, las empresas se van desinflando, la economía informal va creciendo y a los sectores de la producción cada vez le faltan más insumos, generando un desanimo en muchos sectores.

Los esquemas populistas que usaron varios gobiernos y hasta de distinto signo político necesitan para sobrevivir cosas sustanciales: recursos para distribuir y capacidad simulatoria para lograr persuasión. Por eso, la aventura populista trata de alejarse del mundo democrático y hasta busca enemistarse con él.

Intentan persuadir de que hoy, sin esfuerzo ni contraprestación, que incluye el mérito y el trabajo, cualquiera puede tener lo que en realidad se consigue en el largo plazo como respuesta al sacrificio y la dedicación.

"Populismo", en muchos casos, significa que quienes producen y obtienen resultados gracias a su idoneidad, entereza, perseverancia, inversión y riesgo pueden ser expropiados por un Estado que aprovecha el esfuerzo ajeno para dárselo a aquellos a quienes les han prometido que podrán saltar sin necesidad de tomar impulso.

El populismo se ha agotado y esto debería servir para que se entienda que la integración al mundo y el desarrollo del sector privado son imprescindibles para tener un país distinto, sin inflación, sin pobreza. Y para que desterremos definitivamente un estatismo paralizante que solo se nutre de la ilusión y que genera daños que muchas veces son irreparables.

Hoy tenemos un país con el superávit energético destruido (subsidiando tarifas y desincentivando las inversiones), endeudado, con nuestra moneda a la deriva, sin reservas en el Banco Central, pero dilapidando recursos, pagando subsidios y con un Estado presente que avanza cada vez más con fines netamente electoralistas en un mundo que, entre tanto, crece, reduce la pobreza y la inflación ya es un tema superado, faltando políticas de Estado e ideas acorde al siglo XXI.

La inflación

La inflación y los cambios en la economía global son el gran riesgo que enfrenta la Argentina; son palabras de Kristalina Georgieva, número uno del Fondo Monetario Internacional, razón más que válida para volver a replantear el acuerdo base con este organismo, ya que existen factores internos y externos que lo hacen poco viable, razón por la cual la revisión periódica que debe realizar este organismo, prevista para junio, fue adelantada para este mes de mayo con el fin de recalibrar el acuerdo

Entre los factores externos que generan presiones inflacionarias que perjudican a nuestro país observamos como la más importante a la guerra en Ucrania, con los incrementos de los precios de la energía, entre otros, pero también un punto positivo son los nuevos valores de los commodities, que juegan a favor, y esto genera una incidencia significativa en los precios internos de gran parte de nuestra producción.

Como factores internos más significativos podemos citar las negociaciones paritarias, la cotización del dólar, el aumento de los subsidios y las tarifas, en un esquema de inflación mensual que hoy está por encima del 6%.

Las negociaciones colectivas de aumentos salariales observamos que ya en muchos gremios están con aumentos superiores al 60%, con la cláusula de renegociar en caso de un aumento significativo de la inflación; los incrementos de sueldos se trasladan a precios, que rápidamente se devoran la ilusión.

La cotización del dólar oficial siempre está acompañando a la inflación; la explicación es muy simple: es la forma de no perder competitividad de nuestra producción y evitar que no nos invadan productos importados.

Es comprensible en este esquema inflacionario el aumento de los subsidios a las personas que realmente lo necesiten, recordando que prácticamente cerca de la mitad de los ciudadanos de nuestro país recibe directa o indirectamente ayuda del gobierno. También es cierto que estas políticas no resuelven la crisis social: calculados en dólares, nuestros sueldos son los más bajos de casi toda la región.

El plan que anunció el Presidente no se vislumbra. Medidas como precios cuidados y las posteriores actualizaciones ya han fracasado. No aparece ningún tipo de ancla contra la inflación. La única solución que muestran es tratar en vano de mantener la relación “precios contra salarios”. En este esquema, conviene que la inflación crezca porque así se recauda más y el Estado dispone de más dinero para gastarlo discrecionalmente.

Concluimos que ni el Fondo ni el Gobierno han encontrado un ancla para el desborde inflacionario que estamos viviendo.

Y, encima, pandemia y guerra

La pandemia incrementó la pobreza a nivel global y, en febrero, la invasión de Rusia a Ucrania compromete al 12% de las calorías alimentarias comercializadas en el mundo.
Esta situación ha llevado a que la falta de seguridad alimentaria vuelva a ser una preocupación para los gobiernos. 

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) considera que existe seguridad alimentaria cuando: “Todas la personas tienen en cada momento acceso físico, social y económico a alimentos suficientes, inocuos y nutritivos que satisfagan sus necesidades alimentarias y sus preferencias en cuanto a los alimentos para llevar una vida activa y sana”. 

La misma entidad informó que los alimentos solamente en el pasado mes de marzo se han encarecido un 12,6% en el mundo. Acá ya lo estamos padeciendo. 

Con nuestra economía en lenta recuperación y buscando mejorar los niveles de actividad previos a la pandemia, con problemas de seguridad alimentaria, los aumentos en los precios especialmente de alimentos, no podrían haber llegado en el peor momento. 

PUBLICIDAD