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Plan Alimenta y Censo

Miércoles, 18 de mayo de 2022 02:19

No, no nos vamos a referir a un nuevo plan social que va a anunciar el Gobierno ni tampoco al censo que hoy nos permite este día de holganza. Aquí vamos a ocuparnos de una institución establecida hace más de dos milenios por el emperador Trajano. Quizá podamos advertir con ello que "no hay nada nuevo bajo el sol"; esta misma frase se autoconfirma ya que es atribuida al rey Salomón, que paseó su mítica figura por este planeta hace 3000 años. Lo cierto es que, a lo largo de la historia, siempre ha existido una fuerte intervención estatal para ocuparse de la "cuestión social".

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No, no nos vamos a referir a un nuevo plan social que va a anunciar el Gobierno ni tampoco al censo que hoy nos permite este día de holganza. Aquí vamos a ocuparnos de una institución establecida hace más de dos milenios por el emperador Trajano. Quizá podamos advertir con ello que "no hay nada nuevo bajo el sol"; esta misma frase se autoconfirma ya que es atribuida al rey Salomón, que paseó su mítica figura por este planeta hace 3000 años. Lo cierto es que, a lo largo de la historia, siempre ha existido una fuerte intervención estatal para ocuparse de la "cuestión social".

La institución que hoy nos ocupa es la "Institutio alimentaria o Alimenta", un programa creado por el emperador Trajano que, como indica su nombre, subvencionaba alimentos y educación para los niños pobres. De esa distribución se encargaba un organismo administrativo denominado Cura annonae, un término que derivaba de la diosa homónima de las cosechas y del suministro de grano a Roma (de ahí que su iconografía la muestre llevando un cuerno de la abundancia y con la proa de un barco detrás, a menudo en compañía de Ceres), pero que también se aplicaba al impuesto correspondiente, que se cobraba en especie a los propietarios de tierras. La annona nació cuando la República romana empezó a expandirse más allá de la península itálica y se hizo necesario crear un sistema de comercio y transporte de víveres. Una de las principales razones de este plan alimentario fueron las consecuencias de las sangrientas guerras "Dacias" (101-

106 d.C.) que dejaron un tendal de huérfanos. Pero también fue un acompañamiento a la política demográfica (Italia se estaba despoblando) que había llevado al emperador Augusto a incentivar el crecimiento familiar. A semejanza de nuestras actuales asignaciones familiares, Augusto en el 23 a.C., a través de su Lex Iulia de maritandis ordinibus, incitaba a casarse y procrear con el objetivo de incrementar el número de ciudadanos de clase alta. Para ello ofrecía incentivos económicos, a la par que penalizaba con no poder asistir a los juegos ni recibir herencias a los que se mantenían célibes y a las viudas jóvenes que se negaban a aceptar un nuevo marido.

Censo

La financiación de estos planes se basaba, parcialmente, en el cobro de intereses a los préstamos hipotecarios sobre tierras que se concedían para su explotación a los grandes terratenientes. Pero, como en los Estados modernos, el gobierno financiaba sus gastos -generalmente excesivos- a través del impuesto. Para la recaudación de tributos los romanos montaron un mecanismo extraordinariamente eficaz, encabezado por un importante funcionario: "el censor". Este magistrado tenía a cargo relevar el censo de la ciudad y velar sobre las costumbres y moralidad de los ciudadanos (de allí el parentesco de la palabra "censo" con "censura"). Los emperadores asumían la responsabilidad de alimentar a la "plebe frumentaria" -ciudadanos romanos, varones, adultos y residentes-, que recibía al mes gratuitamente 35 kg de trigo de Egipto (alcanzaba a 200.000 beneficiarios) y, a partir del siglo III d.C., también aceite, vino y carne.

Intervención del Estado y planes alimentarios han existido a lo largo de la historia, así como regulaciones en materia salarial. Prueba de ello encontramos (entre otros muchos) en el primer código jurídico escrito que se conoce el de Ur-

Nammu (2100 a.C.). Pero también en el código Hammurabi (1750 a.C.), en el "Papiro de la huelga de Turin" sobre la construcción de las tumbas faraónicas, en el edicto de Diocleciano (312 d.C.) en el "Fuero Juzgo" (654 d.C.), en las "Siete Partidas" de Alfonso el Sabio (1250 d.C.), en las "Leyes de Indias" (1680 d.C.), etcétera, etcétera... ­No hay nada nuevo bajo el sol!

 

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