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Un documental de Netflix refleja el temblor social del crimen de Cabezas

Es de la dupla Hartmann-Ragone, creadores de “Carmel: ¿Quién mató a María Marta?”. Se estrenará mañana y hay expectativa sobre qué revelará del trasfondo político del caso.
Miércoles, 18 de mayo de 2022 12:06

El asesinato del fotoperiodista José Luis Cabezas el 25 de enero de 1997 generó un temblor que todavía hoy sacude a la sociedad y a varios ámbitos del poder. Esto se ve reflejado en el documental “El fotógrafo y el cartero: el crimen de Cabezas”, que se estrenará mañana en Netflix.
“El 2001 para mí es un momento muy clave y traté de encontrar esa cosa macro alrededor de este crimen dramático, de este crimen que dejó a dos padres sin un hijo y a tres hijos sin padre, pero dentro de ese drama personal, privado, de este crimen horrendo, ¿qué pasaba alrededor?”, se preguntó el director de la película, Alejandro Hartmann, en una charla con Télam.
Por su parte la productora, Vanessa Ragone, señaló: “Es imposible contar esta historia criminal o policial sin entenderla en el contexto sociopolítico que sucedió. A mí no me interesa contar un crimen de por sí, sino qué pasó alrededor, qué llevó a eso, cuál fue la consecuencia”.
La película, que tuvo su estreno mundial en el Bafici, empieza de lleno con el asesinato en la ciudad de Pinamar, centro vacacional del poder argentino. Allí, el fotoperiodista de la revista Noticias había ido, junto a su compañero Gabriel Michi, para retratar la temporada veraniega e intentar conseguir una entrevista con el poderoso Alfredo Yabrán, a cuya cara Cabezas le había quitado el velo un año antes al fotografiarlo en aquella ciudad balnearia.
No es un documental de investigación. Si bien menciona las líneas que el juez José Luis Macchi siguió, no pone en duda que el instigador fue Yabrán y que el motivo fue la foto de 1996. Tampoco se trata de una película que se meta en las fojas judiciales ni que intente denunciar algún mal manejo.
“En lo personal a mí me interesa plantear preguntas y contar una historia que abra preguntas a la gente y que invite a reflexionar. La realidad es que esto llegó a la Justicia y uno podría preguntarse cómo y por qué. Hay algo evidente: hubo un interés político de que esta causa avanzara. Uno podría preguntarse eso y abriría la puerta a otra investigación y a otra historia, pero probablemente el resultado sería el mismo”, comentó Hartmann.
La duda que siempre surgió en el caso fue que la prueba principal para su resolución la había aportado el entonces gobernador bonaerense Eduardo Duhalde, quien había filmado la declaración del chofer de un allegado suyo que aseguraba saber quiénes habían matado a Cabezas. Sin embargo, la investigación de la Justicia llevó a un resultado contundente.
“Yo a Duhalde no lo conocía y en la entrevista lo vi muy compungido. Siento que volvió a aquel momento que le tocó en términos personales y de su carrera política, pero también vi a un tipo apenado, recordando algo que siento que no deseaba para nada que hubiera pasado, ni estar él metido ni ver a esos padres”, dijo Ragone.

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El asesinato del fotoperiodista José Luis Cabezas el 25 de enero de 1997 generó un temblor que todavía hoy sacude a la sociedad y a varios ámbitos del poder. Esto se ve reflejado en el documental “El fotógrafo y el cartero: el crimen de Cabezas”, que se estrenará mañana en Netflix.
“El 2001 para mí es un momento muy clave y traté de encontrar esa cosa macro alrededor de este crimen dramático, de este crimen que dejó a dos padres sin un hijo y a tres hijos sin padre, pero dentro de ese drama personal, privado, de este crimen horrendo, ¿qué pasaba alrededor?”, se preguntó el director de la película, Alejandro Hartmann, en una charla con Télam.
Por su parte la productora, Vanessa Ragone, señaló: “Es imposible contar esta historia criminal o policial sin entenderla en el contexto sociopolítico que sucedió. A mí no me interesa contar un crimen de por sí, sino qué pasó alrededor, qué llevó a eso, cuál fue la consecuencia”.
La película, que tuvo su estreno mundial en el Bafici, empieza de lleno con el asesinato en la ciudad de Pinamar, centro vacacional del poder argentino. Allí, el fotoperiodista de la revista Noticias había ido, junto a su compañero Gabriel Michi, para retratar la temporada veraniega e intentar conseguir una entrevista con el poderoso Alfredo Yabrán, a cuya cara Cabezas le había quitado el velo un año antes al fotografiarlo en aquella ciudad balnearia.
No es un documental de investigación. Si bien menciona las líneas que el juez José Luis Macchi siguió, no pone en duda que el instigador fue Yabrán y que el motivo fue la foto de 1996. Tampoco se trata de una película que se meta en las fojas judiciales ni que intente denunciar algún mal manejo.
“En lo personal a mí me interesa plantear preguntas y contar una historia que abra preguntas a la gente y que invite a reflexionar. La realidad es que esto llegó a la Justicia y uno podría preguntarse cómo y por qué. Hay algo evidente: hubo un interés político de que esta causa avanzara. Uno podría preguntarse eso y abriría la puerta a otra investigación y a otra historia, pero probablemente el resultado sería el mismo”, comentó Hartmann.
La duda que siempre surgió en el caso fue que la prueba principal para su resolución la había aportado el entonces gobernador bonaerense Eduardo Duhalde, quien había filmado la declaración del chofer de un allegado suyo que aseguraba saber quiénes habían matado a Cabezas. Sin embargo, la investigación de la Justicia llevó a un resultado contundente.
“Yo a Duhalde no lo conocía y en la entrevista lo vi muy compungido. Siento que volvió a aquel momento que le tocó en términos personales y de su carrera política, pero también vi a un tipo apenado, recordando algo que siento que no deseaba para nada que hubiera pasado, ni estar él metido ni ver a esos padres”, dijo Ragone.

Duhalde


El cuerpo de Cabezas fue encontrado en el paraje Los Manantiales, en el mismo momento en el que Duhalde pasaba con sus custodios por ese lugar, camino a una laguna a la que solía ir a pescar. 
“El nivel de centralidad que tiene Duhalde en esta historia es fuerte, es realmente llamativo, yo no lo tenía tan en claro. Él se mostró muy predispuesto a hablar de esto porque siente que de alguna manera ayudó mucho a resolverlo”, amplía la productora. En la película, el también expresidente aseguró que Raúl Alfonsín le había dicho que le habían “tirado un muerto”. Domingo Cavallo, entonces ministro de Economía, había denunciado en el Congreso a Yabrán como líder de una mafia enquistada en el Gobierno. A partir de allí, los medios argentinos quisieron saber quién era este hombre, dueño de Oca. La revista Noticias comenzó a tirar del hilo hasta descubrir que el empresario también manejaba la empresa que descargaba las valijas de los aviones, los depósitos fiscales, el clearing bancario y el transporte de la mercadería por todo el país. Es decir, todo lo que pisaba suelo argentino, estaba bajo la órbita de Yabrán.
Fue esa foto la que llevó a la muerte a Cabezas, con la colaboración y andamiaje cimentados por Gregorio Ríos, un exmilitar jefe de custodios del poderoso empresario, y una banda conformada por policías bonaerenses y delincuentes de poca monta vinculados a la barra brava de Estudiantes.
Resabios de la dictadura, la “maldita policía”, el poder político y los empresarios oscuros. Todos juntos en un mismo caso. Si bien no hay pruebas ni denuncias con respecto a vínculos del Gobierno con el asesinato, sí está documentada la férrea defensa que recibió Yabrán del Poder Ejecutivo de entonces, con el presidente Carlos Menem a la cabeza, y reuniones públicas en medio del caso con el jefe de Gabinete, Jorge Alberto Rodríguez.
La dupla Hartmann-Ragone llega a este estreno luego de haber producido la exitosa serie -también de Netflix- “Carmel: ¿Quién mató a María Marta?”, sobre el crimen de García Belsunce. “Para mí hay una diferencia fundamental entre un caso y el otro. El caso María Marta está irresuelto, la asesinaron y no sabemos quién hasta el día de hoy; podemos tener ideas, pero no hay nadie condenado. Así, también hay dos puntos de vista muy fuertes, muy encontrados, que se fueron dando no solo en lo judicial, sino también a nivel social y que de alguna manera se reavivaron con la serie. En el caso Cabezas entiendo dónde están el bien y el mal. En el caso de Carmel lo tengo bastante menos claro”, planteó Hartmann.
“Lo que es muy emocionante de esta película es que la gente tomó la causa de Cabezas en sus manos en relación con lo conmovidos que estaban con el crimen, pero a la vez con un hartazgo con una situación política y económica deteriorada. Hay una hipótesis en la película de que eso terminó desembocando en el 2001”, finalizó.
 

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