Luego del rastrillaje previo al día del censo, algunos jefes de radio y de fracción solicitaron acompañamiento policial para ayer, día del relevamiento. Por este motivo es que la policía decidió reforzar el operativo en algunas zonas de Villa San Antonio, más precisamente en las partes de lo que se conoce como "bajo chico".
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Luego del rastrillaje previo al día del censo, algunos jefes de radio y de fracción solicitaron acompañamiento policial para ayer, día del relevamiento. Por este motivo es que la policía decidió reforzar el operativo en algunas zonas de Villa San Antonio, más precisamente en las partes de lo que se conoce como "bajo chico".
"Aquí, en los márgenes del río sí acompañamos a los censistas, uno por uno o esperándolos a metros, o en las esquinas para tener mejor visión. Pero en las otras zonas como Astigueta o Juan Carlos Dávalos con una patrulla a pie estamos bien", detalló a El Tribuno el subcomisario Pedro Canevari, jefe del operativo que acompañó a los censistas que recorrieron el canal 16 de Septiembre, para seguir por el pasaje Partidarios.
El censo comenzó a las 8.30, según explicó el policía, se habló previamente con los censistas para darles algunas recomendaciones. "Les dijimos a la encargada de esta zona que era mejor esta hora, ya más tarde se complica. Les dijimos que se quedaran cerca nuestro o que cualquier cosa concurran a nosotros, para eso nos intercambiamos contactos", indicó el subcomisario Pedro Canevari. "En esta zona es difícil porque hay mucha gente en situación de calle y con problemas de consumo de sustancias", advirtió el oficial.
Dos vecinas que conversaban en la vereda de uno de los pasajes que más refuerzo policial tuvo, aseguraron que sintieron que el censo anterior fue "más largo". Una de las mujeres, Sara Aparicio, contó que despertó a sus vecinos para "que también contestaran".
Sobre su situación laboral la mujer, de alrededor de unos 60 años, indicó que se dedica a la venta de comida, mientras que la vecina de dos casas contiguas aseguró que se dedicaba a "la limpieza".
Las mujeres coincidieron que era mejor que los policías acompañaran a los censistas, "así no se asustan, y están tranquilos". Si bien las mujeres reconocieron que "esta es una zona difícil", aseguraron que viven tranquilas porque por el tiempo que llevan en el barrio, "las respetan".
Huir de casa
En cambio, Esther Guerrero, que vive en el mismo pasaje hace 44 años, desde que "tenía la panza de embarazada" con la que "iba a piquear y traer agua desde la esquina", no se siente tan segura. La mujer trabaja de permisionaria en calle Alsina, en el centro, y aseguró que se quedó en su casa "por el censo", porque los otros días prefiere irse a dormir a lo de su hija porque "hay ruidos hasta tarde y yo me levanto temprano. Además a la hora que salgo a trabajar, al amanecer, por ahí me cogotean y me quedo aleteando", indicó entre risas sobre la posibilidad de ser víctima de la inseguridad.
En muchos casos, los censistas además necesitaron asistencia de los policías para guiarse. "Es diferente la georreferenciación de las viviendas", destacó el subcomisario Canevari en referencia a la diferencia entre lo que figuraba en los mapas de los censistas con la real disposición de las calles y sus bifurcaciones.
Las viviendas que se tornaron más conflictivas para los censistas fueron aquellas que están abandonadas. "Algunas están ocupadas por gente en estado de ebriedad o son consumidores de sustancias, por lo que ahí también acompañamos más al censista", informó Canevari.