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La construcción social de la naturaleza

Domingo, 22 de mayo de 2022 00:00

En el año 1967, los sociólogos Peter L. Berger y Thomas Luckmann escribieron un libro icónico y revelador sobre una manera distinta de pensar el mundo desde su título: "La construcción social de la realidad".

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En el año 1967, los sociólogos Peter L. Berger y Thomas Luckmann escribieron un libro icónico y revelador sobre una manera distinta de pensar el mundo desde su título: "La construcción social de la realidad".

Las "personas comunes" vivimos en el mundo de la calle y conceptualizamos este entorno como "mundo real", asignándoles tales o cuales particularidades que, en nuestro interior, lo definen y lo caracterizan. Que le dan sentido, entidad y verosimilitud. Esta "asimilación" de nuestro entorno, sin saberlo, está condicionada por el bagaje científico o pseudo científico que cada uno de nosotros poseemos y que también se estructura desde "verdades absolutas" o de determinados conocimientos y conceptualizaciones que tampoco se cuestionan. El abordaje a la realidad y a la percepción de la realidad se separan una de la otra.

Un filósofo, por ejemplo, indagará sobre el carácter último de la "realidad" y del "conocimiento" adquirido. Las preguntas clásicas del filósofo serán: ¿Qué es real? ¿Qué es "lo real"? ¿Cómo conocerlo, describirlo, asirlo? ¿Se puede? El sociólogo, en cambio, tendrá una mirada distinta, no pudiendo dejar de lado la pregunta sobre si las diferentes miradas y lecturas de esta "realidad" no son una consecuencia directa de las diferencias entre las distintas sociedades y culturas.

Volviendo a la tesis de Berger y Luckmann, "el lenguaje marca las coordenadas de la vida en la sociedad y llena esa vida de objetos significativos". La realidad se "construye" desde el lenguaje y se edifica sobre esos cimientos. "Estoy rodeado todo el tiempo de objetos que "proclaman' las intenciones subjetivas de mis semejantes, aunque a veces resulta difícil saber con seguridad qué "proclama' tal o cual objeto en particular".

La sociedad se nos revela entonces con un doble carácter: como "facticidad objetiva" y como "complejo de significados subjetivos". Ambos inasibles y posiblemente contradictorios. Ambos susceptibles de ser objeto de polémica. Y ambos, también, ideologizados. ¿Se puede construir pensamiento sin una ideología subyacente que le dé sustento? Encuentro dificultades para contestar mi propia pregunta.

En mi opinión, toda mirada -subjetiva o colectiva - está condicionada por estos marcos teóricos o pseudo teóricos - que no cuestionamos - a los que hacía referencia antes y que están incorporados en toda lectura y en toda mirada. En el fondo y para ser justos, quizás hasta nos cueste identificarlos y reconocerlos. Mucho más dejarlos de lado o aislarlos. En el extremo, todo pensamiento, toda apreciación, toda mirada y todo juicio es ontológicamente ideológico. No por eso la realidad pierde su cuota de realidad.

Volviendo al título del libro de Berger y Luckmann; ¿se puede construir una realidad desde las percepciones sociales? Uniendo esto con mi pregunta anterior; ¿cómo se podría construir una percepción social que resulte desideologizada?

Apenas un ejemplo

En las redes sociales se difundió esta semana un posteo que indicaba que en Chile se había aprobado un proyecto de Ley que "reemplaza la palabra mujer por personas menstruantes". Sin embargo, el titular es incorrecto y engañoso.

Vamos por partes. Primero que nada, es incorrecto decir que la ley fue aprobada ya que, al momento fue aprobado solamente en la Cámara de Diputados, por lo que aún falta un trámite en el Senado para que se convierta en ley. El mentado proyecto corresponde al Proyecto de Ley de Personas Menstruantes.

En segundo lugar, el proyecto habla específicamente de los derechos de gestión menstrual en personas menstruantes. Recabando información, resulta que se incoporó este concepto para incluir a todas aquellas personas que menstrúan, ya que no solo las mujeres lo hacen, sino que también se incluye a las personas trans y no binarias. Por lo tanto, y acorde a las personas que impulsan este proyecto, "más que vetar el concepto de mujer se busca incluir a otras identidades de género en el proyecto".

Ahora bien, estas piruetas intelectualoides propias de malabaristas que juegan a ser progresistas sin reconocer lo ideologizado de su pensamiento; ¿no son la prueba evidente e irrefutable de los conflictos que trae la ideologización del lenguaje y el uso politizado del mismo?

¿No muestra este ejemplo, acaso con una claridad brutal, que el lenguaje de la autopercepción y de la pseudo inclusión lingística chocan con la realidad impuesta por la biología? Claro, ya lo sé; el problema de fondo no es el neolenguaje ni las piruetas intelectuales, sino que la biología es demasiado binaria.

Peor. Los primeros borradores hablaban de la figura de una "mujer menstruante", una denominación que es por completo denigrante para la mujer y, además, incorrecta por completo, ya que desconoce el ciclo biológico completo de una mujer. ¿O acaso una mujer que deja de menstruar por haber superado el climaterio deja de ser mujer? De allí que la corrección a persona menstruante, al tratar de corregir un error catastrófico cae en otro más profundo. La del reduccionismo de intentar categorizar a todo un colectivo que no es tal, por la capacidad o no de menstruar. Algo que sólo les puede suceder a aquellas personas a las que la biología las ha preparado para hacerlo y que sólo puede abarcar a las personas nacidas mujeres.

Los límites de la auto percepción

Puedo haber nacido hombre y auto percibirme mujer, pero no por eso voy a menstruar. Puedo haber nacido mujer y auto percibirme hombre, pero no por eso voy a dejar de menstruar.

En el mundo de la mujer trans o de las personas no binarias, la biología va a forzarlas a menstruar con independencia de su autopercepción de género.

Puedo ser hombre y percibirme mujer, pero eso -hoy al menos- no me habilita a la posibilidad de concebir y gestar un bebé. No dentro de mi propio organismo. ¿No es esto, acaso, la prueba irrefutable de que la autopercepción no cambia la realidad física ni biológica? ¿De que no toda la realidad de construye ni desde el lenguaje ni desde la auto percepción? La auto percepción no cambia el sentido ni el rumbo que la obstinada biología nos estableció al nacer.

El censo que acabamos de realizar pregunta por el sexo biológico y por el sexo autopercibido; haciendo una distinción clara y tajante entre ambos conceptos. Las matemáticas no pueden caer en piruetas ideológicas. ¿No es esto, acaso, la forma más racional y el enfoque más correcto para comenzar a dirimir las problemáticas a las que nos enfrenta las diferencias entre el género biológico y el género que se busca construir desde el universo de la auto percepción?

Estos ejemplos que mencionaba antes, ¿no imponen límites -por ahora- infranqueables a la autopercepción? ¿No debería imponerlos? ¿No deberíamos comenzar a conceptualizar y aceptar estos límites? ¿No deberíamos legislar desde la realidad impuesta por estos límites?

Si provengo de una probada ascendencia alemana, ¿me puedo auto percibir wichi? ¿Si así fuera, tengo derecho a reclamar tierras ancestrales? Porque, siendo argentino, ¿el Gobierno americano me reconocería el derecho a reclamar tierras ancestrales sólo porque yo me perciba parte del pueblo navajo originario? ¿No hay límites a los derechos a los que tengo derecho a reclamar producto de mi auto percepción? Descendiendo de una larga estirpe colonialista española, ¿me puedo auto percibir mapuche y reclamar en Chile “territorios sagrados”?

¿Cómo se cambia a la sociedad?

Los conductistas creen que cambiando el lenguaje se cambia la conducta de la sociedad. En lo personal me parece tan descabellado como “querer acabar con todos los pianos para librarnos del yugo secular del acorde bien templado”. Esta frase, extraída del último libro del colectivo Wu Ming, “Proletkult”, sigue sentenciando “no se puede cambiar la sociedad sin cambiar la mente de las personas. Quemar los pianos no acaba con siglos de música, tanto como no basta entregar las fábricas a los obreros para acabar con el capitalismo”. Cambiar el lenguaje no cambia la mente de las personas. Tampoco cambia su conducta.

Además, cuando el lenguaje no cambia de abajo hacia arriba por usos y costumbres, sino que cambia de arriba hacia abajo por una decisión; se termina en el mismo lugar que buscando acabar con la música quemando pianos. Quizás hasta haga necesario cortar algunas orejas también y hacer que vayamos por la vida como nuevos Van Gogh. Peligroso, ¿no?

Coda

Si no hay una realidad, no hay una verdad. Sin una verdad, todo es subjetivo; relativo. Así, la realidad no es una construcción social colectiva, sino una construcción social que parte de infinitos relativos individuales; un relativismo a ultranza que, en palabras de Umberto Eco, “es un disparate monumental, que no puede aceptarse siquiera en quien no haya estudiado nunca filosofía”. No es un problema de saber o no saber; es un problema de falta de sentido común.

Puedo autopercibirme capaz de atravesar paredes. Pero cuando me rompa la nariz intentando atravesar una voy a obtener de la manera más dura la prueba tangible de la existencia de límites físicos a mi autopercepción. La existencia de la realidad se termina imponiendo por sobre cualquier auto percepción, tarde o temprano. Es inevitable. Ineludible como la entropía.

La menstruación no es una construcción social. Es una condición biológica indispensable para el ciclo reproductivo humano. La sexualidad sí, en cambio, puede ir por un carril distinto y separado al de la biología.
Intentar mezclar ambas cosas sólo puede traer confusión y relativismos extremos.Tanto lo aceptemos o no, la auto percepción tiene límites severos y necesarios.
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