"Estoy solo, como cada persona que vive en la calle", lamentó Jesús, un joven que sufre adicción y duerme donde lo encuentra la noche pero no pierde la esperanza de cambiar su vida. Con 25 años, quedará entre los salteños que no fueron censados la semana pasada.
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"Estoy solo, como cada persona que vive en la calle", lamentó Jesús, un joven que sufre adicción y duerme donde lo encuentra la noche pero no pierde la esperanza de cambiar su vida. Con 25 años, quedará entre los salteños que no fueron censados la semana pasada.
Contó que el día que se hizo el relevamiento poblacional había conseguido un trabajo en la casa de una vecina que a veces le da una changa y que no lo encuestaron.
Su mamá murió de COVID-19 hace dos años y dice que uno de sus hermanos lo echó de la casa en donde vivía la familia. Desde entonces no tiene dónde dormir y "se las rebusca" cada día.
Algunas veces duerme en el centro y otras en la zona del vertedero San Javier, a donde va muchos días para buscar cosas para vender o comer.
"Anoche dormí en una canchita acá cerca", contó ayer, mientras recorría las calles del asentamiento Israel y pedía algo para comer a los vecinos y a cualquiera que pasara.
Para pasar el frío utiliza cartones que va recogiendo durante el día. No tiene colchón, pero dice que siempre encuentra alguno que alguien dejó en la calle.
Ayer andaba con lo poco que tiene a cuestas: un buzo, una gorra y un billete que alguien le dio. "Sobrevivo cada día. Quiero cambiar mi vida. Si pudiera pedir algo, sería eso", dijo.
Fuera de registro
El lunes a la noche, como parte del censo nacional, se relevó a la gente en situación de calle en la ciudad. Registraron a 214 personas que no tienen techo en la capital.
El recorrido de los censitas se realizó por los lugares donde se sabe que suelen refugiarse los salteños sin hogar, como el parque San Martín o el microcentro. Pero quedaron afuera muchos que deambulan cada día hasta que deciden dónde intentarán descansar.
En el operativo se detectó que el 60 o 70 por ciento de los que no tienen techo sufren alguna adicción, como Jesús.
Sin un lugar donde pasar la noche, las posibilidades de hacer un tratamiento y superar un problema tan complejo a nivel físico y psicológico parecen lejanas, pero Jesús no pierde las esperanzas.
Aseguró que asiste a "Puente", un centro de recuperación del Gobierno de la Provincia para personas que sufren consumos problemáticos de distintas sustancias.
Admitió que a veces abandona el tratamiento porque "no aguanta", pero hasta ahora siempre encuentra la forma y las ganas para volver a intentarlo.
Tiene una hija de cinco años con la que sueña volver a compartir su vida. "Ahora no me dejan, pero cuando yo esté bien y tenga un laburo, voy a poder verla", asegura.
Como la mayoría de los que no tienen vivienda, no pudo terminar la escuela. Dice que le faltan dos años para completar la secundaria.
"En la calle te pueden violar o matar. A mí por suerte hasta ahora no me pasó nada", agradece, mientras piensa en dónde acomodarse para el próximo anochecer.