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Jack Sparrow lo logró otra vez

Miércoles, 15 de junio de 2022 01:43

El capitán Jack Sparrow es un personaje de ficción de la franquicia Piratas del Caribe y que, hasta su última película, fue interpretado por Johnny Depp. Su exesposa, la actriz Amber Heard, acusó a Depp de violencia de género en sus redes sociales. Debido a estas acusaciones el estudio cinematográfico Disney -dueño de la franquicia-, decidió contratar a otro actor para la próxima película, abandonando al actor a su suerte casi de inmediato. Algo parecido ocurrió con el estudio Warner; donde Depp ya tenía una participación comprometida en el filme "Animales fantásticos", que también fue cancelada a último momento. Johnny Deep protagonizó cuatro de las 100 películas más taquilleras de todos los tiempos; incluida "Alicia en el País de las Maravillas".

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El capitán Jack Sparrow es un personaje de ficción de la franquicia Piratas del Caribe y que, hasta su última película, fue interpretado por Johnny Depp. Su exesposa, la actriz Amber Heard, acusó a Depp de violencia de género en sus redes sociales. Debido a estas acusaciones el estudio cinematográfico Disney -dueño de la franquicia-, decidió contratar a otro actor para la próxima película, abandonando al actor a su suerte casi de inmediato. Algo parecido ocurrió con el estudio Warner; donde Depp ya tenía una participación comprometida en el filme "Animales fantásticos", que también fue cancelada a último momento. Johnny Deep protagonizó cuatro de las 100 películas más taquilleras de todos los tiempos; incluida "Alicia en el País de las Maravillas".

El capitán Sparrow -su icónico personaje en "Piratas del Caribe"- es un pirata pintoresco que, sin embargo, se encuentra entre los más temidos del mar Caribe. Es algo traicionero y sobrevive en la mayoría de las ocasiones usando su ingenio y buscando negociar una salida en lugar de usar las armas y la fuerza y aunque es cierto que lucha cuando es necesario, siempre prefiere huir de las situaciones más peligrosas.

Johnny Depp -a diferencia de este personaje-, decidió enfrentar a su exesposa y no huir de las consecuencias de un juicio, iniciándole una demanda por difamación. Ella, a su vez, lo acusó a él de lo mismo; lo cual convirtió todo el caso en un circo mediático transmitido en vivo y en directo por casi todos los canales de televisión del mundo durante seis semanas. Pareciera que, con la conciencia tranquila y a pesar de la condena social, del abandono de sus patrocinadores y de los estudios cinematográficos; Depp decidió pelear, en una Corte de Justicia, su derecho a restaurar su nombre en lugar de ceder a las presiones de los innumerables colectivos que ejercen el totalitarismo cancelatorio en las redes sociales a diario.

No pudo haber sido una decisión sencilla y, aún hoy, con el fallo judicial a su favor y el importante resarcimiento económico que le deberá pagar su exesposa en compensación por el lucro cesante que le ocasionaron sus falsas acusaciones; no creo que haya ganado. No al menos en términos emocionales.

Se enfrentó a su exesposa en público; tuvo que exponer detalles espinosos y privados sobre la relación entre ellos, así como trances penosos de su vida personal referidos a adicciones, y sobre las cuales el público general no tenía por qué enterarse de los detalles.

Pero esos son los precios a pagar, hoy en día, al luchar por la reivindicación de ciertos derechos básicos. El primero de todos, que todos somos inocentes hasta que se pruebe lo contrario. Violar este principio elemental nos puede llevar por un sendero horrible y peligroso y del cual podríamos no ser capaces de volver.

#metoo

El movimiento #metoo, iniciado de forma viral y como hashtag en las redes sociales, surgió en octubre de 2017 para denunciar conductas de agresión y acoso sexual contra el productor de cine Harvey Weinstein, a raíz de acusaciones de abuso sexual contra él. Más allá de la valentía de todas las mujeres que se expusieron de manera pública y abierta con el fin de denunciarlo; en este caso en particular al juicio mediático le siguió una instancia judicial que lo halló culpable y que dictó una sentencia acorde a la atrocidad de los hechos cometidos. En este sentido es importante resaltar que el movimiento se torna provechoso, valiente y correcto en tanto y en cuanto la disputa se dirima en una corte y un juez acabe dictando sentencia.

Cuando esto no pasa y solo queda en denuncias en las redes sociales se convierte en un arma discrecional y resbaladiza y en una manera de terminar con carreras, reputaciones o de destrozar vidas de forma incorrecta. Toda persona tiene derecho a ejercer su defensa y a probar su inocencia.

Cancelación autoritaria

No nos detenemos a pensar, pero la cancelación es una forma brutal de autoritarismo. De un salvajismo más propio del far west americano que de una sociedad civilizada. Se juzga y se dicta sentencia sin tribunales, sin pruebas ni contrapruebas, sin apelación, y sin posibilidad de rectificación si se hubiera caído en un error. Error que, por otro lado, jamás se habrá de admitir.

Se invierte el peso de la prueba y se transforma toda la base jurídica desde el correcto y justo "toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario", a un arbitrario y peligroso "es culpable porque (me) atacó". Sin otra prueba más que la mera acusación. Que, insisto, de ser real debe ser denunciada ante un fiscal en una corte de Justicia; y solo después debería ser publicada en las redes. No al revés. Mucho menos, condenar y cancelar solo en el ámbito exclusivo de las redes solo mediando apenas una acusación. No somos jueces. Tampoco jurados. La red no es una corte de justicia. La justicia no es un acto colectivo.

En una era donde legiones de almas de cristal ocupan todo su día en la búsqueda de "ofendedores" sobre los cuales descargar su pretendida superioridad moral; la cancelación es un acto colectivo, cobarde, muchas veces anónimo e injusto por ser inapelable.

Johnny Depp afirmó que no volvería a interpretar a Jack Sparrow en una película de "Piratas del Caribe" ni aun cuando Disney le ofreciera 300 millones de dólares por hacerlo. ¿Alguien podría culparlo? Me parece que todos deberíamos pensar más antes de ceder a las presiones de la cancelación intempestiva. Toda persona es inocente hasta que se pruebe lo contrario.

 

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