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La crisis del gasoil muestra la fragilidad del federalismo

Domingo, 19 de junio de 2022 02:24

En medio de la escasez de gasoil, que afecta especialmente y compromete al sistema productivo del norte argentino, la puesta en marcha del "tarifazo" ordenado por el Gobierno nacional vuelve a ensañarse con Salta: mientras que en todo el país y el aumento del precio de ese combustible fue del 12%, en Salta el incremento oscila de entre 16% y 21%. El combustible diésel 500 que costaba $119,9 ahora pasó a $139,20 y el precio del diésel premium, denominado Infinia, que era $155,5 tuvo una remarcación y trepó a $189,00.

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En medio de la escasez de gasoil, que afecta especialmente y compromete al sistema productivo del norte argentino, la puesta en marcha del "tarifazo" ordenado por el Gobierno nacional vuelve a ensañarse con Salta: mientras que en todo el país y el aumento del precio de ese combustible fue del 12%, en Salta el incremento oscila de entre 16% y 21%. El combustible diésel 500 que costaba $119,9 ahora pasó a $139,20 y el precio del diésel premium, denominado Infinia, que era $155,5 tuvo una remarcación y trepó a $189,00.

Este dato, al igual que los subsidios para el boleto urbano, vuelve a descargar en nuestra provincia el peso de la crisis macroeconómica que atraviesa el país; indica además que, en los hechos, el concepto de "federalismo" no es más que una nomenclatura jurídica; el sentido profundo del concepto de "país federal" no está incorporado en la cultura política de los argentinos y eso se refleja en toda la estructura de poder: un Estado hiperpresidencialista y un sistema de generación y distribución de recursos centralizado hasta la exasperación.

Este fenómeno regresivo no solo se manifiesta en esta agraviante discriminación que sufre el Norte Grande con el suministro y el precio de un combustible indispensable. El mismo sistema de coparticipación está concebido en función de los intereses de una elite política cuyo centro inamovible está ubicado en el conurbano bonaerense y en el resto de la superficie del AMBA y para el cual la economía real se circunscribe a la región central del país.

La carencia de gasoil en casi todo el interior del país es una manifestación más del deterioro del sistema energético puesto en marcha a partir de la salida de la convertibilidad, que privó al país del autoabastecimiento y del potencial exportador de hidrocarburos, derivados y de energía eléctrica.

La energía se convirtió en "negocio de caja" de las elites de turno y, por ese motivo, entre otras cosas, se ha erosionado la alternativa de los biocombustibles, una producción que estimula la actividad rural (y es muy importante para nuestra región) y reduce la incidencia de los hidrocarburos en la contaminación de dióxido de carbono en la atmósfera.

La administración del sistema energético de los últimos 29 meses ha estado anarquizada a niveles extremos por las diferencias entre el kirchnerismo, que controla cada área del sector, y los ministros de Economía y de Producción. Es imposible manejar correctamente las áreas estratégicas con criterios de secta.

En las últimas cinco décadas, la presión de grupos empresarios y sindicatos vinculados al transporte avasalló al sistema ferroviario de carga hasta destruirlo. El 90% de la producción del país se transporta en camiones mientras que los ferrocarriles, muchísimo más económicos y menos contaminantes, transitan hacia una muerte lenta.

Esta crisis del gasoil y su enorme incidencia, no solo es la muestra de la postergación del interior del país respecto a la hiperconcentración urbana, comercial y electoral que es el Área Metropolitana de Buenos Aires, desde Tigre hasta Las Heras, San Vicente y La Plata. Es el indicador de un país donde, desde hace tiempo, la dirigencia ha dejado de pensar en el interés nacional. Un sistema de transporte y logística moderno no solo genera trabajo de calidad, sino que requiere de un esfuerzo de universidades y empresas para la investigación en tecnologías de alta eficiencia, y del sistema educativo que prepare a los técnicos capaces de administrarlo.

En un marco de incertidumbre económica como el actual y con un gobierno que no alcanza a ofrecer una mínima perspectiva de futuro, los problemas de estos días parecen inabordables.

América Latina corre el riesgo, cada vez más grave, de quedar fuera del circuito económico del mundo. Pero la Argentina es el país que más retrocedió política y socialmente, mientras se vuelve progresivamente irrelevante. Para las provincias y sus gobernantes, el desafío perentorio es el de actuar con firmeza y defender a nivel nacional los verdaderos derechos de los ciudadanos del interior y abandonar definitivamente las declaraciones edulcoradas, que se pronuncian a cambio de limosnas del poder central.

 

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