A 30 kilómetros antes de llegar al límite con Chile, por el paso de Sico y en plena Puna salteña, se levanta el segundo complejo más importante de generación fotovoltaica del país: La Puna - Altiplano. El predio se encuentra en una extensa planicie hacia el lado este de la cordillera de los Andes, que a esa altura asoma con sus nieves cumbreñas, dominando todo el paisaje.
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A 30 kilómetros antes de llegar al límite con Chile, por el paso de Sico y en plena Puna salteña, se levanta el segundo complejo más importante de generación fotovoltaica del país: La Puna - Altiplano. El predio se encuentra en una extensa planicie hacia el lado este de la cordillera de los Andes, que a esa altura asoma con sus nieves cumbreñas, dominando todo el paisaje.
En un sector de esa enorme planicie, más de medio millón de paneles fotovoltaicos, colocados estratégicamente, miran de frente al sol y generan, durante el día y en condiciones de cielo despejado la cantidad necesaria para abastecer de electricidad a 200 mil hogares.
Nicolás Echesortu es ingeniero electromecánico y director de proyectos en la planta que comenzó a funcionar en septiembre del año pasado, luego de dos años y medio de construcción. Las obras habían comenzado en marzo 2019 y con 500 obreros trabajando en turnos rotativos. Tan solo un año después (el 20 de marzo de 2020) las restricciones por la pandemia de coronavirus le pusieron un cierre tan abrupto, como un incierto final a la inversión de más de 300 millones de dólares que capitales europeos habían arriesgado en la provincia.
“Fue un impacto enorme; de tener un movimiento impresionante de hombres y máquinas pasamos a tener nada. Nos cerraron la construcción de la planta y solo logramos reactivarla con los decretos de excepción y con cuidados protocolos sanitarios”, recuerda Echesortu.
Pero el tiempo ha pasado y le ha dado la razón a la inversión prevista. Hoy la planta inyecta electricidad fotovoltaica al sistema interconectado nacional con una potencia y cantidad que la coloca como la segunda instalación de este tipo en el país y con buenas perspectivas de expansión.
Echesortu integrará el panel de debate y exposición que El Tribuno presentará hoy a partir de las 10.30 en el Centro de Convenciones, donde se abordará el proceso de transición hacia nuevas energías en la provincia.
El complejo La Puna-Altiplano está ubicado a unos 20 kilómetros al oeste de Olacapato, y desde su puesta en funcionamiento, en septiembre del año pasado, se transformó en la segunda planta fotovoltaica del país con capacidad para generar de 200 megavatios de electricidad que son inyectados desde la línea Trasnoa hasta Cobos y de allí incorporados al sistema eléctrico nacional. Ese circuito del mercado aparece hoy altamente estimulado como consecuencia de la crisis del gas y de los combustibles líquidos.
Echesortu habla sobre este mercado complejo, donde las generadoras de energía se ven obligadas a cambiar de materia prima pero al mismo tiempo equilibrar las millonarias inversiones con el escenario siempre cambiante en las reglas de consumo en el país.
“Generar un megatavio por hora tiene un costo de producción de 70 dólares, pero el Estado paga 15 dólares y es por eso que la industria debe moverse siempre en un panorama incierto. Pero el mercado y los recursos ofrecen posibilidades y por eso las inversiones aparecen. Creo que hay que generar un escenario donde las reglas de juego sean más claras, donde la oferta y la demanda aparezcan como información pública y donde el consumo se rija por horarios pico de generación, como ocurre en otros países. En resumen, ordenar el mercado para garantizar el desarrollo de la industria de energía solar”, aseguró.
Echesortu tiene una vasta experiencia en el mercado de Australia, donde la masividad de los sistemas fotovoltaicos, tanto para viviendas como para la industria, ha generado un superávit energético. Asegura que en Argentina se podrían lograr los mismos resultados.