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Un crimen que manifiesta la anarquía y la violencia social 

Jueves, 30 de junio de 2022 01:20

 El asesinato del camionero Guillermo Andrés Jara, tras evadir un piquete en una ruta bonaerense, es un signo trágico, y quizá premonitorio, de la violencia social creciente en un país que avanza por inercia y sin timón hacia un horizonte anárquico. 

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 El asesinato del camionero Guillermo Andrés Jara, tras evadir un piquete en una ruta bonaerense, es un signo trágico, y quizá premonitorio, de la violencia social creciente en un país que avanza por inercia y sin timón hacia un horizonte anárquico. 

El hecho ocurrió el lunes en la localidad de Daireaux, ubicada en el corazón agropecuario de esa provincia. Jara eludió un corte de ruta que realizaban otros camioneros en reclamo por la falta de gasoil, la arbitrariedad de su distribución, el caos desorbitante de los precios del combustible y la sospecha de que parte del que está disponible esté siendo exportado ilegalmente al exterior. 

Todo puede suceder en un país donde nada queda claro. Y el lógico que pierdan la paciencia los que se quedan sin trabajar y que, desde hace dos meses, escuchan de boca del jefe de Gabinete nacional, Juan Manzur, la promesa de que “en quince días se soluciona...” . O excusas como que “todo se debe a la invasión de Rusia en Ucrania”, y que “la demanda aumentó en forma inesperada”. Esto explica la bronca; nunca, el asesinato.

También es cierto que la sociedad argentina está cada vez más furiosa con la sistematización de los cortes de calles y rutas y la ocupación ilegal de tierras, que alteran la vida de la gente y que, para la dirigencia, y en forma cada vez más ostentosa, no representan más que una herramienta política no prevista en la Constitución nacional ni en cualquier forma de racionalidad democrática.

La Argentina vive en emergencia porque a la dirigencia -en general, no solo la política- le resulta más cómoda esa situación que generar las condiciones para un acuerdo institucional que tenga por objetivo aprovechar los recursos, normalizar la producción y el trabajo y lograr que la gente viva mejor.
Tan es así que el presidente Alberto Fernández decide, sorpresivamente, suspender su agenda, desentenderse de sus funciones de jefe de Estado e ir a Jujuy a visitar a la activista Milagro Sala, condenada por corrupción, en el sanatorio donde está internada, y solo para mostrarle al kirchnerismo duro que él “sigue siendo progresista y de izquierda”

El asesinato de Jara fue un crimen premeditado. Más allá de las confusas versiones en torno de cómo fue su discusión con los piqueteros, lo cierto es que lo persiguieron varios kilómetros con una camioneta y le arrojaron una piedra de gran tamaño, que destrozó el parabrisas, y posiblemente su cráneo, y provocó el vuelco del camión. 

Al Gobierno no lo conmueve demasiado la muerte de un hombre joven ni la furia que le dio origen, como si fuera algo ajeno a sus responsabilidades.
El mismo gremio dirigido por la familia Moyano emitió un tibio repudio al crimen y acusó (cuando no) a “los medios de comunicación y periodistas que constantemente incitan a la violencia atacando a nuestra organización gremial... Cuando es nuestro gremio el que legítimamente inicia alguna medida en defensa de los trabajadores, es judicializado inmediatamente por operadores de la Justicia y del PRO... “ Jara y sus victimarios son camioneros. Cabe preguntarse dónde está la “incitación a la violencia” cuando un periodista critica las acciones violentas e inconstitucionales de un dirigente gremial que ordena bloquear fábricas con camiones para obligar a su personal a dejar su gremio y pasarse al suyo.

El modelo de Maduro

Todo parece anárquico y absurdo. Es el nuestro un país fuera de la ley que, paso a paso, parece acercarse más al modelo de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, quienes convirtieron a Venezuela en el “primer Estado petrolero fallido”, con una política que intenta inventar enemigos que encubran su incompetencia y que han puesto bajo el mando de un autócrata a todo el Estado. Ellos también ampliaron al Tribunal Supremo para asegurarse una Corte adicta, que a su vez terminara dando su bendición a una Legislatura paralela. Algo parecido a lo que está ocurriendo a estas horas en el Senado, con la aquiescencia de muchos gobernadores.

En el fondo, el desconcierto

Resulta difícil de entender a simple vista por qué falta el gasoil, al punto que los sectores agropecuarios preludian una crisis peor que la de 2008 por las retenciones.

Pero la anarquía no empezó este año. Durante las dos décadas precedentes, el suministro de gas y electricidad dependió cada vez más de las importaciones. Teniendo hidrocarburos, se desalentó la exploración, se subsidió la importación y se acrecentó el déficit fiscal. Los expertos venían reclamando una reestructuración del sistema de transporte y de la generación eléctrica para hacerla menos dependiente de los hidrocarburos. Hoy, con casi todo el país afectado por la falta de gasoil, muchos productores se preguntan por qué no se autoriza un mayor porcentaje en los combustibles de bioetanol y biodiesel, más ecológicos y de origen nacional.

El Instituto General Mosconi atribuye este “panorama energético desolador” a una demanda muy fuerte, la baja producción local y la importación insuficiente de gasoil. 

En un país que no tiene dólares para pagar importaciones y que en una década aumentó su población el 18% mientras que el PBI se mantuvo estático, todo parece desolador. 

 El asesinato de Jara es otro síntoma. No es el primer muerto por la violencia social, pero hoy es una tragedia que advierte hasta dónde puede llegar un país atascado en una grieta cuando la guerra interna de quienes están en el poder desestabiliza al presidente -el más endeble de la historia reciente- y conduce al país por un callejón cuya salida democrática no está garantizada.
 

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