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Beatificación en Orán: ¿Quiénes son los Mártires del Zenta?

La ceremonia de beatificación se realizará mañana en el Parque de la Familia, en la ciudad de Orán, y la misma contará con la presencia de autoridades religiosas y civiles.
Viernes, 01 de julio de 2022 14:01

La palabra «mártir» viene del griego y significa “testigo”.  El Catecismo de la Iglesia enseña que “el deber de los cristianos de tomar parte en la vida de la Iglesia, los impulsa a actuar como testigos del Evangelio y de las obligaciones que de él se derivan. Este testimonio es transmisión de la fe en palabras y obras. El testimonio es un acto de justicia que establece o da a conocer la verdad (cfr. Mt 18, 16)”. 
El martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe; designa un testimonio que llega hasta la muerte. 
En esta época la Iglesia y el mundo necesitan muchos testigos que con su ejemplo y con sus palabras muestren a Jesucristo. La beatificación de los Martires del Zenta nos recuerda que la necesidad del testimonio cristiano sigue siendo de enorme actualidad. 
No debemos pensar que es martir exclusivamente quien recibe la muerte por la fe, de mano de los enemigos de Dios, sino también el que sabe morir a sus pasiones y egoismos sirviendo a la Iglesia y a las almas, y envejece sonriendo, y pasa inadvertido...un martirio sin espectáculo que quiza es mas heroico y es el que podemos y debemos vivir los cristianos cada dia.(Cfr. San Josemaría E, Via Crucis VII,4) 

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La palabra «mártir» viene del griego y significa “testigo”.  El Catecismo de la Iglesia enseña que “el deber de los cristianos de tomar parte en la vida de la Iglesia, los impulsa a actuar como testigos del Evangelio y de las obligaciones que de él se derivan. Este testimonio es transmisión de la fe en palabras y obras. El testimonio es un acto de justicia que establece o da a conocer la verdad (cfr. Mt 18, 16)”. 
El martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe; designa un testimonio que llega hasta la muerte. 
En esta época la Iglesia y el mundo necesitan muchos testigos que con su ejemplo y con sus palabras muestren a Jesucristo. La beatificación de los Martires del Zenta nos recuerda que la necesidad del testimonio cristiano sigue siendo de enorme actualidad. 
No debemos pensar que es martir exclusivamente quien recibe la muerte por la fe, de mano de los enemigos de Dios, sino también el que sabe morir a sus pasiones y egoismos sirviendo a la Iglesia y a las almas, y envejece sonriendo, y pasa inadvertido...un martirio sin espectáculo que quiza es mas heroico y es el que podemos y debemos vivir los cristianos cada dia.(Cfr. San Josemaría E, Via Crucis VII,4) 

¿Quiénes son los Martires del Zenta?

Un grupo de cristianos que fueron muertos en su afán de acercar a la fe a los nativos del valle del Zenta.
De estos solo se conocen los nombres del sacerdote jujeño Pedro Ortiz de Zárate y del jesuita de Cerdeña, Juan Antonio Solina. Del resto solo se sabe que habia un Cacique de nombre Jacinto, dos españoles, un negro, un mulato, una mujer indigena, 2 niñas y 16 indios.
Es de destacar que la ausencia de sus nombres es una invitación a cada uno de nosotros a sufrir por Jesucristo en las contrariedades, pequeñas o grandes de cada día. 
“¡Cuantos que se dejarian enclavar en una cruz ante la mirada atonita de millares de espectadores, - escribe San Josemaría Escrivá – no saben sufrir cristianamente los alfilerazos de cada dia! (…) Camino, 204
Estos cristianos han perseverado sufriendo los alfilerazos de cada día hasta dar la vida con el supremo testimonio del martirio.
Don Pedro Ortíz de Zárate
Don Pedro Ortíz de Zárate  nació en 1622, único hijo varón de un encomendero y, por lo tanto, uno de los poderosos del lugar. La cruz lo acompañó desde muy joven. Perdio a su madre cuando tenía 11 años y su padre cuando tenía 16.
A los 22 años ya fue nombrado alcalde de Jujuy, de donde fue alcalde tres veces. También tenía a su cargo las Encomiendas de los Paypayas y Ocloyas. Administraba un territorio enorme con población española e india de diversas etnias. Se puso al hombro con hondo sentido cristiano la variopinta sociedad jujeña de entonces poniendo tambien sus bienes al servicio de la sociedad: ejemplo de gobernante.
En 1644, se casó, con 22 años, con Petronila Argañaraz y fue un matrimonio que resolvió un serio conflicto entre grandes familias y aportaba paz a la región. Por el camino del Matrimonio tambien el Señor lo fue llevando para servir a los demás, comenzando por la familia. 
Con Petronila tuvieron dos hijos, pero su esposa murió tras diez años de matrimonio. Se ocupo de la educación de sus hijos que puso también al cuidado de su suegra.
Estudio Filosofia y Teologia y a los 36 años fue ordenado sacerdote. Dejó sus riquezas para dedicarse a tareas humildes. 
Tres años mas tarde fue nombrado párroco de Jujuy; dedicó 24 años a la parroquia. Para enriquecer la liturgia hizo venir músicos de Perú. Con sus bienes atendia a los enfermos.
Defendió a los indios en las encomiendas y abrió capillas en cada una, aportandoles un refugio sagrado. 

El Martirio


En su deseo de llevar el Evangelio a los nativos de los valles orientales, Don Pedro y el padre Juan Antonio Solinas solicitaron la colaboración de otro misionero jesuita y sin demora se dirigieron a esta región. 
En octubre de 1683, los dos sacerdotes y algunos acompañantes: dos españoles, un mulato, un negro, una mujer indígena, dos niñas y dieciséis indios, estaban en su capillita en medio de una pradera rodeada de bosques, en las cercanías del río Bermejo y del río Santa María, esperando una caravana que traía provisiones desde Salta. 
Entonces se presentaron 500 indios o más con armas y pinturas. Unos 150 eran Tobas, el resto eran guerreros Motovíes con 5 caciques. No había entre ellos niños ni mujeres. Durante unos días les rodearon, los misioneros les ofrecieron regalos, vestidos y alimentos, y los indios respondían con sonrisas, pero sin dejarles moverse, como si esperaran más refuerzos. 
Un cacique amigo, de los indios Mataguayos, advirtió en secreto a los sacerdotes que iban a ser asesinados. La mañana del 27 de octubre de 1683 los sacerdotes oraron y celebraron misa. Después hablaron de Dios con sus asediadores en tono amistoso.
Por la tarde, los indios, al parecer azuzados por hechiceros, arremetieron con flechas, lanzas, garrotes y macanas, contra los misioneros y todos sus acompañantes. Los mataron, los desnudaron y les clavaron una flecha a cada uno, ya muertos, y les cortaron a todos la cabeza para llevárselas. 
Cuando llegaron tropas españolas desde Salta, el sargento mayor Lorenzo Arias quería atacar y matar a los culpables, pero el padre Diego Ruiz que le acompañaba lo impidió: “Hemos venido a convertir infieles, no a matarlos”.
La Beatificación
Al Beatificar a Don Pedro Ortíz de Zárate y Juan Antonio Solinas y sus compañeros, la Iglesia los propone como modelos de santidad – Beato es Bienaventurado, Santo- y como intercesores ante Dios por nuestras necesidades. 

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